Trasnochar con el uniforme puesto

La comunidad universitaria adelantó 37 días las campanadas y celebró en la madrugada del jueves al viernes su particular pre Fin de Año. En noches así, la Policía Local organiza dispositivos especiales para velar por la seguridad 
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photo_camera En noches con eventos o celebraciones especiales, la aglomeración de gente en la vía pública genera molestias a la ciudadanía. SEBAS SENANDE

CADA NOCHE, los agentes de la Policía Local de Lugo recorren la capital para velar por la seguridad y la tranquilidad de la ciudadanía, una tarea que se intensifica en fechas señaladas -como San Froilán o Navidad- o cuando simplemente se prevé una gran afluencia de personas dispuestas a disfrutar del ocio nocturno. El último dispositivo especial que desplegaron los agentes tuvo lugar en la noche del jueves al viernes, cuando los universitarios lucenses celebraron su particular fiesta de pre Fin de Año, adelantando 37 días las campanadas.

En noches así, la Policía Local refuerza su plantilla para prevenir incidentes y tener capacidad de reacción si se producen altercados, que casi siempre van ligados al consumo excesivo de alcohol o estupefacientes. Los agentes comienzan el turno en comisaría, organizando su trabajo y distribuyendo a las patrullas, aunque la noche depara siempre situaciones imprevisibles que les obligan continuamente a modificar el rumbo.

"Nunca sabes lo que te vas a encontrar en una intervención, así que siempre hay que ir preparado para todo. A veces nos entra una llamada por un problema concreto y acaba siendo un asunto totalmente distinto. Además, por la noche hay que tener especial precaución porque muchas veces tenemos que tratar con gente que está bajo la influencia de algún tipo de sustancia y en ese momento no es capaz de razonar, o se pone violenta", comentan.

Ruidos por fiestas en pisos y por la música de los locales


La madrugada del viernes arrancó tranquila, como era previsible, pero la Sala del 092 no tardó en empezar a recibir llamadas por ruidos. Los universitarios comenzaron su pre Fin de Año calentando motores en pisos particulares y algunos vecinos se quejaron por las molestias que les estaban ocasionando en sus horas de descanso.

"Este tipo de llamadas son muy habituales y se suelen resolver con presencia policial. En cuanto llegamos, los chicos apagan la música y acaban la fiesta, aunque también hay veces que no nos abren la puerta y vuelven a montar follón en cuanto nos vamos. Nosotros", explican, "acudimos a todas las llamadas y si el ruido es realmente excesivo, o si lo solicita el ciudadano, realizamos la medición con el sonómetro".

A pesar de las molestias e incidencias que genera el ocio nocturno, la inmensa mayoría de la gente que sale es ajena a los altercados. SEBAS SENANDE 

A medida que avanza la noche, la fiesta se traslada a los establecimientos de ocio y las quejas por ruidos continúan, principalmente por el volumen de la música. "Los locales tienen que tener doble puerta de acceso y nosotros controlamos que las tengan cerradas y que se utilicen correctamente, pero cuando se abren para que entren y salgan los clientes es inevitable que se escuche la música en el exterior. Muchas veces, la gente nos llama por el ruido que escuchan desde su casa, pero si está dentro de los límites, nosotros no podemos hacer nada".

Además de tener que conciliar el sueño con música de fondo, los vecinos de las zonas de ocio se quejan a menudo de las molestias que ocasionan los clientes en el exterior de los locales. "Es un problema que no tiene fácil solución. Los chicos se quedan en la calle hablando cuando cierran los locales. Nosotros vigilamos que no estén bebiendo en la vía pública y que no pongan música en ningún dispositivo, pero no podemos prohibirles que estén en la calle. Muchas veces, la Policía no tiene tantas armas como parece. Lo mejor que nos puede pasar es que se ponga a llover a la hora de cierre de los locales, ya que así todo el mundo se retira", bromean. A lo largo de la noche, los agentes acudieron a una decena de llamadas por ruidos en San Xillao, Rúa Cambria, Rúa do Cruzamento, Narciso Peinado, Rúa do Miño y Rúa Catedral.

Muchas multas por orinar en la vía pública y poco vandalismo


La falta de civismo es otro de los problemas a los que tiene que hacer frente cada noche la Policía Local de Lugo y el caballo de batalla de los agentes es evitar que la gente orine en la vía pública, una costumbre que no cesa a pesar de que conlleva sanciones de hasta 900 euros. "Hacemos muchísimas actas por este motivo. La gente bebe y orina en cualquier sitio, tanto los chicos como las chicas, aunque estén delante de un local y puedan acceder al baño", explican.

En la madrugada del viernes, los agentes observaron a varios jóvenes orinando en las inmediaciones de la catedral y algunos protagonizaron escenas curiosas. Una joven que fue sorprendida en la puerta del monumento -con los pantalones y la ropa interior por las rodillas- se levantó inmediatamente al ver a los policías y se acercó a ellos tal cual estaba para decirles: "no me multen, que todavía no había empezado". La chica se puso tan nerviosa que se deshizo en explicaciones sin darse cuenta de que ni tan siquiera se había subido la ropa.

El jefe de turno de la Policía organiza el trabajo de los agentes cada noche y distribuye a las patrullas por distintos puntos de la ciudad. SEBAS SENANDE 

Aunque las denuncias por esta infracción van en aumento, los agentes perciben un descenso en otras conductas incívicas, como el vandalismo. "Antes era más habitual ver papeleras destrozadas o daños en el mobiliario urbano, pero actualmente no hay muchas incidencias de ese tipo. Ahora hay muchas terrazas en la vía pública y algunos hosteleros las dejan montadas por la noche y no suelen tener problemas. Hace unos años había más actos vandálicos. En una ocasión", recuerdan, "aparcamos el coche patrulla en el casco histórico para patrullar a pie y cuando lo fuimos a recoger estaba lleno de grafitis".

Intoxicaciones etílicas y peleas vinculadas al exceso de alcohol


Aunque los jóvenes salen por la noche con la intención de divertirse y pasarlo bien, algunos amanecen de la peor manera posible: en un centro hospitalario. "Vemos a muchos chicos y chicas muy perjudicados y siempre tenemos alguna intervención por intoxicación etílica. Algunos no beben demasiado, pero beben muy rápido y acaban muy mal. En una ocasión, encontramos a un chico inconsciente en el parque Marcos Cela y llamamos a su familia. La madre nos dijo que era imposible que fuera su hijo porque lo había dejado ella con sus amigos tan solo media hora antes. Tuvimos que insistirle y cuando acudió al lugar y lo vio, no daba crédito".

Los altercados y las incidencias suelen ir asociados al consumo excesivo de alcohol o estupefacientes. La cara más amarga son los altercados y las peleas. SEBAS SENANDE 

Esto fue precisamente lo que le pasó también a otra joven en la madrugada del viernes, cuando sus amigas solicitaron la ayuda de los agentes porque la chica estaba totalmente inconsciente en los soportales de la Praza Alférez Provisional, una situación que impresiona. "Los importante en estos casos", apuntan, "es poner a la persona en posición de seguridad y solicitar la intervención de los servicios sanitarios. Por lo general, siempre hay algún amigo que los acompaña al hospital, aunque si son menores de edad avisamos nosotros a sus familiares".

Otro altercado por el que movilizan a menudo a las ambulancias son las peleas, que también suelen estar vinculadas al consumo excesivo de alcohol. "No detectamos muchos enfrentamientos entre pandillas o ajustes de cuentas, sino que suelen ser trifulcas por altercados puntuales, como que un chico empuje a otro o le tire la copa. No suelen tener consecuencias graves", dicen, "pero es fundamental actuar rápido para evitar que se vaya implicando cada vez más gente".

Inspecciones en locales para velar que cumplan las normas


Para velar por la seguridad de los ciudadanos que salen de fiesta, la Policía Local también realiza inspecciones rutinarias en establecimientos. En la madrugada del viernes, los agentes accedieron al interior de varios locales y denunciaron a un pub de la calle Pintor Villamil, que tenía orden de cierre por carecer de licencia. Además, varias patrullas tuvieron que desalojar parte de un pub de la Rúa Clérigos, en el que se celebraba una de las fiestas pre Fin de Año.

Uno de los cometidos de la Policía Local es velar por la seguridad, lo que implica comprobar que los establecimientos se ajustan a la normativa. SEBAS SENANDE 

"El local", comenta la Policía, "tiene un anexo que teóricamente es un almacén, pero el responsable habilitó un paso interior y lo utiliza como parte del pub, a pesar de que no cumple ninguna medida de seguridad. No tiene extintores ni salidas de emergencia. De hecho, la puerta de acceso a la calle está cerrada con un candado y tiene una especie de salida a la muralla cubierta de uralitas y llena de objetos. La gente está en ese espacio con el peligro que eso supone".

Superada la hora de cierre de los locales -y con la calle atestada de bolsas de cotillón vacías-, los universitarios lucenses acabaron la noche sin mayores incidencias y los agentes regresaron a la jefatura para hacer balance y dejar constancia por escrito de sus intervenciones. "Hay noches más tranquilas que otras, pero siempre hay varias incidencias. Además, nuestro trabajo también consiste en tener presencia en la calle como labor disuasoria y preventiva", concluyen.

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