Todo por nuestros muertos

Más de un centenar de vecinos de A Ponte respondieron "de inmediato" al llamamiento del párroco para recaudar fondos y arreglar el muro del cementerio, que amenaza con desplomarse
El párroco de San Lázaro, Abraham Sánchez, muestra el estado actual del muro. SEBAS SENANDE
photo_camera El párroco de San Lázaro, Abraham Sánchez, muestra el estado actual del muro. SEBAS SENANDE

Cansados de ver como el muro de su cementerio amenazaba con desplomarse, un grupo de vecinos del barrio de A Ponte se reunió con el párroco para buscar soluciones y evitar que el cierre se viniera abajo y dejara al descubierto las sepulturas. De hecho, el deterioro del muro llegó a ser de tal calibre que varias familias tuvieron que cambiar de ubicación a sus fallecidos, a la espera de que se lleve a cabo la reparación. 

El cementerio de San Lázaro es privado, pero ante la gravedad de la situación, el párroco, Abraham Sánchez, se ofreció a coordinar a los vecinos y optó finalmente por fijar una cuota anual de 50 euros y enviar una carta a cada uno de los propietarios para solicitar el pago. "Los vecinos más afectados estaban de acuerdo, pero pensé que algunos se iban a molestar por pedirles dinero. Sin embargo", comenta el sacerdote, "la respuesta ha sido increíble. En tan solo unos días, unos 120 vecinos ya han abonado la cuota y además se han ofrecido para ayudar en lo que sea necesario. Los vecinos de A Ponte son geniales. En otras parroquias surgen problemas cada vez que hay que colocar una flor, pero aquí están totalmente unidos y son muy generosos", apunta. 

El párroco encontró una libreta de 1930 con la asignación de los nichos y los vecinos le ayudaron a localizar a los propietarios

La idea de solicitar una aportación surgió hace ya varios meses, pero materializarla no fue sencillo, ya que el cementerio de San Lázaro cuenta con más de 300 sepulturas y muchas están vacías o se desconocía la identidad de su propietario. "Parecía misión imposible localizar a los dueños, pero entre la documentación que había en la iglesia encontré una libreta del año 1930, en la que había apuntado un registro de las sepulturas y a quién se le había asignado cada una. A partir de ahí, los vecinos me ayudaron y empezamos a buscar direcciones y teléfonos. De este modo, comprobamos que alrededor de un centenar de nichos pertenecían a fallecidos sin descendencia o estaban abandonados, pero conseguimos localizar a unos 200 propietarios", explica el párroco. 

Con el dinero que se recaude, el párroco espera iniciar las obras de reparación en cuanto la climatología lo permita. "Tenemos ya varios presupuestos, que rondan los 20.000 euros, y el Obispado está de acuerdo en adelantarnos el dinero que nos falte. Además, muchos vecinos han hecho aportaciones voluntarias, al margen de la cuota anual, por lo que esperemos que todo se solucione". 

"Pensé que algunos se iban a molestar por pedirles una cuota, pero los vecinos de A Ponte son increíbles y se han volcado", dice el cura

El muro del cementerio ya lleva un año apuntalado, tras detectarse en enero de 2020 que corría riesgo de desplomarse, ya que presentaba grietas y abombamiento, por lo que se colocó un refuerzo provisional con piezas metálicas y de madera. Esa no era la primera vez que el cierre del cementerio de San Lázaro amenazaba con venirse abajo. De hecho, diez años antes, en 2009, los daños provocados por un temporal hicieron peligrar el cierre y los vecinos también se movilizaron para reunir fondos y sufragar unas obras que costaron alrededor de 30.000 euros. En aquella ocasión, los trabajos consistieron en reponer la parte inferior de los nichos que se había desprendido. También se cubrió la parte posterior de las sepulturas y se reconstruyó el trozo de bancal situado bajo los nichos, que había quedado destruido por el desprendimiento de tierras.

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