Pontevedra: plazas libres en la calle sin Ora

Todas las urbes gallegas salvo Lugo promueven la rotación de vehículos

Pontevedra y Ferrol tampoco cobran en zona azul, mientras que las otras ciudades aplican una tasa a sus 10.500 plazas de aparcamiento
Plazas libres en la zona de servicios de Pontevedra, donde se permite aparcar 15 minutos
photo_camera Plazas libres en la zona de servicios de Pontevedra, donde se permite aparcar 15 minutos

La suspensión de la Ora en Lugo dejó a la capital lucense como la única urbe gallega que lleva desde el año 2015 sin un modelo de aparcamiento regulado que obligue a la rotación de vehículos. 

Con esta decisión, Lugo sigue un camino opuesto al que están recorriendo las otras seis ciudades. De hecho, el alcalde de Ferrol ha anunciado recientemente su pretensión de que, debido al proyecto de peatonalización de alguna calle, los ferrolanos empiecen a pagar por estacionar en determinadas zonas, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, donde no tienen que asumir ningún desembolso. Incluso otros municipios que tienen siete veces menos habitantes que Lugo, como Verín en Ourense, también cuentan con un sistema Ora de pago como un mecanismo con el que se fomenta la movilidad de los automóviles.

GESTIÓN DIVERSA. Salvo Pontevedra y Ferrol, las otras cuatro ciudades sí cobran a sus vecinos por dejar el coche en alguna de las 10.500 plazas de zona azul que suman en total.

Sin embargo, tanto las tarifas aplicadas como el tiempo máximo permitido son dispares, aunque el récord lo tiene Santiago con cuatro horas. De hecho, algunas regulan su estacionamiento en función de la duración permitida: por ejemplo, Santiago contempla zonas de corta (una hora), media (dos horas) y larga (cuatro horas) duración, mientras que A Coruña contempla general (dos horas), de corta duración (una hora) y express (hasta 20 minutos).

El funcionamiento es similar en las cuatro urbes donde se paga: se exige la retirada de un ticket (en algunos casos, aunque no en todos, se permite el pago con tarjeta en los parquímetros), al tiempo que se fijan los procedimientos para anular la sanción en caso de haber sobrepasado el tiempo autorizado o de no haber retirado el tique.

Para los residentes se establecen unas tarifas específicas. En el caso de Lugo eran, según la ordenanza fiscal que las regula y que todavía está en vigor, de 31,20 euros al año. Estas se sitúan por debajo de los 98 euros de Vigo y de los 50 euros de Santiago.

Por el contrario, en las dos urbes que no cobran en zona azul el control se realiza con el apoyo de la Policía Local: en el caso de Ferrol, se recurre a un disco ubicado en el salpicadero en el que el conductor indica a la hora a la que ha empezado a ocupar la plaza, aunque algunos vecinos han dejado de hacerlo porque ha caído el nivel de presión sobre este asunto. Mientras, en Pontevedra la vigilancia en la zona de servicios, mucho más estricta que en Ferrol, se realiza con un vehículo de lectura de matrículas de los automóviles estacionados.

Otro aspecto en el que se constatan divergencias es en la autonomía del servicio, ya que mientras que en Ourense y Santiago la Ora va ligada a la grúa, en otras urbes ambos funcionan de modo independiente.

En Vigo la vinculación no procede de una adjudicación conjunta de este tipo, sino de la existencia de unas 200 plazas mixtas que, por la mañana, funcionan como espacio de carga y descarga y, por la tarde, como Ora. A este tipo se suman otros casi 2.000 espacios que pertenecen exclusivamente a la Xestión de Estacionamento Regulado (XER).

SIMILITUDES CON LUGO. Pese a esta diversidad, también se aprecian importantes paralelismos entre las otras ciudades gallegas y la situación en la que se encontraba la Ora de Lugo hasta julio de 2015.

Por ejemplo, en Ourense el servicio, del que se ocupa también Doal como ocurría aquí, lleva más de un año funcionando sin contrato, una circunstancia similar a la de Lugo, donde la concesión estaba anulada por sentencia judicial desde mayo de 2011.

La analogía con A Coruña se aprecia en el aluvión de quejas ciudadanas que se produjeron a raíz de los casos de vecinos que recibieron hasta ocho sanciones de golpe en sus domicilios, lo que recuerda a las reiteradas quejas de los lucenses por la excesiva presión que percibían de los controladores de la Ora.

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