Toda la patología urgente baja a mínimos históricos, desde el ictus a las apendicitis

La falta de movilidad exterior por el confinamiento y, sobre todo, el miedo a contraer el virus en el hospital explican que los pacientes de Urgencias del Hula se reduzcan en un 75%
Entrada del servicio de urgencias del Hula (NO USAR HASTA QUE SALGA EN PAPEL). XESÚS PONTE
photo_camera Entrada del servicio de urgencias del Hula. XESÚS PONTE

Este es un fenómeno generalizado, que se está viendo en toda España, en el que Lugo no es una excepción y para el que los médicos no tienen explicación: muchos enfermos urgentes parecen haberse ‘evaporado’. No se trata de que se reduzcan visitas al hospital para consultas, que lo han hecho porque ahora las reciben por teléfono, sino de una reducción brusca de problemas de salud que verdaderamente no pueden esperar, desde ictus hasta apendicitis.

El primero es, por ejemplo, la emergencia neurológica número uno: el 90% de los casos urgentes que ve un neurólogo son los ictus y en la provincia, con una población de edad avanzada, se dan con frecuencia. “No sabría decir en qué porcentaje pero han bajado muchísimo. Es algo para lo que no tengo explicación”, reconoce el jefe de Neurología del Hula, Robustiano Pego.

El segundo es otro ejemplo clásico de pura urgencia. Lo que en el triaje del que tan a menudo es el servicio de entrada al hospital se consideraría como absolutamente prioritario, que debe entrar sin esperar. El jefe de Cirugía, José Conde, tampoco tiene explicación.

“En las últimas dos semanas hemos operado dos o tres; en otra época serían entre ocho y diez”, apunta, al tiempo que recuerda que, al contrario que otras intervenciones urgentes, en las que puede influir, por ejemplo, un mayor control de la dieta gracias al confinamiento, la apendicitis no entiende de esas cuestiones y es mucho más azarosa, imposible de frenar o retrasar por un cambio de hábitos. Al mismo tiempo el que la padece no se puede abstraer de lo que le pasa y si tarda en ir al hospital lo hará con una peritonitis, algo que en otras zonas algunos médicos dicen estar viendo más a menudo.

Hay menos fracturas de cadera, lo que se puede explicar porque los mayores están más supervisados ahora

Que se trata de mínimos históricos lo prueban los datos que manejan servicios como el de Medicina Interna, con acceso a información de los últimos veinte años. “En marzo del año pasado teníamos una media de cien ingresados al día. Ahora, unos 35”, explica el jefe, Emilio Casariego.

Medicina Interna es el servicio con más ingresos de cualquier hospital. De él forma parte la unidad de Enfermedades Infecciosas, donde son hospitalizados los pacientes con Covid-19. Pero al margen de estos enfermos, el panorama ha cambiado radicalmente.

Se observa, por ejemplo, en las fracturas de cadera de los ancianos, un problema muy frecuente entre los mayores y que, por tanto, en Lugo, con una población envejecida, se da muy a menudo. Son los internistas, junto a los traumatólogos, los encargados de supervisar a los pacientes, ya que el paso por quirófano y por una hospitalización para un anciano, a menudo enfermos crónicos, puede suponer una descompensación de otras patologías de base que hay que prevenir. “Calculo que se han reducido en un 70% más o menos”, explica el doctor Casariego.

Nadie tiene explicaciones absolutamente certeras, admite, pero apunta una posible explicación: el confinamiento. “No se trata tanto de que los mayores estén más en casa porque, de hecho, muchas de las caídas que provocan una fractura se producen dentro de casa, haciendo cualquier movimiento cotidiano. Pero puede que, el hecho de que todo el mundo esté confinado, hace que tengan más supervisión y ayuda, y ya no tengan que hacer ciertas cosas porque otros las hacen por ellos y eso evite caídas”, dice.

“Desde el servicio de Cardiología os recordamos: no demores tu llamada ante un posible infarto"

INFARTOS. Los que no se reducen son los infartos. Al contrario que en otras zonas donde los cardiólogos observan bajadas de hasta el 40% en este número, en Lugo se mantienen como siempre. Hay habitualmente una media de uno cada dos días y los sigue habiendo. Sin embargo, sí se observa algo distinto y muy preocupante. “Los infartos nos llegan más evolucionados. La gente tarda más en llegar al hospital porque tiene miedo a venir. Entran por la puerta preguntando cuándo se pueden ir o llegan con un infarto, que es un problema serio y prioritario, y diciendo que no quieren pillar el Covid-19”, explica Raymundo Ocaranza, cardiólogo hemodinamista del Hula, que recuerda que, cuanto más tiempo se tarde en abrir la arteria, peor pronóstico.

Esa situación, que se da también en otras áreas, tiene tan preocupados a los cardiólogos del servicio lucense que hasta han iniciado una campaña con carteles que recuerdan que no se debe esperar. “Desde el servicio de Cardiología os recordamos: no demores tu llamada ante un posible infarto, reducirás el daño. Continuamos aquí durante las 24 horas del día para seguir cuidando corazones. Los infartos no entienden de coronavirus”.

Finalmente, en Atención Primaria también se han reducido el número de consultas sustancialmente, que además se producen casi al 90% por teléfono, según recuerda la médica de Familia Sofía López Linares.

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