Ambos llevan nombre de hombre —Klaus y Fabien—, ambos visitaron Galicia en un año terminado en 9 —2009 y 2019— y ambos dejaron a miles de localidades sin luz, sin calefacción, sin teléfono, sin wifi y sin agua caliente.
Miles de gallegos se retrotrajeron durante la jornada de este sábado a otra de hace una década cuando sus hogares quedaron incomunicados, a oscuras y sin medios para calentarlos. Las casas modernas es lo que tienen: su dependencia de la electricidad no tiene parangón en el siglo XXI.
Al igual que entonces, las velas fueron la tabla de salvación en muchas casas, desde Castroverde a Palas de Rei, de Antas a Friol y de Sarria a Vilalba. Sin excepción, sus vecinos vieron cómo los tendidos eléctricos caían como un castillo de naipes por culpa de los árboles desplomados sobre las líneas.
"Tivemos que volver ás velas e aos cámping gas nas casas", señala Pepe, un vecino de Castroverde, localidad que permaneció buena parte de la jornada sin luz. "Os nenos da casa nunca viran un e asustáronse cando iamos encedelo", añade jocoso.
Las cocinas económicas, todavía presentes en muchas casas del rural lucense, volvieron a ser la panacea para muchas familias que con ellas tuvieron garantizada al menos la comida y el calor de hogar.
La supervivencia energética, al igual de lo que sucedió en 2009 tras el catastrófico paso del ciclón Klaus, vino de la mano de los generadores, la salvación de muchos hogares con los congeladores a reventar tras las recientes matanzas.
Los negocios fueron otros de los damnificados en una jornada negra en clientes, poco ávidos de salir a la calle y enfrentarse a las duras inclemencias meteorológicas que camparon este viernres a sus anchas en Galicia de norte a sur, y de este a oeste. Aún así, siempre hay osados dispuestos a desafiar a Klaus, Fabien o Gloria, la próxima en venir, con estoicismo: "Creo que xa choveu para moito tempo".
