Tras varios días ejerciendo presión social, requiriendo presencia policial, con patrullas nocturnas y convocando movilizaciones, entre otras acciones, los vecinos de Albeiros consiguieron este miércoles que se marchasen los okupas que se habían colado el pasado fin de semana en una casa de este barrio.
Ese adiós no estuvo carente de momentos de tensión. Los okupas, que se habían ido al mediodía, intentaron de nuevo allanar la casa a última hora de la tarde, poco antes de la concentración prevista para las 20.00 horas. Pero los afectados lo impidieron y alertaron a las fuerzas de seguridad. Varias dotaciones de la Policía Nacional acudieron al lugar.
Tan pronto habían dejado libre el inmueble al mediodía, un grupo de vecinos se apresuró a atrancar las puertas de acceso con piedras para intentar impedir así que pueda ser allanada otra vez. Sus propietarios ya han solicitado presupuestos de obra para tapiarlas con el fin de evitar futuros quebraderos de cabeza.
Los okupas habían llegado a exigir el pago de 2.000 euros por irse a los dueños de esta vivienda que se encuentra en la Rúa do Vento, pero estos no accedieron a ese intento de extorsión, según aseguraron los vecinos.
Pese a esa marcha, se mantuvo la concentración, la que iba a ser la primera de una serie de ellas, para que los portavoces de los afectados explicasen las medidas que adoptaron para conseguir ese objetivo y también para agradecer el apoyo que han recibido a lo largo de estos días por parte de diferentes colectivos. A la movilización acudieron concejales del PSdeG-PSOE, PP y Ciudadanos.
"Es muy triste que se tenga que llegar a ejercer presión social para echar a gente de una casa que no es suya, pero estamos muy contentos", afirmó la presidenta de la Asociación de Vecinos de As Gándaras, Albeiros y Ponte Romai, Belén Ramos, que reconoció que están "sorprendidos" por la rápida solución, pese a los momentos de tensión vividos ayer a última hora de la tarde, porque esperaba que "los okupas ofreciesen más guerra para irse".
Entre "12 y 15 personas" de todas las edades, desde niños hasta ancianos, residían en esta casa de dos plantas y buhardilla de la Rúa do Vento desde finales de la semana pasada.
Belén Ramos incidía ayer en que estaban dispuestos a dirigirse a los servicios sociales para que comprobasen en qué estado se encuentran los menores y si están escolarizados, con la vuelta hoy al cole.
Otro de los portavoces de los afectados, Pablo Bargados, aludió al riesgo de que esta casa pudiese servir para el trapicheo de droga, como ya ha sucedido en otros inmuebles okupados de la capital lucense.
Pese a que esta revuelta vecinal dio sus frutos, Pablo Bargados solicitó a las autoridades que "busquen una solución" para las familias que abandonaron la vivienda que tenían allanada en la Rúa do Vento porque cuentan con varios niños, a los que considera que tienen que ofrecer "un hogar y unas condiciones dignas de vida".
