"Tendríamos que estar tranquilos en casa y es donde más miedo pasamos"

Los vecinos de la familia alojada por el Concello en Burozos soportan a diario amenazas, ruidos, goteras y suciedad, una auténtica "tortura psicológica". Exigen una solución "urgente" y dicen que están hartos de esperar que les hagan caso
El inquilino supuestamente conflictivo, en la ventana de un quinto piso. EP
photo_camera El inquilino supuestamente conflictivo, en la ventana de un quinto piso. EP

"Nuestra casa es el lugar en el que más tranquilos tendríamos que estar, pero es donde más miedo pasamos". Así se sienten los vecinos del inmueble número 9 de la Rúa Fontaneira, en Burozos, un enclave apacible en la zona del Sagrado Corazón que vio truncada su tranquilidad con la llegada de unos vecinos con los que resulta imposible la convivencia. 

Una definición demasiado laxa para explicar la realidad que sufren a diario los afectados, que llevan más de una década soportando insultos, amenazas, ruidos, suciedad, goteras y una larga lista de contratiempos que han puesto al límite su paciencia y su salud.

Objetos y basura en las zonas comunes de un edificio. EP
Objetos y basura en las zonas comunes de un edificio. EP

"Ya no podemos más. Tuvimos problemas de convivencia desde el día que llegaron, pero en los últimos dos años se han ido agravando y actualmente vivimos con pánico", dicen.

Sus palabras son contundentes, pero la expresión de su rostro resulta todavía más significativa. Se percibe su temor, se sienten desamparados y no entienden que el Concello —que alojó en esa vivienda a la familia problemática— no haya intervenido en más de una década a pesar de sus reiterados gritos de auxilio. "Estamos hartos de presentar quejas y de explicar nuestra situación, pero nadie hace nada", lamentan.

Estos vecinos no protestan por un problema puntual, sino por todo lo que supone compartir inmueble a diario con personas que no respetan ninguna norma. "A los ruidos ya estamos acostumbrados. Ponen la música a todo volumen, gritan a cualquier hora del día y de la noche y dan golpes continuamente. Pasamos muchas madrugadas en vela y eso nos ha pasado factura. En este edificio hay gente mayor y niños que tienen que madrugar para ir al colegio después de no haber pegado ojo. Esto hay que vivirlo para saber lo que es", señalan.

Zonas comunes. Además, los inquilinos que ocasionan las molestias —que residen en la quinta planta del edificio— no se limitan a montar follón en el interior de su vivienda. "Ocupan todas las zonas comunes con cosas viejas y basura. A veces", cuentan los vecinos, "entramos en el portal y casi no podemos andar hasta las escaleras. Llegaron incluso a dormir en los rellanos y a ocupar los rochos. A veces entran con basura que cotres gen de los contenedores y luego lo dejan todo tirando en el ascensor. La suciedad es insoportable e incluso llegamos a tener plagas de insectos. Es muy duro entrar en nuestra vivienda y soportar esta situación".

Escuchar a los afectados estremece y resulta imposible no empatizar con una situación en la que cualquiera se puede ver inmerso. "Desde que llegaron estas personas ya tuvimos que arreglar tres veces la puerta de entrada y pusimos puertas de seguridad para acceder a los rochos. En la vivienda que está justo debajo de la suya, en la que vive una familia con niños pequeños, la situación es terrible, ya que sufren filtraciones de agua continuamente. Los techos están llenos de humedad y cae agua como si lloviese. Al parecer arrancaron la bañera y los daños que ocasionaron en la vivienda son tremendos", lamentan los afectados.

repr esalia s. Con todos estos altercados, las intervenciones de la Policía Local en el inmueble a lo largo de los últimos años han sido una constante. Sin embargo, los vecinos aseguran que es peor el remedio que la enfermedad. "Cuando ya no podemos más, acabamos llamando al 092 y viene una patrulla, pero no pueden hacer gran cosa y al final es peor porque ellos toman represalias y hacen de todo para vengarse. A veces", exponen, "se meten en el ascensor y pulsan la alarma durante horas, o nos llaman insistentemente al timbre mientras nos amenazan. Es una tortura psicológica".

Humedad causada por las fugas de agua de los inquilinos. EP
Humedad causada por las fugas de agua de los inquilinos. EP

Los afectados denuncian públicamente su situación porque viven atemorizados. "Tenemos auténtico pánico. Llegaron a vivir hasta 30 personas en el piso y uno de los inquilinos ha alcanzado un grado de violencia que asusta. Hace poco, se acostó en la repisa de la ventana del quinto piso a tomar el sol, sin temor a caerse; está claro que puede ser capaz de cualquier cosa porque no tiene nada que perder. Se creen impunes", advierten.

Los vecinos también están hartos de que los inquilinos conflictivos, de etnia gitana, los tachen de racistas. "Para nada nos importa eso. De hecho, una de las familias del edificio es marroquí y son unos vecinos estupendos y un ejemplo de comportamiento. Nuestro problema con los inquilinos gitanos es que no respetan nada y no nos dejan vivir".

Ante esta situación, el Concello anunció el pasado jueves que ha iniciado el proceso de desalojo tras intentar durante años, sin éxito, un trabajo de mediación para lograr la integración. Sin embargo, los vecinos temen que los trámites se prolonguen en el tiempo y la solución llegue demasiado tarde. "Estamos hartos de las palabras. La situación es grave y tienen que actuar con urgencia porque ya no podemos más", concluyen estos lucenses.