LOS MIÉRCOLES, en Albertia Lugo hay una cita ineludible, puesto que desde hace un mes y medio se ha establecido el taller de cocina como una de las actividades habituales que se llevan a cabo semanalmente.
Cada semana se escoge una receta diferente, lo que permite variar y experimentar con distintos alimentos y sabores. Las recetas son de preparación sencilla y se ha optado por la repostería, ya que así esta es consumida en la merienda o como postre detrás de la comida.
En el último taller que se llevó a cabo tocó la elaboración de unas ricas palmeritas de hojaldre. Esta receta tiene una preparación sencilla pero, como en todas, requiere de su técnica.
Los y las residentes se prestan ayuda los unos a los otros y entre todos van realizando, de forma ordenada, casa paso de la preparación. Primero toca enroscar la masa, después cortar en pequeñas rodajas con la medida adecuada, pasarlas por un poco de azúcar para que una vez en el horno este se caramelice, colocar el papel de horno en las bandejas, distribuir las palmeras con cuidado en las bandejas del horno, etc...
MÁS QUE REPOSTERÍA. Los talleres de cocina tienen innumerables beneficios para las personas mayores, ya que de una forma lúdica se trabajan funciones cognitivas tales como: la planificación (al llevar a cabo de una forma ordenada los diferentes pasos de la receta), la memoria (al recordar todos los ingredientes y pasos a seguir) y la atención (hay que estar pendiente del tiempo y los pasos), entre otras.
Además, se trabajan las funciones motoras al ejercitar el movimiento de brazos y manos con el manejo de utensilios de cocina, así como la motricidad fina, la coordinación y la fuerza. Por último, y no menos importante, se fomentan las funciones sociales al favorecer la relación y la comunicación entre todos y todas los participantes, ayudándose mutuamente y colaborando, aumentando así la autoestima al realizar una actividad grupal que es de su gusto. Y lo más importante, disfrutan de un rato agradable y distinto.
