Los superabuelos lucenses salen al rescate de sus nietos

La suspensión de las clases supone una confrontación entre la recomendación de las autoridades sanitarias y la necesidad de los padres de conciliar la vida laboral y familiar
Una abuela con su nieto en un parque infantil. EFE
photo_camera Una abuela con su nieto en un parque infantil. EFE

Viva españa, viva El Rey, viva el mando de la Play. Dos de la tarde del pasado jueves, adolescentes salen en tropel de un colegio de Lugo repitiendo ese grito. Si para ellos comenzaban unas inesperadas vacaciones, a sus padres se les encendían las luces de alarma. ¿Qué pueden hacer durante al menos dos semanas con sus descendientes en casa? En la mayoría de los casos el remedio para poder conciliar familia y trabajo es echar mano de los abuelos, sobre todo en una situación de crisis sanitaria como esta en la que no hay las alternativas de ociotecas, guarderías, campamentos...

La suspensión de las clases será efectiva a partir del lunes, pero este viernes ya fue mínima la afluencia de escolares a colegios en la capital lucense. Sin embargo, no fue fácil ver a abuelos por la calle de la mano de sus nietos. Pero no probablemente porque los padres de las criaturas hiciesen caso a las recomendaciones de las autoridades sanitarias porque las personas mayores son un grupo de riesgo, sino más bien porque los yayos atendieron a las peticiones de no salir de casa.

Pero hubo excepciones. A las once y media de la mañana una lucense salía a pasear con su hijo, de unos 11 años, y los abuelos de este. Cuando caminaban por la Avenida Rodríguez Mourelo, reprendió al menor por agarrar la mano de su yaya. "A un metro de distancia te dije", afirmó. "Para eso mejor me hubiese quedado en casa", respondió lacónicamente el crío, ante la mirada cómplice de su cuidadora septuagenaria.

Los yayos lucenses anteponen el cuidado a sus nietos a los riesgos para su salud que pueda entrañar un posible contagio

Los abuelos se resisten a no arrimar el hombro cuando están los nietos de por medio, pese a los repetidos consejos médicos de cómo se debe actuar ante la pandemia del coronavirus. "A los nietos aún los quieres más que a los hijos", se justificaba ayer Manuel, de 73 años, que estaba haciendo recados mientras el retoño, de cuatro años, quedaba al cuidado de la abuela en su domicilio. "No queda otra, la madre está en el colegio y el padre en el negocio", añadía.

NO SIN MI NIETA. Carmen, una viuda que este viernes recibía la visita en su hogar a la hora de la comida de su nieta de 13 años, aseguraba que no puede pasar "sin las carantoñas" de la benjamina de la familia.

Esta lucense, de 82 años, apuntaba que no está dispuesta a prescindir temporalmente del contacto con su nieta, pese a las recomendaciones sanitarias que velan por su propio bien, por la vitalidad que le aporta la menor y porque además se siente útil echando una mano para que su hijo y su nuera puedan conciliar.

Antón, de 64 años, sí salía este viernes a media mañana a la calle con su nieto. El recomendado metro de distancia lo cumplía sobradamente porque el terremoto de cuatro años no paraba de correr de un lado para otro por las peatonales Praza Maior y Rúa da Raíña de la capital lucense. "É un problema serio a nivel mundial, pero tampouco se debe coller un medo tremendo que non se poida facer un pouco de vida con certa liberdade", afirmaba.

Considera que su ayuda es imprescindible. "Non é como antes que había varios familiares na casa, que se ocupaban en cadea un detrás do outro", recordaba este sexagenario.

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