Nuestra primera historia arranca a las 6.30 de la mañana, la hora a la que se levanta cada día Baldomero Fernández en su vivienda del polígono de O Ceao. Aunque ese 11 de abril fue distinto a cualquier otro día porque Baldomero escuchó unos ruidos extraños, unos golpes. Tal y como relató a El Progreso, pensó que le estaban “petando na porta os ladróns para entrar”. Nadie golpeaba su puerta, probablemente, lo que escuchaba, eran botes de pintura explotando. Ya desperezado, vio las llamas frente a su casa, la Policía ya había llegado y los Bomberos estaban de camino.

Fue entonces cuando Baldomero tomó las primeras imágenes que tenemos del fuego y que muestran una columna de fuego y humo que, desde ese momento, no dejó de crecer y muy pronto se hizo visible en toda la ciudad. Y siguió ardiendo nueve días por lo que los trabajos de los investigadores para determinar el origen del fuego tuvieron que esperar.
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Pero volvamos ahora a los primeros compases del suceso. Como decíamos, las llamas se iniciaron alrededor de las seis y media en Castro Parga. Una hora más tarde, ya habían destrozado por completo la tienda y la zona de oficinas de la citada empresa de pinturas. Los testimonios de los allí presentes coinciden en dos puntos: en que el panorama era "desolador" y en el impactante calor que se percibía en la zona del incendio a pesar de que era una mañana fresca.
Uno de los momentos más tensos se registró cuando el viento desplazó las llamas hacia una gasolinera próxima, donde los responsables vaciaron el combustible de los depósitos con un camión cisterna para evitar una posible explosión.
El primer balance de la situación se hizo público a las 11 de la mañana, cuando ya no había riesgo para la estación de servicio, aunque el viento seguía dificultando las tareas de control del fuego. En ese momento trabajaban en la zona la plantilla completa del cuerpo de bomberos de Lugo, —cerca de medio centenar—, los bomberos de Vilalba, Protección Civil y una decena de patrullas de la Policía Local, Nacional y Autonómica. En total, el suceso movilizó a más de un centenar de efectivos.

Las cuatro claves del incendio de O Ceao
El incendio de O Ceao y su evolución se pueden explicar a través de cuatro claves, las que nos daba por entonces en El Progreso Paula Vilariño
El primer factor fue el VIENTO. Las rachas cambiaban continuamente de dirección e intensidad, lo que dificultaba que los efectivos pudieran acotar la zona y seguir una única pauta de actuación. Esta circunstancia obligó a los efectivos a reorganizar constantemente su trabajo y a no bajar ni un solo minuto la guardia.
El segundo factor clave fue la GASOLINERA. En un principio no hacía presagiar que la gasolinera ubicada en la parte posterior de Castro Parga corriera ningún tipo de peligro. Sin embargo, alrededor de las diez de la mañana, las llamas se avivaron de forma repentina y se acercaron demasiado a la estación de servicio, provocando momentos de mucha tensión.
La tercera clave fue tecnológica, nos referimos a los DRONES. Desde el exterior de las naves afectadas por el fuego se podía apreciar la dirección de las llamas y la intensidad del humo, pero saber con detalle lo que estaba sucediendo en el interior de las instalaciones era misión imposible. Por eso la Policía Local solicitó la intervención de una empresa de drones para que tomara fotografías aéreas y realizara videos del incendio. Así, podían visualizar en tiempo real lo que sucedía, lo que supuso una inestimable ayuda para los efectivos de emergencias.
Gracias a las imágenes de José Luis Rodríguez, conocido como Pradero, el operativo contó con un arma determinante a la hora de atajar el fuego.
El cuarto factor a destacar fue un PASILLO, el pasillo de la nave de Castro Parga que sirvió de cortafuegos, impidiendo que las llamas llegasen a la zona en la que se encontraban una serie de productos inflamables.
Según los expertos, si el fuego hubiera llegado a los bidones almacenados en la fábrica se habría producido una explosión de tal calibre que habría afectado a prácticamente todas las empresas de la manzana y a también los negocios que están situados en el lado opuesto de la calle.

Alrededor de la una del mediodía —y tras más de seis horas de intervención—, los bomberos daban por controlada la situación, aunque el operativo continuaría más de una semana. En ese momento ya se pudo hacer una estimación de daños de la zona afectada. El saldo que dejaba era el siguiente: las naves de Castro Parga, Al Volante y Fraín ardieron por completo. Además se vieron afectadas severamente Frigoríficos Alfonso, Dielectro Industrial y la planta de impresión de El Progreso.
La investigación del mayor incendio de Lugo
Hasta el 27 de abril no se pudo iniciar la investigación. La llevó a cabo la Brigada de la Policía Científica de Lugo con el apoyo de cuatro agentes Policía Científica expertos en investigación de fuegos.
Los guías caninos y los análisis de laboratorio determinaron que no había presencia de acelerantes en la zona. La recopilación de imágenes, testimonios e informes tanto policiales como de Emerxencias, sumado a las pruebas forenses, confirmaron la hipótesis: un cortocircuíto en Castro Parga fue el origen del fuego. Un fuego que, según la estimación de la confederación de empresarios de Lugo, generó unas pérdidas superiores a los 15 millones de euros.
La solidaridad de los lucenses
Hay otro balance, el humano, en el que los resultados se puede calificar de espectacular. La reacción de la ciudad ante la catástrofe fue sobrecogedora. Empresarios pusieron naves a disposición de los afectados, hosteleros ofrecieron café y agua a los miembros del operativo y a los trabajadores de los negocios afectados, trabajadores de otras empresas no dudaron en echar una mano para intentar salvar todo lo que se pudiera de los negocios de sus vecinos , firmas cedieron material para luchar contra el fue… La respuesta solidaria de los lucenses, que también se volcaron en las redes sociales, fue ejemplar y si algo bueno podemos sacar de aquellos días es el recuerdo de unas jornadas en los que todos a una hicimos frente al fuego y ganamos.