El sospechoso dijo que a la hora del crimen de O Ceao estaba en su bar

Tranquilo y frío, el único procesado reprochó el daño personal que le causó este caso, por el que había perdido a su pareja y tres trabajos
El procesado, tras prestar declaración. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera El procesado, tras prestar declaración. VICTORIA RODRÍGUEZ

Manuel Juan V.C. sabía que, 27 años después del doble crimen del Cash Récord, tenía todos los triunfos en la mano y supo utilizarlos en la declaración que este martes realizó como procesado en el juzgado de Primera Instancia 1 de Lugo. En una comparecencia que duró cerca de dos horas, el principal sospechoso declaró a todas las preguntas que se le hicieron, la mayoría de las cuales, inexplicablemente, nadie le había formulado en todos estos años. La principal de ella, cuál era su coartada, dónde estaba sobre las 20.00 horas de aquel 30 de abril de 1994, cuando la cajera Elena López y el reponedor Esteban Carballedo cayeron asesinados a tiros en un atraco: Manuel Juan V.C. aseguró sin dudar que ese día estuvo en su bar de Lugo, Los Ángeles, desde las dos de la tarde a las dos de la madrugada.

El procesado, que en todo momento se mostró tranquilo y frío durante la declaración, también rechazó que fuera cierto el testimonio realizado en su día por un cliente habitual y supuesto cómplice en algunos asuntos turbios, que había afirmado que Manuel Juan había llegado a Los Ángeles ese sábado pasadas las ocho de la tarde.

Evidentemente, todos eran conscientes de que ya no hay manera de cotejar nada, como tampoco la hay de comprobar si eran ciertas aquellos dos testimonios de otros dos delincuentes que fueron detenidos junto con Juan Manuel V.C. en una operación antidrogas realizada por la Policía Local pocos meses después de los asesinatos.

El sospechoso negó que estuviera familiarizado con las armas pese a tener licencia de tiro olímpico y ser detenido con pistolas

En aquella ocasión, ambos habían reconocido que el dueño de Los Ángeles les había propuesto un atraco al Cash Récord como el que se cometió. Incluso uno de ellos explicó que un día le había llevado hasta allí en coche y le había ensañado dos pistolas del mismo modelo que la que se uso para el crimen. En el registro de su bar y su domicilio, de hecho, se encontraron estas armas y abundante munición, algo por lo que el procesado llegó a cumplir condena.

Sin embargo, este martes aseguró que esas dos personas mintieron para obtener la ayuda policial y no ir a la cárcel por el asunto de las drogas. Incluso dijo que en su momento tuvo un careo con uno de ellos ante juez, careo del que no hay constancia en el sumario.

Más sorprendente fue su justificación sobre las armas: negó también que las encontradas en el registro fueran suyas e incluso llegó a afirmar que no era una persona avezada en su manejo, a pesar de que se le recordó que tenía ficha de tiro olímpico y que había cumplido una condena por tenencia. Él replicó que esa detención se produjo precisamente cuando acudía a devolver una pistola que había comprado en el mercado negro porque le habían engañado y se había encasquillado al probarla.

LO ECHARON DEL TRABAJO. Esa fue la tónica general en todo el interrogatorio, jugando sus triunfos uno tras otro hasta tener la partida ganada. Para la última baza reservó el as del daño personal: estos años de sospechas sobre él le han causado muchos problemas; por ello acabó por romper con su pareja y en Burgos, donde reside desde hace tiempo, lo llegaron a echar de tres trabajos cuando se enteraban por los medios de su situación.

La declaración terminó como había empezado, sin nada nuevo para el caso. Ni siquiera las acusaciones particulares se atrevieron a pedir medidas cautelares contra Manuel Juan C.V, que abandonó los juzgados de Lugo probablemente para no regresar nunca.