"Somos rumanos, pero no tontos. Nosotros cumplimos nuestro deber y la dueña del piso no"

Una familia se defiende de las acusaciones de okupación de la vivienda que habita desde 2021, mientras que la propiedad reconoce que el inmueble tiene problemas y quiere que los inquilinos la dejen porque tampoco ellos son cumplidores, asegura
Elena, mostrando las humedades en la vivienda que habita en la Rúa Otero Pedrayo. SEBAS SENANDE
photo_camera Elena, mostrando las humedades en la vivienda que habita en la Rúa Otero Pedrayo. SEBAS SENANDE

Elena Madalina cuenta que ella y su familia, rumana, llevan 16 años en Lugo, que desde entonces han pasado por tres pisos y que siempre han pagado el alquiler correspondiente, hasta el pasado diciembre, asegura, y por razones que considera justificadas, por lo que está ofendida y enfadada porque la llamen okupa. "Yo nunca viví sin pagar. No pueden llamarme okupa. Somos una familia, vivimos como podemos, tenemos niños educados, que van al colegio", afirma, mientras que su marido, Mario Dragan, remacha: "Somos rumanos, pero no tontos. Nosotros cumplimos con nuestro deber y la dueña del piso no cumple", asegura.

La familia vive desde julio de 2021 en un quinto piso de la Rúa Otero Pedrayo, según el contrato que muestra y que tiene fecha de vigencia hasta julio de este año. Pagan 200 euros al mes de alquiler, explican a la vez que muestran un fajo de recibís con la supuesta firma de la propietaria del inmueble. También corren con los gastos de la vivienda, como agua y luz, según recoge el contrato.

El último recibí es de noviembre porque, explica Elena, en diciembre advirtieron a la dueña del piso de que no le volverían a abonar el alquiler hasta que les arreglasen las filtraciones de agua que se producen en tres estancias de la casa, la cocina, el baño y una habitación. Sin contar la terraza, cubierta por chapas de plástico que son un coladero, según muestran los vídeos grabados días atrás. En otras grabaciones y fotografías se ven trozos de techo con la pintura despegada y agua goteando al suelo y bajando por la pared.

La pareja cuenta que las filtraciones comenzaron en octubre y que ya entonces pidieron a la propietaria de la vivienda que las arreglara. Como no atendió la solicitud, recurrieron a un abogado y le enviaron un comunicado por burofax, según explican. La propietaria les respondió con otro en el que les pedía que dejaran la vivienda y les perdonaba lo adeudado. "Pero nosotros no queremos irnos. ¡A dónde vamos a irnos, en invierno, con lluvia y este frío!", exclama el hombre, que desde que fue despedido de una empresa del sector de la construcción, como otros compañeros, asegura, se gana la vida saliendo a trabajar al monte. Es la misma salida laboral que ha encontrado uno de sus hijos, mayor de edad, que tiene una niña y reside con ellos, al igual que un hermano menor. Los ingresos de la familia se completan con la Risga que percibe la madre, que sufre insuficiencia cardiaca, asegura.

Cuando la familia llegó a la vivienda de Otero Pedrayo ya tuvo que ocuparse de acondicionarla, cuentan. Según el contrato que muestran, solo tenía los muebles de la cocina y algún otro. "Pintamos el piso con ayuda de un español, que puede ir de testigo, y lo dejamos lo mejor que pudimos. Tenías que ver cómo estaba antes…", señala Elena. El verano pasado surgió un problema mayor. Se estropeó la caldera del gas y, según aseguran los inquilinos, la propietaria se negó a cambiar una pieza que cuesta 105 euros. "Hicimos nosotros un arreglo, pero puede ser peligroso, porque encendemos la caldera con un mechero largo. La dueña nos decía que calentáramos el agua en el hornillo para ducharnos, que también ella se lavaba así de joven. ¡Pero señora, estamos en el siglo XXI!, le dijimos", exclama Mario, aunque es su mujer quien parece más molesta. "Yo le dije que le iba a pagar los dos meses que le debemos si me arregla el techo y ella no quiere. Dice que va a ir por la vía judicial. Pues si va ella yo también voy. Le iremos pagando al abogado poco a poco, como podamos. No voy a permitir que me llamen okupa", asegura.

La propiedad responde

Félix López explica que él y otros sobrinos de la dueña del piso se pusieron al frente del caso en septiembre debido a que su tía está enferma y que, al menos desde ese momento, los inquilinos deben todas las rentas, salvo la de noviembre, además de los gastos de agua y luz, ya que la comunidad nunca la pagaron, asegura.

Explica que la propietaria tiene alquilados también el cuarto piso y el bajo y que con esos inquilinos nunca tuvo problemas. Respecto al quinto, indica que en diciembre recibió un burofax donde le informaban de que no iban a seguir pagando porque el piso no reunía requisitos para vivir. La propietaria respondió con otro en el que pedía que dejaran la vivienda y que no les reclamarían la deuda. Félix López dice que la propiedad es consciente de que el piso necesita arreglos, pero sostiene que para reformarlo se necesita que esté vacío, y reconoce que no tiene interés en que la familia siga porque no quiere "gente que no es cumplidora". Añade que, además de no pagar, en la vivienda hay más personas de las autorizadas por contrato y que llevan cabo alguna actividad que molesta al resto de vecinos, como recoger enseres de los contenedores y meterlos en el piso. 

López asegura que los problemas en la vivienda no aparecieron de un día para otro y que si la familia no está cómoda en ella debe buscar otra. "No les decimos que se tienen que marchar mañana. Que busquen, pongan día y se marchen", añade.