Los secretos que la muralla saca a la luz

La inversión de 9 millones en lo que va de siglo mejoró el monumento y permitió también desvelar misterios
Visita a la muralla organizada por la Xunta. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Visita a la muralla organizada por la Xunta. VICTORIA RODRÍGUEZ

La Xunta ha invertido nueve millones de euros en la muralla desde principios de siglo. Es dinero que ha servido para preservar la gran construcción romana, pero también para ir desvelando secretos del monumento, como los de la enorme sala que hay a la altura de la zona erróneamente conocida como Campo da Forca (que estaba por fuera de la muralla, no en el interior). Se esconde allí una bóveda monumental, pero el hueco se abrió hace no muchos siglos y sirvió como almacén de los aperos del conde Pallares y después tuvo uso militar en las guerras de la Independencia y Carlistas.

En las contiendas Carlistas hubo allí una batería, desveló el arqueólogo Celso Rodríguez Cao durante la visita comentada a la muralla que organizó este lunes la Xunta para dar a conocer los últimos hallazgos en el monumento. Mucho después hubo allí un transformador eléctrico, del que salían los cables que llevaban la energía a la zona de las Casas Baratas. Por fuera hubo muchos años una puertecita de madera, que daba acceso a la salida de ese cableado.

A solo unos metros de allí está la galería hallada hace unos años y sobre la que incluso se especuló con que podría ser una salida secreta. No lo era y ni siquiera tiene salida al exterior. El proceso de investigación y musealización llevado a cabo probó, explica Cao, que el túnel no es de origen romano, sino del segundo cuarto del siglo XVI. En un origen hubo allí una tinería, es decir había tinas donde se trataban, curtían y teñían las pieles, un proceso que generaba olores fuertes y desagradables, por lo que se hacía a las afueras de las ciudades. Y ese punto era entonces extrarradio de la ciudad.

Más tarde, contó el arqueólogo, Pegerto Sánchez, un arquitecto municipal preocupado por la sanidad, aprovechó aquel canal para sacar las aguas sucias de la ciudad, que hizo bajar hacia Fonte dos Ranchos.

Esos son algunos de los últimos secretos de la muralla sacados a la luz gracias a las intervenciones arqueológicas, presentadas este lunes a los lucenses en un acto guiado por Roberto Pena, jefe de los servicios de arqueología de la Xunta, y el arqueólogo Rubén Álvarez Asorey.

La cita, organizada con motivo de la semana de la administración abierta y que contó también con la participación del delegado de la Xunta, Javier Arias, permitió a los numerosos asistentes hacer un recorrido extenso para conocer las últimas obras en el monumento.

Álvarez Asorey recordó que la muralla no ha parado de sufrir cambios en sus 1.700 años de historia y relató cómo la operación Muralla Limpia, llevada a cabo hace medio siglo, supuso eliminar las casas adosadas a la muralla a partir del siglo XVIII. Al tirar las casas se reconstruyeron cubos y por eso algunos de los restaurados estaban llenos de cemento moderno, que se retiró, contó.

El viejo cableado eléctrico aún se sigue retirando y causó gran daño al monumento

Los romanos, recordó Rodríguez Cao, utilizaron en la muralla las mejores técnicas constructivas y materiales tan sofisticados que, literalmente, han hecho historia. El hormigón romano era de una gran resistencia y además tenía capacidad para autorrepararse.

Por si fuera poco, la muralla también tenía estructuras para evacuar el agua de la lluvia y evitar daños por humedades, contó. Pero parte de ese sólido armazón se destrozó cuando llegó la electricidad. La muralla, que nunca ha parado de cambiar y de evolucionar, se usó como plataforma para extender el cableado eléctrico y también para colocar los transformadores, diseminados en muchos puntos y ocultos tras esas pequeñas puertas que los lucenses han visto durante años y años.

Las instalaciones eléctricas se fueron retirando desde hace muchos años, pero en las obras de restauración todavía siguen saliendo a la luz restos de aquel antiguo cableado, contó ayer Cao.

El problema de aquella instalación es que para su instalación se rompió el antiguo y sólido hormigón romano, lo que propició la aparición de problemas de humedades en el monumento, concebido, por otra parte, para ser casi indestructible.

Comentarios