Jonathan Novo: "Sé que doy miedo, pero ahora estoy trabajando para cambiar"

El conocido delincuente de Lugo Jonathan Novo relata su experiencia con la violencia, la cárcel y su intento de convertirse en una nueva persona 

 


 

Jonathan Novo, tras la entrevista. SEBAS SENANDE
photo_camera Jonathan Novo, tras la entrevista. SEBAS SENANDE

Jonathan Novo, la mitad de los conocidos como los Gemelos del Sagrado Corazón, se convirtió en el último lustro en uno de los delincuentes más conocidos y más peligrosos de Lugo. Tráfico de drogas, robos y peleas, sobre todo muchas peleas: con uno o varios rivales a la vez, con policías, con botellas, con palos, con quien se le pusiera por delante. Su rostro tatuado, desde las cejas a la boca, con su característico número 55 luciendo en su frente, hacían que no pasara desapercibido. Esa vida le llevó dos veces a prisión, una de ellas por intento de asesinato después de apuñalar a otro, pero condenas arrastra muchas más. 

Ahora, con 25 años y después de un año y siete meses en libertad provisional en los que ha estado "limpio", quiere dar la cara para tratar de convencer a Lugo de que es otro, de que una persona puede cambiar. Lo que sigue es la transcripción prácticamente literal de la entrevista que concedió a El Progreso.

Los lucenses le conocen, desgraciadamente, por los líos de todo tipo que ha montado. ¿Quién es en realidad Jonathan Novo?

Jonathan es un chaval que a los 17 años perdió a sus dos abuelos y no supo cómo llevarlo muy bien. En vez de salir adelante, caí en el mundo de las drogas y no pude superar la muerte de mis abuelos. Aparte, tengo trastorno de doble personalidad. Cuando salía de fiesta mezclaba cosas que no podía mezclar, alcohol y todo tipo de drogas que te puedas imaginar, de todo, y no me daba ni cuenta de lo que hacía. Al día siguiente me decían "Johnny, hiciste esto" y no lo recordaba, o me despertaba en el calabozo y pensaba "esto no puede ser". Pero es que tengo algo aquí dentro (se señala el centro de la frente) que hay un momento que deja de funcionar y Jonathan ya no existe, me da igual lo que me digan, que Policía que nadie.

¿Sigue en tratamiento?

Sí. Antes también, lo que pasa es que lo mezclaba con todo y era peor, abusaba de él. Igual la médica me decía que tenía que tomar tres pastillas al día y a lo mejor me tomaba seis nada más despertar. Luego toda la tarde a cervezas, me comía otras cuatro y todas las pastillas que cogía. Y pasó lo que pasó.

¿No había nadie en su vida que lo controlara?

Mi hermano gemelo, pero siempre íbamos juntos y nos controlábamos más, mirábamos el uno por el otro, peleaba menos. Ahora llevamos un tiempo sin hablarnos, por cosas familiares. Pero sabemos que siempre vamos a ser hermanos y podemos contar el uno con el otro.

Generated by  IJG JPEG Library
AppleMark
Jonathan Novo muestras sus tatuajes. SEBAS SENANDE

La realidad es que usted siempre ha estado metido en un mundo de violencia, siempre en peleas.

Yo entré en prisión por intento de homicidio, algo de cinco segundos sin lucidez, te levantas en el calabozo y dices "¿qué ha pasado?". Pero cuando salí me intentaron buscar una fama que no era, de que siempre andaba con navaja y eso, cuando era mentira. Solo fue esa vez de casualidad.

Bueno, la verdad es que usted no necesita una navaja para ser peligroso.

No, la verdad es que no. Mido 1,92, pesó cien kilos y no soy manco. Siempre me gustó entrenarme mucho. Yo dentro de mí mismo estoy encerrado en mi propia prisión, no dejo entrar a nadie, es un círculo muy cerrado. Por eso intento hacer mucho ejercicio ahora. Antes no tenía esa capacidad, era fiesta, fiesta y fiesta. A día de hoy me dicen fiesta y no me apetece, esos 50 euros que estaba gastando en cocaína o en pastillas o MDMA o lo que hubiese, a día de hoy los gasto en mis coches.

Siempre le gustaron los coches. De hecho, uno de sus líos más sonados fue aquella vez que se empotró en la muralla con un A-8 que había comprado unas horas antes.

Esa fue gorda. Yo ahora lo pienso y digo: es lógico, porque a un chaval de 20 años le pones ese coche y se va a estrellar, hubiese sido yo u otro. Lo que pasa es que lo mío fue más mediático porque luego me grabé en el hospital diciendo que la había gozado, pero es que estaba todo colocado, si tenía la cabeza abierta y estaba tan tranquilo. No me enteraba de nada. Lo que no es verdad es lo que se dijo que me había costado 20.000 euros: lo cambié por mi Ford Escort 136 diésel y 200 euros. Lo que pasa es que desde que salí de prisión me buscaron muchos problemas, que si era el más duro y me buscaban. Ahora me pasa y lo quito a un lado porque no me interesa, tengo mi casa, mi vida, pero antes me venía uno, me decía algo y le pegaba.

"Mezclaba todo tipo de drogas y me despertaba en el calabozo sin recordar nada"

¿Le quedan causas pendientes?

Sí.

¿Cómo para volver a entrar en prisión?

Espero que no, porque llevo un año y siete meses fuera, con analíticas en Cruz Roja todos los martes y siempre limpio. A ver, igual una o dos analíticas han salido mal, porque los que somos como yo cuando algo nos va mal recurrimos a la droga, pero en este año y siete meses me he podido drogar dos veces. En comparación con lo que era, ya ha perdido el sentido. Prefiero coger los 30 euros que vale medio gramo y llevar a comer a mi pareja. Me ha cambiado del todo la mentalidad.

Generated by  IJG JPEG Library
AppleMark
Jonathan Novo. SEBAS SENANDE

¿A qué se debe ese cambio, cuál fue el punto de inflexión?

Creo que fue esta última vez que estuve en prisión, que pasé por Teixeiro y por A Lama, que son dos cárceles de máxima seguridad. Yo seguía siendo un peligro aún dentro de la cárcel. En Bonxe tuve una pelea y me trasladaron a Teixeiro; allí tuve otra y me llevaron a A Lama. Allí mis padres se tenían que levantar a las cinco de la mañana para verme media hora. Estaba en bunkers, en primer grado, solo podía salir una hora al día. En A Lama solo podía bajar al patio una hora, yo solo con seis marroquíes. Máxima seguridad, rejas por todos los lados, miras arriba y no ves cielo, ves rejas. Llegué a tal punto que me dije: ¿Johnny, qué vas a hacer, pasar la vida pasando por todas las cárceles, de una a otra? A los 18 años ya no estás adaptado para trabajar, te queda un subsidio de por vida. Me perdí la muerte de mi padrino, cuando empezó a hablar mi sobrino pequeño, cuando empezó a caminar el grande... Antes no tenía cabeza, no me importaba nada, pero ahora sí.

Ha empezado a borrarse los tatuajes de la cara que lo hacen tan reconocible. ¿Por qué?

Es que cuando salí flipé. Antes de entrar tomaba muchísimas pastillas, pero es que cuando salí toda la gente que conocía tomaba muchísimas pastillas. Yo antes era el pastillero y ahora todos están con las pastillas, ¿en qué se van a convertir? Se me encendió un chip: ¿Pará qué, para estar un mes fuera y luego volver adentro? No me compensa. A día de hoy tengo una pareja, tengo el proyecto de mi coche para arreglar...

Antes no tenía cabeza, no me importaba nada, pero ahora sí.

¿De qué vive?

Del paro del subsidio taleguero. Desde los 18 años, tengo tres años cotizados por el tiempo que pasé en prisión. Me quedan dos meses de paro y luego me quedan ayudas de Estado. No tengo problema. Son 450 euros, pero no tengo problemas. Por ejemplo, el coche lo compré por 200 euros y el proyecto consiste en ir arreglándolo yo mismo, no en pagar para que me lo hagan.

¿Y si le gusta la mecánica y se le da bien, por qué no prueba a trabajar en ello?

Porque ahora estoy con trabajos en beneficio de la comunidad por la mañana, en Remar, y llego cansadísimo. Por la tarde paseamos o vemos algo en la tele y por la noche me dedico a hacer directos en las redes, que me está yendo bien. Tengo una vida ordenada.

¿De qué vivía antes?

La verdad, trapicheaba. No es que fuese un gran narco, pero trapicheaba para vivir.

¿Y se vivía bien?

Sí.

¿Cuándo empezó a tatuarse?

Llevo un año y cuatro meses borrándome los de la cara. Empecé a tatuarme con 17 años, y tengo todo el cuerpo. Lo primero que me hice fue en el brazo las manos de Dios.

Generated by  IJG JPEG Library
AppleMark
Jonathan Novo sonríe. SEBAS SENANDE

¿Es un hombre de fe?

Creo en Dios. Siempre llevo el rosario de la primera vez que entré en prisión. No es que sea de practicar todos los días, pero creo en Dios. Las personas cuando recurrimos a Dios es cuando tenemos miedo.

Tiene una cruz en el rostro, ¿qué significa?

Me la hizo mi madre. Me había comprado una máquina de tatuar, estaba aburrido y le dije que me hiciera un tatuaje. Ella empezó que no y que no, pero estaba empastillado y le dije que si no me lo hacía ella me lo hacía yo y así por lo menos me queda el significado de que me lo hizo ella.

¿Cuándo decide dar el paso de los tatuajes en el cuerpo a los tatuajes en la cara, que es algo muy agresivo y tampoco parece una buena idea dedicándose a lo que se dedicaba?

No, no era una buena idea, era muy llamativo. El primer tatuaje fue el "sinceridad" (que hace las funciones de pelo en la ceja izquierda). Una persona me mintió y me traicionó y le dije: Siempre que veas mi cara te vas a acordar  de mí. Yo lo doy todo, y esa persona me falló.

Dentro de mí tengo otra cárcel, esté donde esté. Por eso me tatué las sonrisas en la cara, porque esté donde esté siempre voy a sonreír, me da igual cómo lo esté pasando

¿Y el 55 tatuado en la frente?

Fue por las redadas de la Policía en mi casa, cuando vivía en el número 55, cuando éramos chavales y andábamos vendiendo. Me marcó bastante, ver a mi madre allí paralizada llorando, los muebles destrozados, mi abuela... es algo que te marca.

En un su párpado izquierdo se lee "perdón" y en el derecho "Dios". ¿Arrepentimiento?

A pesar del daño que estaba haciendo, de verme tan drogado todos los días, yo sabía que no lo estaba haciendo bien. Dios es quien nos ha dado la vida y el único que nos la puede quitar.

¿Cuál es la relación con sus padres?

Lo han intentado todo. Mi madre me ha llevado a psiquiatras, psicólogos, va conmigo donde sea, me ha intentado meter en Proyecto Hombre... Se han desvivido por mí. Ellos son algo muy diferente a mí. Mi madre está viva por estar, porque muchas veces me tiene dicho: "Cualquier día me tiro de la terraza y os olvidáis de mí". Pero es que era normal, la entiendo. Yo desde que murieron mis abuelos recuerdo de salir y decirle: "Mamá, me voy a pegar, me voy a desahogar". Éramos una familia muy unida y desde que se murió mi abuelo la familia se distanció, se notó muchísimo en falta, aún a día de hoy me acuesto y lo recuerdo.

No me arrepiento de los tatuajes. Si me los estoy quitando es porque se lo prometí a mi madre y a mi abuela

La violencia se convirtió, entonces, en su único modo de expresión.

Claro. Salía y me pegaba con algún enemigo que tuviese o con alguno que me viniera a buscar.

¿Eso también le pasaba en la cárcel, era usted quien buscaba o le iban a buscar?

Mitad y mitad. Esta última vez en Bonxe me la buscaron, pero en la cárcel hay que andarse con cuidado. La primera vez fue porque se chivaron de mí y pasé 45 días en la celda; y claro, al chaval sí que le pegué. En Teixeiro tuve una pelea con un rumano, me cogieron dos cuchillos grandes y me llevaron para el bunker de A Lama y para primer grado. Hasta entonces yo era el Jonathan de antes. Y yo dentro de mí tengo otra cárcel, esté donde esté. Por eso me tatué las sonrisas en la cara, porque esté donde esté siempre voy a sonreír, me da igual cómo lo esté pasando. Allí era flexiones, flexiones, flexiones, parchís, dar vueltas y vueltas, más flexiones... Y pensar qué vas a hacer cuando salgas, porque cuando sales te ves sin nada. Yo antes tenía muchísimo oro, y del de verdad, de 18 quilates, y lo tuve que vender cuando salí. Doscientos euros del anillo doble fueron para el coche, el mayor proyecto de mi vida.

Generated by  IJG JPEG Library
AppleMark
Algunos de los tatuajes de Jonathan Novo. SEBAS SENANDE

Volvamos a sus tatuajes, que le definen. A un lado del cuello, "Maldad" y al otro "No confíes en nadie". ¿Confía en alguien?

No. Bueno, en mi chica y eso. Soy muy cerradiño de mente.

¿De esos tatuajes se arrepiente por tenerlos en la cara o por habérselos hecho?

No me arrepiento de los tatuajes. Si me los estoy quitando es porque se lo prometí a mi madre y a mi abuela. Quiero que antes de que muera vea a su nieto como le gustaría. El proceso es muy doloroso, son diez o quince segundos pero muy dolorosos, a veces me hace llorar. Pero cada tatuaje tiene su significado, no renuncio a ellos. Yo entiendo que la gente me ve y mis pintas no son las de cualquier persona.

Parte de su fama se debe a que siempre ha tenido un papel muy activo en sus redes. Ahora incluso emite en directo en Twitch. Mucha gente, de hecho, lo conoce por su nombre en las redes, @malotajomijo4ever ¿Por qué ese nombre? 

Por los cortes de la vida. Tengo cortes en la cabeza, en los brazos, en las piernas, en la barriga, tengo más de 100... Escucho mucho a un rapero del sur, que cantaba "malotajo, mijo", por malo y los tajos.

Ahora tengo la ayuda que antes no tenía, no quería escuchar a nadie. Al final todo cansa, llegas al límite

¿Cuándo estaba en medio de una de esas peleas, qué sentía?

En ese momento, miedo. Mientras que le estaba pegando a la gente, mi cabeza se desconectaba y pensaba que si le dejaba levantarse me iba a pegar en cuando me diera la vuelta, por eso siempre que me peleo no me paro. Antes eso no lo entendía, tuve que pasar por todo eso para ser el que soy ahora.

¿No sentía dolor?

No. Recuerdo que fueron las fiestas en Avenida de Madrid y me pegaron entre tres. Me cuidaron dos amigas mías; me hicieron sangrar por la nariz y esperé a dejar de sangrar para subir yo solo y pegarme con los tres. Me daba igual todo, si vivir o si no.

¿De todas esas cicatrices interiores, recuerda alguna de la que se arrepienta especialmente?  

Fue una barbaridad. Tengo una cicatriz en un pie porque me corté al entrar en un bar. Estaba todo empastillado y me dieron en un hotel una tarjeta de esas con código. Estaba tan drogado que tenía la tarjeta delante y no conseguía poner el código. Bajé a fumarme un cigarro y me apoyé en el cristal del bar, que estaba cerrado. Me pareció que el cristal no era muy fuerte, el bulbo raquídeo dejó de pensar y le metí con un taburete. Cogí un par de billetes de la caja registradora, que estaba llena de dinero, y me fui a la habitación. Lo único que quería era dormir, no tenía ninguna intención de robar.

He ganado mucho y he gastado mucho. Podría tener la vida solucionada, pero por mala cabeza era todo fardar y peleas

¿Por qué se fía ahora de usted, por qué no va a volver el otro Jonathan?

Porque tengo la ayuda que antes no tenía, no quería escuchar a nadie. Al final todo cansa, llegas al límite.

¿Ahora le siguen viniendo a buscar los de antes para pegarse? ¿Qué hace si pasa?

Ahora cuando salgo la gente me viene igual a buscar. Muchos conflictos los evito, pero algunos no puedo. Cada vez que la Policía me ve por la zona de vinos de noche me registra, normal, y ven que nunca llevo armas. Ahora igual me toca ser el apuñalado, no siempre ganas, he ganado mucho y he perdido mucho. Igual que en la venta de droga, he ganado mucho y he gastado mucho. Podría tener la vida solucionada, pero por mala cabeza era todo fardar y peleas.

No quiero entrar preso otra vez, me quedaría sin nada.

¿Eso cómo lo evita ahora?

Mi pareja es la que me calma. Y mis sobrinos, con los que estoy superunido. Hay cosas que aún no he superado, pero te vienen recuerdos a la cabeza que te frenan. Si no me deja más remedio, le doy un galletazo y no pasa de ahí. No quiero entrar preso otra vez, me quedaría sin nada.

¿Qué riesgo tiene de volver a entrar con los delitos que tiene pendientes?

Me queda lo del A8, que no creo que me pase nada, y un robo con violencia de alguna noche que andaba yo por Saturno, que ni recuerdo. El tema es que yo nunca fui a robar, solo que estaba de fiesta y se me acababa el dinero y robaba un móvil o dos o cuatro, para venderlos y seguir de fiesta. Ahora me voy a casa, además de que no me gusta salir. Y me queda una pelea, pero no había ni vídeo, ni testigos, ni nada.

¿Cree que la sociedad va aceptar al nuevo Jonathan?

La sociedad siempre me echó para atrás. Espero que con esta entrevista se vea que la gente puede cambiar. Todo el mundo ha sido joven, pero no se puede juzgar a nadie por la fachada. Muchas veces sé que doy miedo, pero soy una persona como cualquier otra. Se piensan que por estar tatuado soy malo, pero no. Hay una frase que dice: Cría fama y échate a dormir; yo me me he creado mucha fama, pero ahora estoy trabajando para cambiar.