"Veías la tele y te decías: 'Madre mía, ¿qué pasa ahí afuera?'. Aún me asustaba más"

Santos Lage: "Me tuvieron cuatro años más de los que debía en prisión por la dejadez del sistema"

Puesto en libertad por orden del juzgado, este preso reconoce que "ya no contaba con salir vivo de la cárcel" de Bonxe
Santos Lage, en la calle
photo_camera Santos Lage, en la calle

"Tengo que arreglar un montón de cosas y no sé ni cómo empezar. Son un cúmulo de sensaciones nuevas y me veo un poco perdido. Va todo muy rápido, la gente muy alterada por todo... En la cárcel las horas son interminables, fuera se me pasa el tiempo muy rápido. Pasa todo muy deprisa, no me da tiempo a nada, no lo doy asimilado". Parte de ese tiempo que ahora le falta a Santos Lage se lo dejó en la prisión que abandonó hace seis días, donde pasó al menos cuatro años más de los que debía por un error que nadie quiere asumir. Ha estado preso más de la mitad de sus 53 años de vida.

Camina apoyando en un bastón un cuerpo tan escurrido y frágil que parece que pudiera quebrarse en cualquier momento. Se mueve muy lentamente, como habla, de un modo inesperadamente educado para un tipo que ha olvidado cualquier casa que no sea una celda y sorprendentemente calmado para un enfermo terminal al que le acaban de informar que el sistema le ha sisado al menos cuatro años de vida. Él asegura que son más, quizás diez. El director de la prisión de Bonxe dice que no es tanto, que como mucho cuatro meses.

Toma más de veinte pastillas diarias que ya no logran contener las múltiples enfermedades graves que se lo están comiendo; la mayoría de los días ni siquiera contienen el dolor extremo.

En estas condiciones, el juzgado de Vigilancia Aduanera le denegó el pasado 6 de febrero la libertad condicional por motivos humanitarios, Lo hizo, según explica en su auto, basándose en dos informes. Uno, de los servicios médicos de Bonxe, que pese a reconocer su estado y sus constantes traslados al Hula, indicaba que "la atención médica al interno es la adecuada y su permanencia en prisión no tiene por qué dar lugar a un empeoramiento de sus patologías". Santos Lage recuerda que unas semanas antes de emitirse este informe acudió a la enfermería llorando de dolor: "Si tiene problemas, acuda a que se los solucione al periodista al que acudió para sacarnos en el periódico", asegura que le espetó el médico, en referencia a una reportaje sobre su caso que había sido publicado en este diario en diciembre.

El segundo informe que llegó al juzgado era de "pronóstico final desfavorable de reinserción social". Está firmado por unanimidad por la Junta de Tratamiento de Bonxe, y señalaba que "pese al decaimiento físico del interno como consecuencia de sus patologías, su peligrosidad no se ha visto disminuida significativamente... emergiendo de la situación descrita un no despreciable riesgo de recaída en el delito".

Si algún temor despierta Santos Lage en estos momentos es a que pueda quedarse inconsciente en cualquier instante delante de ti. Le cuesta un enorme trabajo hasta sonreír, aunque no ha perdido del todo las ganas. "Los últimos años ya apenas ni salía del módulo, porque me cuesta mucho moverme. Casi no iba más que a la enfermería". Habla con esfuerzo y mira a los ojos mientras lo hace, con unos ojos hundidos en dos cuencas moradas dentro de un rostro cadavérico: "No tengo miras a largo plazo, vivo cada día dando gracias por uno más. Ha sido todo tan inesperado, tan de golpe, que no tengo muy claro qué va a pasar conmigo. Yo no contaba con salir vivo de allí. Hay que dejar que vayan las cosas. Soy como un niño que empieza a salir solo...".

IMPOTENCIA Y RABIO. Un mes después de que Vigilancia Penitenciaria le denegara la libertad, el juzgado Penal 2 le daba la razón a su abogado, Waldir Sinisterra, y reconocía su derecho a que le fueran refundidas sus condenas. Era el certificado de que había estado preso más tiempo del que debía.

"Sientes impotencia, rabia... se acumulan un montón de sensaciones. Yo solo era un delincuente común, cometí unos robos, y que me tuvieran allí tantos años me parecía una barbaridad. Es una injusticia muy grande, pero no creo que fuera aposta. Creo que fue más bien dejadez, despreocupación del sistema penitenciario. No creo que fuera ni por hacerme daño, sino porque les da igual lo que te pase. Supongo que ni miraron nada, se limitarían a enviarme copias de las anteriores. Tenemos derecho a dos revisiones por año, te puedes equivocar una vez, pero tantas son muchas equivocaciones".

Ahora, ya libre, sabe que le queda poca vida, pero espera que sea la suficiente como para poder demandar a Instituciones Penitenciarias, "porque lo mismo que me han hecho a mí le pueden estar haciendo a otros dentro. Es un desbarajuste, hay una desinformación total, dejadez, les da igual lo que le pase al interno".

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