Los policías que evitaron la tragedia en O Garañón: "Salvar una vida es lo más gratificante"

Arriesgaron su integridad física para salvar a un joven que pretendía tirarse desde el edificio abandonado. "El chico estaba desesperado, pero al final nos abrazó y nos dio las gracias. Eso lo compensa todo", dicen
 
Los policías que salvaron a un joven en O Garañón. VICTORIA RODRíGUEZ
photo_camera Los policías que salvaron a un joven en O Garañón. VICTORIA RODRíGUEZ

Tres agentes lograron evitar el pasado martes que un joven de 23 años se arrojase al vacío desde lo alto de O Garañón. El suceso acabó bien, pero detrás del éxito de este tipo de intervenciones hay un trabajo arriesgado y tenaz. Alejandro Cordeiro, policía local de Lugo, junto con otros dos agentes de la Policía Nacional, le salvaron la vida a un chico que, tras tocar fondo, decidió encaramarse a lo más alto de las torres del Parque con la intención de saltar.

No se consideran héroes, pero su actuación le dio a una segunda oportunidad a una persona desesperada. "Recibimos un aviso porque varios ciudadanos observaron como un hombre caminaba por la cúpula más alta de las torres de O Garañón, supuestamente con intención suicida. Accedimos a la zona por la Rúa Xacobe III y el primer obstáculo que nos encontramos es que el solar está totalmente cerrado, así que tuvimos que saltar una valla metálica de dos metros y medio de altura. Una vez dentro, comprobamos que el acceso al inmueble también estaba tapiado, así que tuvimos que entrar por un butrón que había en uno de los muros", explican.

Dentro de O Garañón, la escena no puede ser más desoladora. "Es un lugar muy peligroso. Nosotros tuvimos que subir hasta el último piso por una escalera que está abierta hacia el exterior. Además, ya no tiene la barandilla de madera de obra, por lo que, si resbalas, te puedes caer por el hueco abierto para el ascensor". Una vez arriba, comentan, tuvieron que hacer una escalera con ladrillos para acceder a una claraboya en el tejado. "Nos asomamos por allí los dos y empezamos a hablar con el chico".

Los agentes afirman que, en este tipo de situaciones, todos los esfuerzos se centran en "empatizar" con la persona que está en peligro. "Cuando nos vio", comenta el agente de la Policía Local Alejandro Cordeiro, "nos dijo que no nos acercásemos a él, o se tiraba. Estaba muy nervioso, llorando y caminando de un lado a otro sin parar. El chico tropezó varias veces y nos temimos lo peor, ya que ese tejado es curvado y, si se llega a caer, podría rodar hasta precipitarse al vacío. Al principio no quería hablar con nosotros y decía que la Policía era racista, pero poco a poco conseguimos que nos escuchara. Nos contó que llevaba siete años en España y que todo le había salido mal. No tenía trabajo, tenía problemas con su familia, no conseguía arreglar los papeles y decía que tenía que cumplir una condena por algo que no había hecho. También nos dijo que tenía un bebé de tres meses y que no tenía dinero, y que tampoco tenía unas medicinas que necesitaba. Nosotros le escuchamos y le fuimos hablando también de nuestros problemas. Yo le dije que no todos los policías éramos racistas y le conté que mi pareja es de su misma nacionalidad. Le dijimos que lo podíamos ayudar y le pedimos que se acercara, ya que con el aire que hacía, apenas podíamos oírlo".

Los agentes consiguieron poco a poco ganarse su confianza. "En estos casos es muy difícil conseguir que te escuchen", explica uno de los agentes del CNP que participó en el operativo, "pero logramos que se acercara y, en un despiste, lo agarramos y lo bajamos del tejado. Estuvimos un rato más tranquilizándolo hasta que bajó con nosotros. Las escaleras de O Garañón son muy peligrosas y es casi imposible bajar por allí a una persona si no colabora".

El joven que amenezaba con arrojarse, en lo alto del edificio. ep
El joven que amenezaba con arrojarse, en lo alto del edificio. EP

Una vez abajo, el chico se abrazó a los policías y les dio las gracias. "Yo le dije que intentaría ayudarle y lo haré. Apunté su número de teléfono y lo llamaré dentro de unos días para ver como está. Me comprometí también personalmente a darle dinero para su bebé y pienso hacerlo. Todos tenemos malos momentos en nuestra vida y hay que ayudar. En mi caso, es la segunda vez que tengo una intervención así y fueron los dos servicios más gratificantes en mis 30 años de servicio".

Para el agente de la Policía Nacional que también se ganó la confianza del chico, la satisfacción de salvar una vida es indescriptible. "En un momento así no piensas en el riesgo que corres tú, sino en salvar a la otra persona que está en peligro. Hay que usar la psicología que te da la experiencia. La Policía no está solo para reprimir, sino también para ayudar a la gente", concluye.