La 'rumbia' levanta al personal

Joan Garriga i el Mariatxi Galáctic presentaron en Santa María los temas de su primer disco e interpretaron canciones de otras formaciones en las que estuvo el acordeonista
Joan Garriga i el Mariatxi Galáctic, en Santa María. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Joan Garriga i el Mariatxi Galáctic, en Santa María. VICTORIA RODRÍGUEZ

La rumbia es una mezcla equilibrada entre rumba catalana y cumbia, una creación de Joan Garriga que busca con esa fórmula levantar al personal nada más empezar a tocar. El directo del acordeonista con su nueva formación, Mariatxi Galáctic, es movido y energético y , a los más estáticos o cansados les provoca, al menos, cierto meneo de caderas. En Lugo, no obstante, el ritmo se resistió lo suyo. Para empezar, porque el público fue escaso.

En Santa María, el grupo presentó su primer álbum, Nocturns de vetlla y revetlla, cuatro canciones que resonaron contra las paredes de piedra de la catedral y que se mezclaron con un repertorio en el que también estuvieron presentes temas de Dusminguet y La Troba Kung-Fú, formaciones anteriores de Garriga.

Con Marià Roch al bajo, Rambo a la batería y Madjid Fahem a la guitarra, el escenario se llenó de esa peculiarísima forma de hacer folk, que bebe del Mediterráneo, pero también de Jamaica y, como indica el nombre del grupo, de México. Garriga es un apasionado confeso de los mariachis desde la infancia y decidió homenajear ar Jaume Sisa, que se autodenominaba "el cantautor galáctico", con el nombre de su nuevo grupo.

Los asistentes disfrutaron con Ai, on va l"à y su toque jamaicano; de las maravillas de las que Garriga es capaz con su acordeón diatónico y que explotan al máximo en La rumba, de la invitación a bailar incluida en Ballem!, y , por supuesto, de Nocturn, de aires cubanos.

La plaza se mantuvo atenta durante todo el concierto, ya movilizada por los teloneros de Filophóbicas y sus letras originales y retranqueiras. En ese caso, el grupo -integrado por Fran Zélop, Nando Broncos y Bubi Vidal- arrancó unas cuantas sonrisas al respetable, que se entregó mucho más que con los catalanes.

La combinación de ambos grupos dio como resultado un brebaje auténtico y particular, una noche de folk y actuaciones gamberras, que tuvo que competir con el incuestionable tirón de la París de Noia en la Praza de Augas Férreas. Garriga repitió en Lugo después de acudir hace años al Clavi y parecía un viejo conocido.

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