"El fútbol es un poco especial porque el producto de un choque es más espectacular"

"Un padre debe entender que es su hijo quien hace el deporte, no él"

Rubén Domínguez estuvo en el CB Breogán cuatro temporadas, la última como primer entrenador. Ahora está centrado en su trabajo como psicólogo en Unidad de Psicología y Coaching Deportivo
Rubén Domínguez, en su etapa en el Breogán
photo_camera Rubén Domínguez, en su etapa en el Breogán

La cita fue este jueves en el colegio María Auxiliadora, en una charla abierta al público en general. Rubén Domínguez, entrenador profesional de baloncesto, llegó a Lugo en esta ocasión como psicólogo experto en actividad física y deporte.

Vino a Lugo a hablar sobre cómo un padre puede apoyar a su hijo en el deporte. Un tema muy actual en un momento en el que parece que cada vez se viven más situaciones desagradables en las canchas protagonizadas por padres.
No se puede generalizar. La competición es un sitio donde se pueden aprender muchas cosas y se puede mejorar mucho. Cierto que cuando hay situaciones un poco dramáticas como las que se han vivido hace poco, esto provoca que todo el mundo se alarme, pero creo que en los últimos diez años todo ha mejorado mucho. Sigue habiendo comportamientos inadecuados que lo único que hacen es tensionar a los niños y ponerlos en una situación difícil. Está comprobado que un exceso de motivación o una motivación descontrolada incluso favorece la agresividad en el deportista, con lo cual muchas veces los padres contribuimos positivamente y otras, sin querer, lo hacemos negativamente al rendimiento de nuestros hijos.

Entiendo que, en contra de lo que se pudiera pensar, la situación en este aspecto está mejorando.
Sí, es un poquito mejor. Y percibo que en los cursos de entrenadores de fútbol y de baloncesto en los que participo cuando tocamos estos temas los entrenadores están muy concienciados en lo importante que es controlar sus propias conductas para que no influyan negativamente en los niños. Eso contribuye poco a poco a que se mejore, porque al final el padre muchas veces no sabe y lo que hace es adoptar conductas del entorno e incluso de los entrenadores. Que tengan los entrenadores esa conciencia ayuda a que cada vez sean más aislados casos tan bestiales como el que hemos visto con la pelea de padres en un campo de fútbol o los golpes a árbitros.


"Actos fuera de lugar por parte de algunos padres crean una alarma que en la mayoría de los deportes no es tan grave"


¿Estamos, entonces, magnificando el problema?
Sí, pero por la propia gravedad del problema, que es lo que hace que se cree alarma. Que haya esas acciones tan fuera de lugar por parte de algunos padres hace que haya una alarma social que en la mayoría de los deportes no es tan grave. Lo que sí es cierto es que luego hay otras pequeñas cosas que no hacemos bien los padres, a veces por falta de tiempo, de pararnos a pensarlas.

¿Como cuáles?
Pues algo tan sencillo como ir en el coche e ir preguntándole a tu hijo cada diez minutos cómo está. Al final, a la hora, tu hijo está nervioso, y lo has puesto nervioso tú. Al final el niño, que estaba fenomenal, empieza a pensar que tiene un problema. Yo trabajo con muchos deportistas jóvenes que al final me dicen: "Yo lo único que quiero es que no me digan nada, porque me ponen nervioso". Ellos están bien, van a una competición tranquilos, pero va pasando el tiempo y como los que están nerviosos son los padres acaban por contagiarlos, porque llevan una hora en el coche preguntándoles. No es tanto hacer cosas como darle valor a las que se hacen. Hay que pensar en cómo les podemos ayudar y en cómo ser emocionalmente inteligentes para escuchar, más que para hablar, porque al final el deporte es de los niños y ellos son muy inteligentes. Si necesitan algo te lo piden, ellos buscan sus momentos y los padres deberíamos aprender a escuchar.

¿Deberían tratar de distanciarse más emocionalmente?
De la competición, seguro.

¿Puede ofrecer unos consejos básicos para cualquier padre?
Pues el primero, algo tan lógico como entender que el que hace el deporte es tu hijo, no tú. Y el resto, acompañar. Para eso es muy importante escuchar mucho a tu hijo para conocer qué es lo que realmente le preocupa. Si eres capaz de escuchar a tu hijo, de no interrumpirlo y de dejarle que se exprese y que libere lo que le preocupa, ya le vas a ayudar.

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