José Manuel Santiso, el rostro común de todas las bodas

Suya es la 'culpa' del paseo entre barracas de los duques de Lugo y de la comida de Zapatero en las casetas. Su cara aparece en tantos álbumes de boda y como fondo habitual de actos institucionales, que es difícil que a alguien no le suene.

José Manuel Santiso, responsable de protocolo del Concello. SEBAS SENANDE
photo_camera José Manuel Santiso, responsable de protocolo del Concello. SEBAS SENANDE

SI A LOS LUCENSES y no lucenses que se han casado en el consistorio en las últimas dos décadas se les preguntara qué tuvieron en común sus bodas tendrían que contestar que él. Si se les pidiera que compararan sus álbumes todos localizarían al fondo la presencia, como la de un Wally municipal, de José Manuel Santiso Fernández, de 64 años, que responde o por su apellido o directamente por Santi y al que, cuando se le pide una cifra de asistencia a enlaces civiles entrecierra los ojos, calculando. La cifra que le sale da mareos: 1.600 como mínimo. Muy probablemente sean más.

Santiso se hace cargo del Protocolo del Concello desde hace 30 años, 12 de forma exclusiva, ha dormido literalmente sobre sus alfombras —como hizo en las noches de los huracanes Hortensia y Klaus—, ha repasado con rotuladores de colores fincas rústicas y urbanas en planes generales antes de la exposición pública —como el del año 1991—, ha organizado visitas de la realeza o de jefes de Estado, volviendo loca a su plantilla de seguridad y hasta ha creado ritos matrimoniales que se han incorporado a las ceremonias con idéntico peso al de las lecturas.

Le gusta que la clase política haya cambiado y que la enorme distancia que antes había con los vecinos se haya acortado

Hijo de un guarda forestal y una profesora de corte y confección, nació en Baralla. Algo tiene con los consistorios que quiso la casualidad que su primera casa estuviera frente al barallés. Allí vivió hasta que su padre empezó a trabajar en una fábrica de chapa de madera en Lugo.

Una madre con tendencias beatas y cierta predisposición para los estudios lo llevaron al seminario. Su familia quería hacer de él un cura, una idea que se le antojaba muy peregrina. Probó serlo cuando fue expulsado después de tres cursos por lo que se daba en llamar inadaptación y que, en realidad, quería decir choque con la autoridad. Dice que llevaba mal el "porque sí", que las órdenes sin motivo, se le atragantan desde siempre.

Hizo la mili en Barcelona, en automovilismo, donde condujo desde camiones de carga hasta tanques. Trabajó durante todo el servicio militar para un concesionario como probador de coches y reconoce que volvió a Lugo por amor. Resulta paradójico que para su boda no haya movido un dedo. Entre su mujer y su madre la organizaron entera y hasta le compraron su traje para que lo tuviera listo en cuanto pisara la ciudad.

Cumple 65 en 2019. Quizás sea ese el año en el que pase un fin de semana sin acudir a una boda

No es la única vez que las dos mujeres tomaron una decisión por él. Trabajaba como viajante de material de construcción cuando supo que le habían anotado para una oposición a la Policía Local. En 1977 se puso el uniforme y cinco años después dejó la comisaría por el consistorio, del que ya no ha salido. El entonces alcalde, Vicente Quiroga, había recibido amenazas de los Grapo y Santiso —aficionado al kung fu y en un momento en el que, como dice, "levantaba la pierna hasta la lámpara"— se convirtió en su guardaespaldas.

A Quiroga le gustaba cómo hacía las cosas Santiso, que acabó vinculado a la secretaría del Ayuntamiento, llevando la agenda del regidor y trabajando con la entonces jefa de Protocolo, Olga González; lo que equivale a decir que hacía un poco de todo. Le cuesta contar historias, o al menos identificando con nombre y apellidos a sus protagonistas. Si se le pregunta cuál es la misión más peregrina en la que se ha visto explica que, por ejemplo, ha tenido que hacer de presunto novio de la amante de algún político de visita a la ciudad. El político se hacía acompañar por ella, pero también por su mujer. Cuando estaba con la primera, Santiso escoltaba a la segunda a un museo o durante un paseo. Cuando estaba con la segunda, hacía lo propio con la mujer. "Era un comportamiento muy vergonzoso, la verdad", admite.

Muchos novios optan en la ceremonia por incorporar el rito de la arena. Es una creación de Santiso y también se hace con agua o velas

Le gusta que la clase política haya cambiado y que la enorme distancia que antes había con los vecinos se haya acortado. La ve menos endiosada, más natural y próxima. Pero, simultáneamente, también observa un giro en el personal que rodea a un alcalde, una organización del Protocolo menos profesionalizada. Anhela los tiempos en los que entre colegas se conocían y se llamaban unos a otros para ponerse en antecedentes: fulanito está a dieta, menganito no se puede sentar junto a zutanito porque no se pueden ni ver.

Desde la jubilación de González, asumió la gestión del Protocolo con el empeño de que, en los actos que se recogen en medios fuera de Lugo, salga la ciudad y salga bien. Cuenta que fuera del orden del día hizo presión para que Zapatero visitara los colectores del agua, una obra importante para Orozco, y comiera con los empresarios en las casetas del pulpo, una encerrona que casi hace infartar a su jefe de gabinete. A los duques de Lugo los encaminó hacia las barracas durante un San Froilán porque el camino que proponía su equipo de seguridad le parecía una sosería.

Cumple 65 en 2019. Quizás sea ese el año en el que pase un fin de semana sin acudir a una boda.

A enlace por fin de semana
La familia y la dedicación. Santiso es, además, el portavoz de la Policía Local y, por tanto, la persona a la que llaman los periodistas para recabar datos de los accidentes que suceden en el término municipal. Si se le llama el fin de semana, su respuesta más habitual es: "Estoy en una boda". Dice que la ausencia de festivos nunca ha sido un problema para sus hijos o su pareja.

Nuevos ritos. Muchos novios optan en la ceremonia por incorporar el rito de la arena, en la que ambos aportan una muestra de la de un lugar con significado para ellos y que se une en una botella común. Es una creación de Santiso y también se hace con agua o velas.

El más complejo. La Conferencia Europea para la Reconstrucción y Estabilización de Haití, celebrada en el 2010 en el Pazo de Feiras, es el que le resultó más difícil. Cuarenta jefes de Estado, con sus respectivos séquitos, son la pesadilla de cualquier jefe de Protocolo. Hasta una visita de la Casa Real parece pan comido a su lado.

 

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