Romanos y castrexos firman la paz hasta el año que viene


Los desfiles y espectáculos de la última jornada de la fiesta vuelven a convocar a miles de personas y el acto final sustituye la tradicional batalla entre romanos y castrexos por un emotivo hermanamiento con los niños como protagonistas

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photo_camera Algunos de los protagonistas de la fiesta de este domingo

El Arde lucus se encomendó este año a los dioses romanos y castrexos para traer el calor y sacar a la calle a miles de lucenses y visitantes en una fiesta que parece haber batido un nuevo récord de afluencia, con los desfiles de las asociaciones y colegios y los espectáculos circenses como eventos con mayor seguimiento. 

La concejala de cultura, Carmen Basadre, calificaba este domingo la décimo octava edición de la fiesta como «un éxito de participación, de integración e de relacións entre todas as asociacións; polo tanto é un éxito dobre». 

La edil aludía de esta forma a la numerosa presencia de colectivos de reconstrucción histórica llegados de otras ciudades y países, hasta un total de 27, que colaboran para que el Arde Lucus traspase fronteras y pueda lograr algún día el título de fiesta de interés turístico internacional. 

De hecho, ya son muchas las personas llegadas desde países de Europa y América que no se pierden la oportunidad de disfrutar de la fiesta lucense y durante el fin de semana se pudieron escuchar varios idiomas por las calles de casco histórico. 

Sin embargo, el grueso del ambiente llegó de la mano de las 17 asociaciones de reconstrucción histórica del Arde Lucus y de los miles de lucenses que se caracterizaron de romanos y castrexos, dando una imagen de ciudad orgullosa de su pasado. 

Algunas calles del centro estuvieron por momento colapsadas y la zona de los vinos vivió un abarrote tanto de día como de noche. Los restaurantes no daban servido comidas y se llegaron a hacer varios turnos, a pesar de que las tabernas provisionales que fueron reubicadas en la Praza de Bretaña no registraron tanta afluencia como en sus anteriores emplazamientos. 

Por su parte, Protección Civil aseguraba ayer que las jornadas transcurrieron sin incidentes, aunque sí hubo alguna pelea como la que protagonizaron cuatro jóvenes a las siete de la mañana junto a la catedral y que obligó a intervenir tres dotaciones de la Policía Nacional. 

Más allá de esa trifulca, la fiesta se celebró con normalidad y los actos organizados durante la última jornada volvieron a registrar los llenos vividos el sábado, una circunstancia en la que colaboró de nuevo la meteorología veraniega, con temperaturas que rayaron los 30 grados centígrados. 

La gran novedad de esta edición fue el desplazamiento de la Castra al parque Rosalía de Castro, donde cientos de castrexos, romanos recorrieron los campamentos de las asociaciones instaladas en este nuevo espacio. 

ÚLTIMO ACTO. El Parque es también el lugar en el que tiene lugar el acto de cierre de la fiesta, con el encuentro de las legiones romanas y castrexas. La organización decidió este año sustituir la espectacular batalla previa a la firma de la paz para evitar, como ocurrió en la edición anterior, que alguno de los participantes resultase herido.

El cambio restó vistosidad al acto y así se lamentaban algunos asistentes, aunque ganó en emotividad, al dársele protagonismo a los niños. 

El actor Anxo Lamelo fue el encargado de narrar una historia en la que se explicaba que los dioses habían decidido castigar la belicosidad de los romanos y castrexos arrebatándoles su futuro, sus hijos. Una ninfa se los llevó y los escondió en el bosque y, cuando los ejércitos rivales decidieron, tras la mediación de las mujeres, entregar en ofrenda a los dioses sus estandartes de guerra para recuperar a los niños, la ninfa rompió el hechizo y los pequeños volvieron con sus padres. 

Las tropas romanas, con el César a la cabeza, y las tribus castrexas se retiraron entonces en paz para preparar a partir de hoy otra edición de un Arde Lucus que quiere ser internacional.

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