Rincón de coincidencias

Un encuentro en San Fernando marcó su vida y hoy sigue siendo su lugar favorito de la ciudad
José María Seijas. SEBAS SENANDE
photo_camera José María Seijas. SEBAS SENANDE

La vida está hecha de casualidades y José María Seijas vivió la más feliz de su vida en el cuartel de San Fernando. Allí, siendo un joven soldado, vio por primera vez a su mujer y se prendó de ella. Recuerda que era una mañana en la que le había tocado hacer guardia en la garita que había ante el cuartel y, estando de servicio, no pudo hablarle a la chica. Eso llegaría después. Pero sabe que aquel día marcó su futuro.

Y la Praza de Ferrol ha seguido estando siempre muy presente en su vida. No pasa por alto, por ejemplo, que en la iglesia de San Froilán hicieron la comunión sus hijos. Y, además, siempre vivió a un paso de esa plaza, en la Avenida da Coruña, la calle donde también abrió un negocio de perfumería que le haría muy conocido entre los lucenses.

Ese eje urbano ha marcado el devenir del hoy presidente de la Federación de Comercio de Galicia, si bien él advierte que "como casi todos los de Lugo, yo nací en la aldea".

La suya es Támoga, en Cospeito, donde sus padres tenían un negocio de aquellos en los que se vendía de todo, "un Corte Inglés de la época". Seguramente en la aldea prendió su vena comercial, aunque al niño lo mandaron pronto a Lugo. Con nueve años hizo las pruebas de ingreso de Bachiller y empezó a estudiar en los Maristas. Allí tendría, entre otros, a Darío Villanueva como compañero de clase.

Aquel alumno de los Maristas tuvo suerte, porque no fue uno de esos niños que con nueve años se venían a vivir solos a una pensión para poder estudiar. Él tenía la fortuna de que sus abuelos maternos vivían en Lugo, en la Avenida da Coruña, de modo que se instaló con ellos. Y reconoce que le mimaban, porque encima era el nieto mayor y eso suponía ser "el favorito", recuerda.

Se convirtió en uno de aquellos niños que vivían en Lugo durante la semana y se iban el fin de semana a la casa familiar y así se pasó años, hasta que se fue a A Coruña a acabar el Bachillerato. Pero volvió a Lugo, hizo la mili, lo que acabó marcando su destino, y emprendió una carrera comercial que también ha marcado su vida.

Y es que si en Lugo casi todo el mundo acabó conociéndole por su tienda en la Avenida da Coruña, la actividad comercial de Seijas no se limitó a ese negocio. Cuenta que en realidad empezó trabajando con su padre, quien había ampliado bastante el negocio iniciado por los abuelos en Támoga.

Si los abuelos tenían un negocio en la aldea, explotaban algunos molinos y además "exportaban frutos del país", el padre de Seijas abordó nuevos proyectos y creó una fábrica de harinas y se dedicó durante años a exportar vinos, un negocio que se mantuvo activo en la familia.

Él trabajó con su padre, pero también abrió su propio negocio en Lugo y a cuenta de esa experiencia acabó liderando a los comerciantes lucenses primero y después a los gallegos.

Todo empezó, recuerda, a cuenta de los problemas que había en la Avenida da Coruña, una vía caótica y deteriorada pero muy comercial en la que era necesario actuar. Recuerda que el resto de comerciantes le implicaron para que se convirtiera en portavoz de las demandas de quienes tenían negocios en la calle, con la promesa de que no le llevaría mucho tiempo. "Me dijeron que en una tarde lo arreglaba y al final resulta que he pasado veinte años en este trabajo de representar los intereses de los comerciantes", dice entre divertido y perplejo por la deriva que acabó tomando su vida desde el día en que se puso al frente de aquellas reclamaciones para que se arreglara de una vez la Avenida da Coruña.

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