Retirar el amianto de cuatro plantas del Xeral cuesta 300.000 euros

Las placas las tiene que retirar a mano una empresa especializada y aislando cada zona de trabajo ► La Xunta optó por una demolición selectiva del edificio, que resulta más barata porque permite reutilizar materiales y separar residuos

Trabajos de desmontaje del antiguo Xeral. XESÚS PONTE
photo_camera Trabajos de desmontaje del antiguo Xeral. XESÚS PONTE

La Xunta invertirá 300.000 euros en retirar el amianto de cuatro plantas y la cubierta del Xeral. Según las catas realizadas habitación por habitación, están hechos con ese material los tejadillos de las plantas semisótano, sótano, primera y sexta. También la cubierta del antiguo hospital es de amianto porque, aunque fue objeto de obras, no se llegó a cambiar sino que se tapó.

El jefe de obra de la demolición selectiva contratada por la Xunta explicó este jueves que la razón por la que se encuentra solo en algunas plantas no consecutivas y no en todas se debe a que se solía trabajar con distintos suministradores de material a medida que este se iba consumiendo. El Xeral, llamado en su momento el sietemesino por la rapidez con la que se hizo la obra, tuvo que levantarse con premura porque debía asumir la incorporación de todos los asegurados de la renta agraria a la Seguridad Social.

La eliminación del amianto es la parte más compleja de la obra y se adjudicará a una empresa especializada. Primero se debe vaciar por completo el edificio, eliminando falsos techos, instalaciones y tabiques. Este trabajo ya está casi acabado en la planta semisótano, tal y como mostró ayer el responsable de la obra, de la empresa Tragsa, al delegado de la Xunta, José Manuel Balseiro, y al delegado de Vicepresidencia, Ramón Carballo.

Después, se aislará cada zona, encapsulándola para que quede aislada del resto. El acceso se hará a través de una cámara de limpio/sucio y una cámara intermedia posterior para asegurar que ningún trabajador saque al exterior resto alguno. Deberán vestirse con traje que les cubre completamente, también la cabeza, y trabajar con mascarilla o con botella de oxígeno como la de un buceador, según el tipo de amianto del que se trate.

En algunos casos la mera exposición de ese material ya resulta peligrosa, mientras que en otros, como en el del utilizado en el Xeral, solo suelta fibras cuando se corta. La inspiración de partículas de amianto durante su manejo está relacionado con el cáncer de pulmón, que es la razón por la que se deben tomar precauciones para manipularlo.

Las placas se retirarán una a una, enteras si es posible y, si no, cortándolas. Se almacenarán en un punto concreto para proceder después a su eliminación. Está previsto que se quiten en el primer trimestre del 2019, para comenzar después los trabajos de demolición, que se harán de abajo a arriba, planta a planta.

En las zonas en las que no se ha encontrado amianto se utilizarán, además de personal, medios mecánicos para ir con más rapidez. Por el momento siete operarios trabajan en las plantas bajas del edificio pero, a partir de la próxima semana, se incorporarán una quincena de trabajadores más.

El jefe de obra recordó que la del Xeral se trata de una demolición selectiva por disgregación, que aunque es laboriosa resulta más barata que otro tipo de derribos. La principal ventaja es que permite la reutilización de algunos materiales —por los que se calcula que se recuperarán 300.000 euros— y la separación de residuos. La gestión de estos es mucho más económica si se entregan convenientemente separados que sin hacerlo.

No se contempló una voladura completa del edificio por su ubicación centrada entre muchos edificios y porque su estructura es metálica y no de hormigón.

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