Reparto a domicilio, una costumbre que resiste durante el confinamiento

Son de los pocos profesionales que cuentan con permiso para circular durante el estado de alarma
Un repartidor de comida.

Las horas se hacen eternas durante el confinamiento en casa. Todos los días se repite la misma rutina y en muchas ocasiones se opta por solicitar comida a alguna de las múltiples empresas o restaurantes que durante el estado de alarma continúan con el servicio de reparto gracias a la labor de los repartidores a domicilio, un colectivo que se juega literalmente el tipo por servir los platos recién hechos al cliente en un corto espacio de tiempo.

Bien sea en motocicleta o en bicicleta, la labor de estos trabajadores resulta también una vía de escape para muchas personas que durante la cuarentena no quieren dejar de lado el placer que suscita probar un bocado de su plato favorito y olvidar por un momento la situación que atraviesa el mundo. Por ello, los locales con servicio de entrega a domicilio implantaron una serie de protocolos para evitar la expansión del Covid-19.

El contacto cero ya es una realidad y este colectivo ya ejerce desde el inicio de la cuarentena su labor provisto de las medidas higiénicas recomendadas por el Ministerio de Sanidad

Bajón en los pedidos

Javier López es uno de los repartidores lucenses que trabaja en jornada partida para Uber Eats desde hace un año, cuando la compañía se instaló en la ciudad. Javier atiende la llamada de este diario junto a su moto, estacionada frente a la hamburguesería Dotmas, en la calle Divina Pastora. Poco después de las doce del mediodía espera para recibir el primer servicio del día. Arrancará su moto y se personará en escasos minutos en el domicilio del cliente.

"El trabajo en estas dos semanas de cuarentena se nota que bajó. Muchas de las franquicias más grandes están cerradas y era desde donde más pedidos hacíamos. Ahora, algo se hace, pero nunca como antes», admite López, quien se mantiene sobre las dos ruedas desde hace diez años. «Estuve mucho tiempo repartiendo pedidos a farmacias y desde hace un año reparto comida a domicilio", admite.

Para la correcta ejecución de su trabajo toma las medidas higiénicas pertinentes. "Siempre utilizo guantes y una braga para cubrirme boca y nariz. Avisamos al cliente y siempre dejamos los pedidos en el ascensor. Es lo más seguro para ellos y para nosotros", comenta este trabajador autónomo quien mantiene operativo su móvil de una a cuatro de la tarde y de ocho a doce de la madrugada

Situación convulsa

Giacomo Tómbola es el propietario de la pizzería Cousa Nostra. Él y sus tres empleados son los encargados de preparar y servir a domilio las pizzas y demás platos de la cocina tradicional italiana que sirven a domicilio en la ciudad de Lugo.

"No voy a mentir, tantos mis empleados como yo estamos acojonados a la hora de llevar un pedido. Afortunadamente, estamos dentro de la plataforma Just Ea,t donde se puede realizar el pago con tarjeta de crédito", afirma este cocinero italiano que ve un futuro incierto en su negocio a corto plazo.

"Aún no sabemos muy bien las medidas que propuso Sánchez, así que no sé como voy a llevar esta situación. El negocio bajó un tercio en la facturación", explica.

Pese a tomar todas las medidas de prevención recomendadas para evitar el contagio y la propagación del Covid-19, a menudo se presentan situaciones que entrañan riesgo. "Hace unos días entregamos un pizza y el cliente pagó en metálico y encima no tenía cambio. Lo que no quiero tampoco es traer el virus para mi pizzería", relata.

Giacomo Tómbola regresó de su país en el mes de febrero. Pocos días después se descubrieron los primeros casos de coronavirus en la nación transalpina. "Soy del sur de Italia y allí la situación no es tan grave como en el norte. No sé hasta qué punto las medidas que se tomaron en Italia pueden copiarse aquí en España", admite el cocinero asentado en Lugo desde hace una década, que teme que se produzca un desabastecimiento en un futuro cercano. "Siempre servimos los pedidos con guantes, mascarilla y nos lavamos continuamente las manos pero es difícil encontrar desinfectante. Mi mujer paró en Pedrafita y por suerte compró un bote que es el que usamos nosotros".

Hábitos

Javier Serén fue el pionero a la hora de buscar a Uber Eats como ‘partner’ para el reparto a domicilio en la ciudad desde su local Dotmas. "Notamos demasiado esta pandemia. Antes repartíamos unos 60 pedidos a la semana en casa, ahora bajamos a 40 o 50", reconoce Serén, quien afirma que "a pesar de encontrarnos en un periodo complicado mucha gente espera al fin de semana para hacer pedidos a nuestro local".

La salud de los ‘riders’ durante la cuarentena
La opinión pública se muestra dividida respecto al permiso de apertura que decreta el estado de alarma sobre los negocios o platafomas de comida a domicilio. Algunos opinan que pedir comida a domicilio en tiempos de cuarentena es una falta de respeto para la salud de los repartidores que la llevan hasta las casas, expuestos más que nadie al Covid-19. Otros, en cambio, creen que si no se mantienen abiertas con normalidad, se empuja a estas personas a una situación económica límite.
Prioridad
Algunas comunidades autónomas, como Madrid, advierten también de que los servicios telemáticos de comida a domicilio deben ser prioritarios para las personas incapacitadas para salir de sus hogares, ya sean por estar infectadas por el Covid-19 o bien presenten algún tipo de discapacidad. Por ello, piden que en esta etapa de confinamiento no se colapsen los canales telemáticos de contratación de comida a domicilio por parte de las personas que pueden ir al supermercado por su propio pie y cocinar en sus domicilios particulares.

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