Lugo: capital llena de recuerdos de un pasado imperial

A lo largo y ancho de la ciudad amurallada, son varias las obras de arte que rememoran la etapa fundacional de Lugo ► Elementos artísticos que son fruto de certámenes y ediciones del Arde Lucus, con el objetivo de mantener presentes los orígenes de la ciudad
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photo_camera Praza do Ferrol, casco de gladiador. VICTORIA RODRÍGUEZ

ES BIEN CONOCIDA la tradición romana que lleva consigo la palabra Lugo. Una relación constantemente presente, tanto en el recuerdo como en la misma vista de la ciudad. La muralla, sin ir más lejos, es un icono mundial, asociado de forma directa a la urbe y que viene a la cabeza de todos (sobre todo de turistas y visitantes) cuando se habla de la capital de la provincia.

Otro elemento que refuerza fuertemente ese aura histórica es el Arde Lucus. La fiesta del verano por excelencia congrega a miles de personas provenientes de todos los puntos de la geografía peninsular. Sin duda, una de las citas del periodo estival, en la que se activa la máquina del tiempo y la ciudad regresa a sus raíces, con las calles abarrotadas de romanos y castrexos-antes de la pandemia- que representan a la perfección todo lo que en un tiempo muy lejano sucedió.

Precisamente, esta celebración se ha encargado, de otra forma, de mantener vivo en el recuerdo este origen. En varias de sus ediciones, la creación de esculturas y elementos de temática romana en varios puntos de la ciudad ha sido una constante, dejando grandes recuerdos de la fiesta y ayudando a embellecer el espacio público. Nunca está de más recordar algunas de las más conocidas.

LOS FUNDADORES. Si hablamos de estatuas romanas en Lugo, lo más probable es que la primera que se nos venga a la mente sea la de los padres fundadores, en la Praza Maior. Esta pieza, constituida por dos figuras de aproximadamente dos metros de altura de César Augusto y Paulo Fabio Máximo, comanda un lugar icónico del centro lucense.

Ramón Conde fue el encargado de construirla, tras ganar un certamen organizado por el Concello, con el objetivo de encontrar la nueva obra que rememoraría la fundación de la ciudad. "Tuve la idea de crear una especie de Arco de Triunfo formado por los dos personajes, uno real y el otro solo presente en espíritu, que como toda representación heroica tendría de característica los pies descalzos. Entre ambos sujetan el plano de la ciudad. El lugarteniente sostiene con su mano el edicto de fundación mientras que Augusto lo hace con la maqueta de la futura ciudad", define el creador.

Con esta icónica obra de la geografía lucense, Conde quería representar una síntesis de ideas, liderada por la solemnidad del acto de fundación, al mismo tiempo que inspiraba marcialidad sobre el propio acto. Conde defiende que la obra tenía que ser "muy romana", como lo es un arco de triunfo, que es "un recuerdo perenne de esa civilización".

En perspectiva, Ramón Conde reflexiona sobre la importancia de la tradición romana en Lugo. "Por muy sensible que sea el pasado romano, no deja de ser un momento en el devenir de la ciudad. El hallazgo de vestigios pasados nos da la idea de la antigüedad e importancia que tuvimos en otros tiempos", declara un artista que además siempre se ha sentido a gusto en Lugo, y que está orgulloso de que su obra se haya convertido en tal referencia.

BIGA ROMANA. A solo unos pasos de la majestuosa figura de César Augusto y Paulo Fabio Máximo, se encuentra otra de las esculturas más populares de la ciudad. También en la Praza Maior, encontramos la Biga. Esta estructura, forjada por el escultor José Manuel Ortiz, imita la forma de una cuádriga con dos caballos.

Su autor resalta la dificultad que tuvo el proceso de creación. "Fue muy laborioso al tener que calcular las palancas, las cargas, los muelles y movimientos. Hice pruebas con muelles de atraque de veleros pero resultaron de ínfima calidad", afirma Ortiz antes de asegurar que también probó encargando unos muelles especiales a un taller, que también resultaron ser inválidos para el proceso.

Una de las características principales de esta cuádriga es su función interactiva. Desde el primer momento, con la forja de esta Biga querían "crear algo participativo para el pueblo, preferentemente para los niños, y representar, al tiempo, algo de la historia romana de Lugo". Precisamente, esta posibilidad de convertir la obra en un elemento interactivo implica que más de uno haya hecho un mal uso de la misma, causando desperfectos importantes.

"El uso que el pueblo de Lugo hizo desde el comienzo, de esta obra, fue tal que a poco más de un mes de su colocación, las barras de inoxidable habían rebajado en casi 10 milímetros su alojamiento en una gruesa pletina de acero inoxidable por el frotamiento al cabalgar. Se rompieron los muelles de los asientos. Al año hubo que reforzar muelles y enderezar los caballos pues, según nos contaron, era un "reto alcohólico" ver hasta donde se podían bajar los caballos y se subían sobre ellos en masa", satirizaba.

A pesar de estos malos usos puntuales, José Manuel Ortiz está muy satisfecho con la acogida que ha tenido la biga desde su creación. Sobre todo tras su estreno, era común ver colas de niños para subirse a los caballos, que durante un tiempo fueron una atracción infantil más en el centro de la ciudad. Fuera de la acogida, Ortiz quedó muy satisfecho con la expresividad que mostraban las cabezas de los caballos.

No fue esta la única intervención de José Manuel Ortiz en Lugo. También fue encargado de una intervención en la Praza do Ferrol, en la parte más cercana a la muralla. Allí volvió a ponerse manos a la obra, tras un éxito rotundo en la realización de la biga, e incluso con cierta expectación. "Es cierto que teníamos gancho entre la gente, siempre teníamos espectadores que iban pasando a lo largo de los dos días para ver como evolucionaba la obra", declara el autor.

Para este encargo, se habían presentado varias propuestas, pero el Concello finalmente apostó por el casco del gladiador, teniendo en cuenta el significado que se le puede asociar. Según Ortiz, "el casco viene a ser la parte por el todo, tiene mucho simbolismo".

De este proceso, su autor destaca la mala estimación que hicieron del tiempo que iban a necesitar, ya que remataron el casco durante la madrugada tras el último día de la fiesta. Además, cuenta una anécdota sobre su ubicación cercana a un colegio de la zona. Ortiz recibió un mensaje de una madre que se quejaba por lo peligrosa que era la obra para los niños, a lo que el autor respondió que "no es un juguete, es una escultura".

SOLDADO ROMANO. Totalmente alejado del centro, otra obra forjada en acero inoxidable vigila sin descanso el paso por el puente viejo. Un soldado romano de aproximadamente 2 metros de altura, con una placa a sus pies que recuerda la edición de 2015 del Arde Lucus, recibe a los visitantes con su lanza y su escudo. Los culpables de esta creación son Jordi Illamola y su por entonces compañero en prácticas, Sergi Xifró.

Illamola, barcelonés, ya había estado varias veces en Lugo y en otras zonas de Galicia, y cuando se le presentó la oportunidad de hacer un soldado romano para la fiesta no dudó en presentarse. En principio no salieron seleccionados, pero el proyecto ganador fue desechado por ser una escultura plana y se pusieron en contacto con ellos a un mes de la fiesta para que empezasen a preparar la obra.

Desde el principio, tenían muy claro dónde iba a estar la escultura. Además de esto, el enfoque también les caía de cajón. Un soldado corpulento, alto e imponente, pero que no diese una sensación de gloria o victoria, para así no entrometerse en el conflicto entre romanos y castrexos. En ese sentido, el resultado no les pudo agradar más. "Nos quedó una mirada muy tierna, como muy humano, nos gustó que no transmitía un rollo violento, no es una escultura que te amenace. Nos gustó mucho que da como una energía de dar vigilando, que está al tanto pero que al mismo tiempo tiene compasión y comprende la situación", explica Illamola.

"Yo no me esperaba para nada que el Arde Lucus fuese así, es increíble ver cómo se transforma la ciudad, cómo está todo el mundo disfrazado". A Illamola y a su colaborador les asombró el proceso y el trabajo durante aquel fin de semana, donde conocieron muchísima gente. "Para nosotros, que veníamos de un negocio familiar, un taller pequeñito, eso fue lo más. Deseando repetir la experiencia", declara el forjador catalán.

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Praza Maior: biga- cuádriga 

Para estos diseños hay que controlar que se puedan materializar en el tiempo disponible, el fin de semana de Arde Lucus. Por ello, los escultores traen ya realizadas algunas partes. De la biga se trajeron forjadas las barras que forman el cuerpo de los caballos, lo que generó problemas con los muelles.
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Puente Romano: soldado vigilante 

Conociendo de sobra el clima húmedo de Galicia, Jordi Illamola (en la foto) tenía claro desde el primer momento que la escultura del soldado tenía que ser en acero inoxidable. Para su creación, partieron de un esqueleto de varillas y fueron dando volumen desde la parte central.
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Praza Maior: los fundadores 

La idea fue inmediata para Ramón Conde, principalmente por su afición por la historia. El proceso de creación de la escultura de los fundadores de la ciudad fue, en cambio, mucho más complejo debido a "la voluntad que tenía de que transmitiera unas determinadas emociones", como cuenta el creador.

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