Las raíces de un campeón lucense

En Orbazai, Arturo Fernández de la Vega se dedica a la cría de caballos de pura raza española, en un entorno cien por cien gallego, lejos de las grandes explotaciones del sur del país. En este lugar cuida al último campeón joven del mundo, Italo de la Vega, y tiene la mirada en el futuro de otros potros ganadores.

Crear un campeón exige una cantidad de esfuerzo y horas importante por parte del ganadero, mucho más cuando la labor consiste en criar un caballo campeón de pura raza española en un entorno insospechado como puede ser la parroquia de Orbazai. Esa es la labor que lleva a cabo el lucense Arturo Fernández de la Vega que celebró hace poco que su caballo, Italo de la Vega, se hiciese con el título de campeón joven del mundo en el Sicab 2017, el evento más importante del sector.

De la Vega ha ido de un lado a otro en la última semana. El día anterior tuvo que recoger a Italo de su entrenamiento en Silleda para llevarlo a la clínica Serveteq, dónde procesarán su semen en los siguientes días. Cada una de estas muestras será vendida por 3.000 euros a compradores de México, Costa Rica y Estados Unidos. "Cada país tiene un protocolo", comenta De la Vega que espera que el título de campeón del mundo suba el precio del producto.

La industria funciona así, se trata de criar campeones y buenos ejemplares de pura raza española para transformarlos en buenos productos, todo esto repercute en el valor de su hierro, su marca. "Yo no presumo de un animal puntual", explica De la Vega, "presumo de que mis caballos son de una calidad media alta y son homogéneos".

Una labor que tiene especial relevancia teniendo en cuenta que De la Vega se enfrenta a las grandes explotaciones del sur, en las que invierten dinero dueños de grandes compañías nacionales. Allí los mozos salen de "debajo de las piedras", las yeguadas son enormes y el mundo del caballo está totalmente asentado.

El lucense practica ganadería "artesanal", vive en la misma finca en la que se encuentran los caballos y a solo unos kilómetro del criadero en el que yeguas y caballos viven al aire libre. Cuenta con un equipo cien por cien gallego desde el jinete, Diego González, hasta el mozo de cuadra, Sergio Fernández. "Es muy importante el equipo", insiste el ganadero, para quien sin el personal sería imposible llevar adelante el proyecto.

De la Vega siempre sintió pasión por los caballos y, de hecho, llegó a montar durante una temporada, pero su ilusión era la cría

 

De la Vega piensa que ahora es el momento en el que comenzará a obtener rentabilidad económica, hasta ahora la balanza salía negativa. Han sido muchos años de ir tirando por pasión al mundo del caballo sin que exista alguna ganancia sustancial en él. Las facturas se acumulan entre transporte, comida, estructura y, sobre todo, gastos veterinarios.

Este proyecto es, aún con sus altibajos, un sueño hecho realidad para el lucense. Cuando era niño y le costaba dormir le decían que pensase en lo que más le gustaba. "Yo pensaba en caballos y me dormía", recuerda De la Vega. Iban los fines de semana a una casa en Sarria en la que los caseros tenían caballos. Montaba en ellos y se familiarizó con las criaturas. "Eso me ayudó mucho en la afición que tengo", comenta De La Vega, aunque reconoce que su "ilusión" fue siempre la cría.

"Esto es una zona privilegiada", describe el ganadero que comienza a enumerar las ventajas de los montes de los alrededores. La primavera es uno de los momentos mágicos en el ciclo de la vida.

"Es una maravilla", comenta el lucense que describe las piaras recorriendo los campos verdes. La excitación llega con cada nuevo potro, en el que se puede ver a auténticos ganadores ya solo por sus facciones. Así fue cómo supo desde el principio que Italo sería un campeón.

"No me gusta pensar a largo plazo", reconoce De la Vega. Los planes a corto plazo son continuar trabajando con Italo, rentabilizar la explotación y preparar a algunos de los potros que pueden ser campeones en el futuro.

Objetivo: crear cultura del caballo en Lugo
La cría y las competiciones no son los únicos objetivos de Arturo Fernández de la Vega a corto plazo. El lucense desea crear en un futuro una escuela hípica desde la que fomentar la cultura del caballo.

La idea sería crear cantera desde muy joven y ofrecer una alternativa al fútbol como única opción para los chavales. También sería una tarea a la que destinar a algunos de los caballos de su yeguada.

APRENDER INGLÉ.- El atractivo para De la Vega sería poder ofrecer clases junto a la hípica. Los chicos podrían aprender un idioma y a la vez valores como los que enseña cuidar a un animal.

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