El puente de A Chanca celebra 150 años con la llegada del Ave

El viaducto, que comenzó a construirse el 20 de diciembre de 1871, costó dos millones y medio de reales
Grabado del puente de A Chanca aparecido en La Ilustración Española y Americana. EP
photo_camera Grabado del puente de A Chanca aparecido en La Ilustración Española y Americana. EP

Hace 150 años, un 20 de diciembre de 1871, los lucenses vivían con emoción el inicio de la construcción del puente de A Chanca, una de las mayores obras de ingeniería de la línea ferroviaria del Noroeste que contribuiría a la llegada del tren a la ciudad en solo cuatro años. Nadie se imaginaba entonces que, siglo y medio después y solo por casualidades del destino, muchos de los descendientes de aquellos lucenses volverían a vivir otra fecha histórica: la conexión de Lugo con Madrid por Ave a través de Ourense en solo cuatro o cinco horas.

Los pilares del puente siguen siendo los mismos, resistiendo el paso del tiempo y de los diferentes modelos de trenes que, en estos 150 años, pasaron por las vías. En aquel entonces, la construcción del puente —que tuvo un coste de dos millones y medio de reales— supuso que se acortase la llegada a Lugo en tren desde Madrid en más de ocho kilómetros. Toda una revolución para una época en la que el tren era llamado por algunos lucenses "el monstruo de hierro" por la revolución que suponía como transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, especialmente con la Meseta.

Pero antes de que llegase el primer tren a Lugo, en el San Froilán de 1875, fueron numerosos los vecinos de A Chanca que trabajaron en esta obra pública simplemente cargando cestos de arena a cambio de unos pocos reales. La construcción se prolongó durante tres años pero, en cambio, no se inauguró hasta mayo de 1880 dado que los primeros trenes que llegaron a Lugo, desde 1875, cubrían tan solo la línea Lugo-A Coruña.

El puente de A Chanca fue concebido por Antonio de Mesa Arroquia mientras que el ingeniero de la obra fue Ángel García del Hoyo quien, además, fue jefe provincial de Obras Públicas en Lugo durante varios años.

El puente de A Chanca. XESÚS PONTE (ARCHIVO)

1875. El primer tren permitió enlazar A Coruña con Lugo en solo cuatro horas

El 5 de octubre de 1875, el barranco de Friás —como así se llamaba entonces el barrio de A Estación— vivía una auténtica fiesta. Entre otras cosas, porque aquel "monstruo de hierro" permitía hacer el viaje entre las dos ciudades en tan solo cuatro horas.

Los lucenses se daban con un canto en los dientes porque podían ir y venir a A Coruña en el mismo día con ocho horas de viaje. Entonces era un recorrido muy rápido, pese a lo que pueda parecer ahora. El precio del billete, de ida y vuelta, era bastante económico, a tenor de lo que contó Salvador Castro Freire en su libro Lugo y sus hombres. Ensayo de síntesis histórica, donde relata que se pagaba 13,75 pesetas, en primera clase; 10,25, en segunda, y 5,25, en tercera.

La revolución que supuso el tren en la vida de los lucenses fue total. Solo unos años después de que llegase el ferrocarril, a principios del siglo XX, Lugo era la única ciudad de España de la que salía todos los días un tren que transportaba exclusivamente ganado, lo que generó mucha riqueza. El ferrocarril le permitió a Lugo, además, convertirse en una de las ciudades a donde llegaban más toneladas de sal por este medio de locomoción. Sal que era utilizada, a una media de 150 kilos al año, por los labradores para la curación de la carne de la matanza y cuyo conste de transporte en tren, de A Coruña a Lugo, era de 12 pesetas por tonelada, dos jornales de obreros de la época, según refería Darío Xohán Cabana en el libro A chegada a Lugo do primeiro tren.

Objetivo: dar paso a la línea A Coruña-Palencia
El objetivo del puente de A Chanca —que consta de veinte arcos construidos en sillería de granito y esquistos y mide 298 metros de longitud y 29 de alto— era dar paso a la línea A Coruña-Palencia, que permitiría comunicar Galicia con el resto de la península y sacar a la comunidad de siglos de aislamiento.

FERROCARRILANAS.  La llegada del tren a Lugo supuso el principio del fin de las diligencias, también conocidas como ferrocarrilanas, que eran coches de cuatro ruedas arrastrados or ocho o diez mulas cambiadas con frecuencia, que circulaban a una marcha de dos leguas por hora.

El servicio de Silla de Postas para Correo y Viajeros, que iba de León a A Coruña, salía diariamente a las tres de la tarde y llegaba a las ocho de la mañana. Eran coches con diez o doce viajeros.

Antes de la llegada del tren, el centro del transporte de viajeros estaba en San Roque, al lado de la capilla, en el Mesón de Aguiar, que era fonda y despacho. Ahí paraban las diligencias, según remite el historiador Salvador Castro Freire