José Ramón Martínez Calvo: "Para que no cojan el coche las familias recurren a trampas"

Protección de datos mantiene al volante a personas que son un riesgo para todos

Los psicotécnicos tienen que fiarse del conductor para saber si sufre enfermedades que le imposibiliten conducir ► La práctica totalidad de los kamikaces detectados en Lugo son personas con mucha edad que sufrieron despistes
Las rotondas, como la de Nadela, contribuyen a despistar a los conductores de avanzada edad
photo_camera Las rotondas, como la de Nadela, contribuyen a despistar a los conductores de avanzada edad

Al menos siete casos de conductores que pilotaban en sentido contrario por carreteras lucenses saltaron a la luz pública en lo que va de año. En su mayor parte, eran personas que superaban los sesenta años y se habían despistado. La pérdida de facultades debidas a la edad y determinadas patologías, independientemente del momento de la vida en que se produzcan, limitan la capacidad de conducir, pero no existe ningún mecanismo que garantice que un paciente sigue el consejo de su médico cuando le indica que no debe coger el coche. La protección de datos no permite que el consejo facultativo salga de la consulta e impide a los psicotécnicos conocer datos clínicos de sus clientes.

"Los conductores nos engañan, sí", reconoce Miguel Colmenares, representante en Galicia de la Asociación Española de Centros Médicos Psicotécnicos (Asecemp). Se refiere a la ocultación de enfermedades, operaciones o tratamientos que podrían modificar la autorización para conducir, bien para retirarla o bien para aplicarle algunas restricciones. Colmenares asegura que la labor de un centro psicotécnico es comprobar el estado psicofísico de una persona y averiguar, con los medios a su disposición, si hay alguna razón médica que obligue a retirarle el permiso de conducir, restringírselo o limitar su vigencia. Sin embargo, para hacerlo "dependemos de los que nos dice el cliente", explica, y "en el noventa y pico por ciento de los casos la persona quiere renovar y se considera capaz de conducir", añade.

Colmenares pone un caso práctico: la epilepsia. Es una condición médica que impide coger el coche, pero "salvo que el cliente sufra un ataque epiléctico durante el reconocimiento, no podemos saber que la tiene". Si el conductor es honesto y lo declara tendrá que aportar un informe neurológico en el que un especialista afirme que no existe riesgo para conducir y se le reduciría el período de vigencia del carné, con renovaciones más frecuentes.

La lista de enfermedades, tratamientos o intervenciones que pueden alterar la capacidad para conducir es larga e incluye desde párkinson, alzhéimer o determinadas cardiopatías hasta apnea del sueño, depresión o quimioterapia. En la mayor parte de los supuestos se trata de suspensiones temporales, hasta ver cómo evoluciona el paciente o mientras dura el tratamiento terapéutico y pueden revocarse cuando hay un informe facultativo favorable. Sin embargo, la única garantía de que se respeta la recomendación de no conducir es el sentido de la responsabilidad del propio conductor o de la familia. Y en ocasiones, además, el afectado se considera capaz y su entorno ve claro que no lo está, por lo que es causa de conflictos y preocupaciones.

La solución a estos problemas, dice Colmenares, "está en manos del legislador". En su opinión, con los medios telemáticos actuales se podría permitir a los psicotécnicos un acceso restringido a los datos clínicos que tengan relevancia para determinar la aptitud para conducir. "No a todo el historial, sino solo a lo que pueda repercutir en la seguridad vial", indica Colmenares, que señala que se protege la privacidad a costa de desproteger "el bien común, que es no provocar un accidente".

Del mismo modo, la propia autoridad sanitaria podría comunicar automáticamente a la DGT los cambios en la historia clínica que conllevan la suspensión o restricción del permiso de conducir.

LIMITACIONES. No siempre una condición médica o la pérdida de facultades supone la retirada del carné sin paliativos, existen medidas intermedias que permiten seguir conduciendo, pero con limitaciones. Las medidas son diversas: obligatoriedad de hacer adaptaciones al vehículo, usar gafas o audífonos, conducir únicamente de día o en un determinado radio kilométrico en torno a la residencia, ir siempre acompañado de otra persona con permiso de conducción en vigor, no llevar pasajeros o no entrar en autopistas. Estas restricciones se reflejan en el carné con un código numérico en el apartado 12.

Colmenares calcula que algo más del 20% de sus clientes salen del psicotécnico con alguna de estas medidas, mientras que solo el 0,5% pierde la autorización para conducir de forma radical.

En este último caso, cuenta, las reacciones son dispares. "Algunos confiesan que ya se lo temían, pero lo más común es que no lo entiendan». A veces la familia se muestra sorprendida y en otros ve corroboradas sus sospechas. Matiza que en el caso de las demencias, el entorno de la persona afectada lo ve como un problema porque suelen ser muy obstinadas con la idea de conducir y cuesta convencerlas de que no pueden. «Para nosotros siempre es un mal trago", confiesa Miguel Colmenares.

SIMULADOR. Los psicotécnicos cuentan con criterios objetivos para medir algunas aptitudes, como la agudeza visual, pero otras quedan a criterio del facultativo, como los reflejos, explica Colmenares, que asegura que los aparatos que tienen "dan pistas", pero es partidario de que se exija utilizar simuladores de conducción porque permitirían "saber con precisión cómo reacciona una persona ante imprevistos" y sería "más fiable y objetivo".

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