Los problemas con el bebé maltratado fueron detectados 15 días antes de su ingreso en el Hula

La comunicación fue enviada el 5 por el Sergas al Concello, pero no a Menores, y llegó al trabajador social el 19, con la pareja ya detenida
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photo_camera El interior del piso antes de la limpieza. EP

Los servicios sociales del centro de salud de la Praza de Ferrol detectaron que se estaba produciendo un caso de desprotección de un bebé de dos meses el 2 de agosto, es decir, 15 días antes de que el niño fuese hospitalizado con supuestos malos tratos por parte de sus padres, detenidos poco después.

La espeluznante historia del recién nacido que vivía en el piso donde se acumulaba una tonelada y media de basuras da otra vuelta de tuerca, con la constatación de que las alarmas de que algo raro estaba sucediendo saltaron a principio de mes, pero que por un motivo u otro no fueron efectivas y el pequeño acabó ingresado en el Hula con diversas lesiones, entre ellas un desprendimiento de retina del que estaba previsto que fuese operado el lunes en el hospital madrileño de La Paz.

El protocolo sanitario para un niño nacido en el Hula prevé que, cumplidos los dos meses, tiene que haber pasado al menos tres revisiones fuera del hospital. Sin embargo, en este caso los padres no lo llevaron a ninguna consulta. Además, después de cada nacimiento, la matrona y la enfermera reciben notificación de que hay un nuevo bebé en su área.

El pasado 2 de agosto, los servicios sociales de Atención Primaria del centro de salud de Praza de Ferrol detectan que el pequeño no fue atendido e inician un protocolo de desprotección. Obviamente, aún no saben que el caso es de tal gravedad, solamente que los padres no cumplen con el programa que marca la sanidad pública.

Llaman por teléfono a la madre y, al no poder contactar con ella, se desplazan a su domicilio, un cuarto piso de la calle Irmáns Carro. Ya en ese momento al parecer detectan ciertos problemas de insalubridad, aún sin entrar, pero nada hacía presagiar lo que sería encontrado luego.

El pequeño llegó al Hula con un problema en un ojo, que su madre atribuyó a un accidente en la bañera, y una crisis epiléptica

El día 5 se incluye el expediente en la valija que se envía diariamente a la Xunta a Santiago. Es decir, la comunicación va a la sede central del organismo autonómico y luego vuelve a Lugo, a su destinatario: el Concello. El día 8 entra por registro en las oficinas municipales y de ahí se deriva a los servicios sociales del Ayuntamiento en A Milagrosa.

¿Por qué no hay comunicación más efectiva entre administraciones? ¿Por qué no se remite también copia al servicio de Menores? La explicación siempre es que nada parecía indicar que el caso fuese de tal magnitud.

DÍAS DE VERANO. Pero aún se produce una dilación mayor, entre el 8 y el 19 de agosto, desde que la comunicación entró por registro municipal hasta que la trabajadora social municipal de A Milagrosa lo recibe. El niño llevaba por entonces tres días ingresado y los padres estaban a punto de ser detenidos. La explicación oficial es que es agosto, con festivo y fin de semana de por medio, y que si hubiera sido una cuestión urgente el Sergas, como en otras ocasiones, hubiera adoptado medidas más efectivas, como enviar un correo electrónico o avisar por teléfono. Fuentes municipales añaden que en la comunicación de la Xunta se habla solo de aspectos relacionados con la falta de higiene y el incumplimiento del calendario de vacunas, en ningún caso se menciona un supuesto maltrato, violencia o algún indicio de que la situación fuera más grave.

El viernes, día 16, los padres acuden con el pequeño al ambulatorio de Praza de Ferrol. Al parecer "se le iba" un ojo por un golpe que se había dado contra la bañera de forma accidental. El pediatra los remite al Hula, donde el pequeño llega con un ataque epiléptico, un trastorno neurológico que, por otra parte, aún no le había sido diagnosticado.

El aviso del Hula al juzgado se demora hasta el lunes, tres días después. Desde el Sergas indican que la comunicación se hizo el viernes, pero en el expediente judicial no figura tal aviso, solo uno el lunes 19, vía telefónica. En ese momento, Pilar de Lara, jueza que estaba de guardia, es informada de la situación y pide nuevos informes. Tras recibirlos envía al forense al Hula y da cuenta a la Policía, que lleva a cabo la detención de la pareja, al parecer en el propio hospital, donde acompañaba a su hijo desde tres días antes.

Al existir sospechas de malos tratos, una comisión judicial se desplaza al piso con una orden de entrada y registro. La intención inicial era revisar solo la bañera donde se habría golpeado el bebé, sin embargo, al abrir la puerta se encontraron con un panorama dantesco. Personas con amplia experiencia en escenarios criminales complicados y una larga trayectoria en la Justicia comentaron que nunca habían visto nada similar. Latas, bricks, ropa y excrementos se mezclaban en montoneras en todas las estancias del piso, que no tenía agua ni luz. Tanto fue así que los servicios de limpieza estuvieron tres días y fue necesario utilizar productos especiales de desinfección. La bañera, donde presuntamente se había producido el accidente del bebé, estaba tan llena de basura que no se podía utilizar.