Primera muerte en O Garañón, que sigue con visitas de intrusos

Una mujer, de 54 años, se precipitó al vacío el pasado domingo cuando se encontraba en la sexta planta de una de las torres, cuyas obras llevan casi una década paralizadas y pendientes de demolición
Las torres de O Garañón se encuentran dentro del itinerario. ARCHIVO
photo_camera Vista de las torres de O Garañón, contiguas al Parque, donde hay lucenses que siguen accediendo pese a la orden de precinto.

Cuando está a punto de cumplirse una década desde que la jueza Pilar de Lara paralizase las obras de construcción de las torres de O Garañón, se acaba de registrar la primera víctima mortal en este esqueleto de hormigón armado, que se ha convertido en el proyecto urbanístico más controvertido e interminable de la historia reciente de Lugo.

A media tarde del pasado domingo una mujer, de 54 años de edad, se precipitaba al vacío desde la sexta planta de esta mole, que se encuentra en las inmediaciones del parque Rosalía de Castro de la capital lucense. Tres días antes la víctima ya había sido sorprendida en el interior de las torres por agentes de la Policía Nacional, que consiguieron entonces disuadirla.

Pese al precinto judicial y al cierre perimetral que limitan el acceso a O Garañón, sus torres se han convertido en los últimos años en un lugar de peregrinaje para osados adolescentes lucenses, en una práctica que se denomina turismo de riesgo, y también ha dado temporalmente cobijo a okupas y vagabundos.

En más de una ocasión también se ha producido algún incendio, que ha requerido la intervención de los bomberos.

Una semana antes de esa muerte tres menores, de 15 años, habían sido soprendidos por agentes de la Policía Local en la cuarta planta de una de las torres, al que, según declararon, accedieron para "curiosear".

prácticas temerarias. Enfriado el rifirrafe político sobre este polémico proyecto y aletargada la solución urbanística a su obligado derribo, las torres de O Garañón han sido noticia en los últimos años por las sucesivas incursiones imprudentes de jóvenes, sobre todo menores de edad.

Unos se cuelan para subir hasta las últimas plantas de este esqueleto de hormigón armado para hacerse selfis con sus teléfonos móviles de última generación, atraídos por las incomparables vistas del río Miño, para después colgar en las redes sociales con el fin de conseguir un sinfín de likes de sus seguidores.

Otros optan por descargar adrenalina, como si de un práctica de terapia destructiva se tratase, reventando los tabiques del interior con palos, barras metálicas o piedras y después arrojando el escombro resultante al vacío, según las quejas que en más de una ocasión han manifestado los vecinos del entorno del parque Rosalía de Castro.

Jóvenes aún más tenerarios se han descolgado para realizar en sus fachadas pintadas con declaraciones de amor o con otros mensajes casi encriptados.

Esas incursiones entrañan un riesgo. Para acceder a las plantas de O Garañón es preciso subir por una escalera de obra que no dispone de pasamanos o barandilla, ni de medida de seguridad alguna que evite que alguien se precipite al vacío en caso de que se produzca un inesperado tropezón. Además, los huecos destinados a las ventanas y las puertas exteriores tampoco cuentan con algún tope que pueda frenar una caída.

El recinto de O Garañón también se ha convertido en un vertedero incontrolado en el que se amontonan latas y botellas de plástico, entre otros residuos.

Un derribo que se hace esperar

O Garañón sigue esperando su derribo, como dicta una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) de hace ya casi tres años. En los presupuestos fallidos de 2017 el gobierno del Concello de Lugo, integrado entonces solo por el PSdeG-PSOE, reservaba una partida de 300.000 euros para demolerlo.

Sin noticias

De esas cuentas no se volvió a saber. Ni tampoco de la propuesta consensuada a finales de 2018 por los grupos que formaban entonces la oposición para que el Concello encargase un estudio económico para conocer la repercusión para las arcas municipales que tendría una recalificación de los terrenos que elimine la edificabilidad, tras no prosperar la idea que puso encima de la mesa el gobierno local de modificar el PXOM para reconvertir la parcela, una vez tiradas las dos torres, en zona verde.

Indemnización

El promotor de O Garañón reclamó al Concello casi 26 millones de euros en compensación.