El patrimonio, y en especial la catedral, es el principal damnificado por los daños que causa el botellón y se alza ya alguna voz abogando por cerrar el atrio de la basílica. Pero no es una solución fácil, admite César Carnero, delegado de patrimonio del obispado.
No se trataría de poner precintos policiales, como se hace desde hace algunas semanas, si no de vallar. "Eso supondría cambiar el aspecto del monumento y, por tanto, distorsionar la imagen histórica de un bien que es Patrimonio de la Humanidad, de modo que Patrimonio tendría bastantes reservas", dice Carnero.
En el atrio, para plantearse un cierre de ese tipo, habría que empezar por levantar la estructura actual para restaurarla, porque la bancada necesita reparaciones, detalla el responsable de patrimonio de la Iglesia en Lugo.
Pero, además, apunta Carnero, de apostar por el cierre habría que actuar en el atrio y también en el pórtico norte, un espacio patrimonial muy importante y que también sufre daños constantes. Como ejemplo de ello están los desperfectos que sufre la histórica puerta de la catedral por el orín.
Desde luego, cree que al menos a corto plazo la única solución es reforzar la vigilancia y hacer cumplir las normas, que existen. De hecho, este fin de semana volvió a haber sanciones por comportamientos como los de orinar contra la catedral, un gesto que tiene más trascendencia de la que parece, ya que genera daños serios en un bien importante para la ciudad, cuyo valor patrimonial genera también valor económico a través del turismo.
Carnero no descarta que colocar cámaras, "que algún valor disuasorio tienen", podría ayudar a parar el fenómeno.