La Policía refuerza su presencia en la zona centro tras la cascada de altercados

Agentes de paisano y uniformados patrullaron ayer por la Praza Maior e intervinieron en la Praciña do Colexio

Siete de la tarde. Dos agentes de paisano de la Policía Nacional permanecen apostados en el fondo de la Praza Maior escudriñando los movimientos de las decenas de jóvenes que deambulan entre las escaleras del corazón de la capital lucense y el entorno de la catedral. Mientras, un coche patrulla de este cuerpo y otro de la Policía Local se alternan en su recorrido por el kilómetro cero de la ciudad.

Una hora antes media docena de agentes de ambos cuerpos identificaban a algunos de los adolescentes que se encontraban en esos momentos en la Praciña do Colexio, uno de los puntos calientes del centro.

Las fuerzas de seguridad reforzaron el miércoles su presencia en el entorno de la Praza Maior y la catedral tras la cascada de altercados que se han producido en las últimas semanas, desde peleas entre pandillas de adolescentes hasta trapicheo de drogas, intimidaciones a vecinos, agresiones y robos de teléfonos móviles y carteras.

La gota que colmó el vaso fue el incidente que se registró el pasado martes. Un lucense fue agredido con un puño americano cuando auxiliaba a su hijo, de 16 años, que fue acorralado y zarandeado por un grupo de jóvenes, alguno de ellos también menor de edad. El cabecilla de esa pandilla le había exigido al parecer al adolescente que le entregase 200 euros.

El agresor, un conocido de las fuerzas de seguridad que ya es mayor de edad, está identificado, pero ayer aún no había sido detenido, ni la víctima había presentado aún denuncia, según informaron fuentes policiales.

OTRA AGRESIÓN. A raíz de este caso están aflorando otros. Una lucense daba a conocer a través de las redes sociales que su hija, de 13 años, fue agredida el mes pasado por tres adolescentes a los que no conocía. Precisó acudir al hospital y presentó denuncia en comisaría. La progenitora critica que no ha servido de nada.

Esa impunidad con la que actúan estos menores fue también lo que llamó poderosamente la atención de una testigo del intento de hurto que sufrió una lucense. Sucedió un viernes, a mediados del mes pasado, a las nueve de la noche en la Rúa Conde Pallares, en pleno centro de la ciudad. Un adolescente, que iba en grupo, introdujo la mano en el bolso de la víctima, sin que esta se percatase. No consiguió hacerse con botín alguno, ni tuvo reparo alguno para mirar de forma desafiante a los que transeúntes que presenciaron su fechoría.

Vecinos del entorno de la catedral también han presentado denuncia por el "asedio" e "intimidación" que dicen que sufren por parte de grupos de menores que frecuentan la zona.

EN EL CÍRCULO. Este no es un caso puntual, sino un ejemplo más del clima de inseguridad que se ha instalado en el centro de la capital lucense. El pasado domingo un joven de 26 años, con un prolífico currículo delictivo, protagonizaba un altercado en el Círculo de las Artes.

Fuera de sí, este joven intentó acceder a la fuerza a la centenaria entidad. Un conserje, que sufrió una lesión en una muñeca, le impidió el paso al ver su comportamiento agresivo, como recogen las delatadoras imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del Círculo.

El asaltante, al ver que no podía entrar, lanzó objetos contra la puerta giratoria y rompió un gran macetero de mármol, que tiró al suelo. La directiva de esta sociedad, que ha solicitado en varias ocasiones al Concello y a la Subdelegación del Gobierno más presencia policial, presentaba el miércoles una denuncia en comisaría y el trabajador lesionado tiene previsto seguir los mismos pasos.

Este joven protagonizaba esa misma noche otro incidente en una clínica del casco histórico. Accedía a su interior tras fracturar el cristal de su puerta. Los agentes que intervinieron lo sorprendieron dentro del local cuando estaba ataviado con la bata blanca de un sanitario. Fue enviado a prisión.

BOTELLÓN EN O CARME
El barrio de O Carme se ha convertido en los últimos meses en la céntrica alternativa al parque Rosalía de Castro que utilizan los más jóvenes para reunirse a beber alcohol.