La Policía Local pilla a tres menores "curioseando" dentro de O Garañón

Los agentes sorprendieron a los tres adolescentes, de 15 años, cuando se hallaban en la cuarta planta de una de las torres, a la que accedieron por unas escaleras sin barandilla
Jóvenes subidos al tejado de una de las torres de O Garañón. AEP
photo_camera Jóvenes subidos al tejado de una de las torres de O Garañón. AEP

Las prácticas peligrosas siguen calando entre los adolescente lucenses. Desde hace años las torres de O Garañón son un destino para el turismo de riesgo. Jóvenes, muchos de ellos menores de edad, se cuelan en la abandonada mole de hormigón armado, que sigue pendiente de que se cumpla la orden judicial que la sentenció a la piqueta.

Una patrulla de la Policía Local sorprendía el pasado domingo, a las nueve y media de la noche, a tres menores que se hallaban en la cuarta planta de una de las torres, que se encuentran en uno de los costados del parque Rosalía de Castro de la capital.

Los adolescentes, de 15 años, se habían colocado en O Garañón, desatendiendo el cierre perimetral decretado en su día por el juzgado, con la pretensión de "curiosear", según informó la Policía Local.

Para acceder a ese cuarto piso los menores subieron por unas escaleras de obra que carecen de barandilla. Además, los huecos de las ventanas y de las puertas que hay en cada planta tampoco disponen de elemento alguno de seguridad que pueda frenar una caída al vacío.

Tras identificar a los tres menores, los agentes contactaron con sus respectivos padres y les citaron en un punto de reunión para informarles de lo que había sucedido y para que se hicieran cargo de ellos.

POSIBLE SANCIÓN. Esta chiquillada puede tener consecuencias pecuniarias para los progenitores. Ahora la Policía Local realizará una diligencia de exposición de hechos que remitirá a un instructor para que analice si abre o no un expediente sancionador.

Se espera que esta actuación policial pueda ser ejemplarizante para que las torres de O Garañón no continúen siendo frecuentadas por jóvenes. En unos casos es para hacerse selfis desde las últimas plantas, aprovechando sus incomparables vistas al río Miño. En otros, con espíritu menos artísticos, es para reventar a golpes los tabiques de ladrillo del inmueble y lanzar al vacío ladrillos, bloques de hormigón e incluso palos, como han denunciado vecinos del entorno del Parque.

La última vez de la que se tuvo constancia de la comisión de esos actos vandálicos fue el pasado marzo, en la semana en la que era declarado el estado de alarma por la pandemia del coronavirus.

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