La investigación en busca de la causa del incendio que destruyó varias naves de O Ceao el día 11 de abril comenzó ayer en la que se supone la zona cero de las llamas, la nave de Castro Parga que fue calcinada. Para estos primeros pasos, la Policía Científica contó con la ayuda de perros especialmente adiestrados en incendios, que buscaron rastros de acelerantes que pudieran delatar cualquier intencionalidad en el fuego.
Se trata, según explicaron fuentes policiales, de animales capaces de detectar la más mínima señal de productos que puedan haber sido usados para avivar las llamas aun en las condiciones más adversas, marcando los puntos en los que pudieron haber quedado restos que deban ser analizados.
Los perros forman parte del equipo especialmente desplazado hasta Lugo por la Brigada Central de Madrid, que colaborará en la investigación con los dos agentes de la Policía Científica de Lugo que dirigen las labores. El despliegue de medios este martes en O Ceao fue muy llamativo, ya que el nutrido equipo de policías estaba acompañado por otro grupo de expertos en peritajes enviados por las compañías aseguradoras.
Todos ellos coordinaban sus entradas y salidas de la nave que centra las investigaciones con los operarios de una máquina que iba sacando los escombros hacia fuera a medida que los expertos iban delimitando el escenario área por área.
Tras ser extraídos los restos por la grúa, estos eran detalladamente examinados por los agentes y los peritos, para regresar de nuevo dentro del escenario y concentrarse en otra pequeña zona.
La meticulosidad con la que los procedimientos marcan el trabajo de desescombro hace prever que las labores se prolonguen durante varios días. El objetivo principal de los policías científicos es poder aportar pruebas al juzgado de instrucción que lleva el caso que permitan descartar que el incendio fuera intencionado. Para ello deben determinar con precisión el origen del mismo.
