Una 'perra gorda' y rastros de las guerras carlistas de la muralla

Una de esas populares monedas es el primer hallazgo en la excavación recién iniciada por la Xunta en el cubo XXXI del monumento
La moneda localizada en la excavación. SEBAS SENANDE
photo_camera La moneda localizada en la excavación. SEBAS SENANDE

Una moneda de diez céntimos de 1870, enterrada a diez centímetros, fue el primer hallazgo en las excavaciones que acaba de iniciar la Xunta en el cubo XXXI de la muralla, a solo unos metros de la rampa de acceso desde Pío XII y en un escenario cargado de tintes históricos, ya que ese entorno del monumento fue el más afectado por las guerras carlistas.

La popularmente conocida como 'perra gorda'. Esa es la moneda encontrada en la muralla y que este martes mostraba el arqueólogo Celso Rodríguez Cao durante la visita del delegado de la Xunta, José Manuel Balseiro, con motivo del inicio de las obras. Se trata de una pieza de cobre, pero que se ha conservado perfectamente en el subsuelo del monumento.

Los trabajos acaban de arrancar y tienen un presupuesto de 142.000 euros. La prospección arqueológica proseguirá ahora en busca de nuevos restos y con la mira inmediata de encontrar la escalera original del cubo.

Cada cubo tenía una escalera, así que es indudable que en este hay una escondida, remarcaba este martes Rodríguez Cao, que detallaba que la idea es que los sondeos permitan documentar también el cubo originario en esa parte del monumento, una área que resultó muy afectada durante las guerras carlistas.

Tras una excavación que llegará hasta la cota original romana, se llevará a cabo un proceso para la impermeabilización de ese espacio monumental

La afección por las batallas registradas por los levantamientos carlistas fue tan importante que provocó cambios en la estructura del monumento romano, recordaba este martes Rodríguez Cao. De hecho, la rampa de acceso a la muralla, situada frente a la catedral y que es contigua al lugar donde se trabaja ahora, se construyó tras las guerras carlistas.

Antes de que las batallas dejaran daños graves en el monumento, la rampa de acceso se encontraba más próxima a lo que hoy es el edificio del Vicerretorado y desembocaba en la torre que albergó los primeros consejos municipales de la ciudad. Hoy, el único rastro de aquellas reuniones concejiles es la bancada que recorre el perímetro interior del cubo y que ofrece una opción de descanso a los paseantes.

LA OBRA. Además de desentrañar la historia, las obras que pone en marcha la Xunta permitirán consolidar el cubo, corrigiendo la filtración de humedades y los problemas que ha originado la acumulación de agua en los muros interiores.

Así, tras una excavación que llegará hasta la cota original romana, se llevará a cabo un proceso para la impermeabilización de ese espacio monumental. Las fisuras que presenta el cubo es la razón principal por la que se optó por seguir en ese punto el proceso de restauración del monumento, explicaban este martes los técnicos durante una visita de representantes de la Xunta y el Concello con motivo del inicio de los trabajos.

La obra en el cubo XXXI sucede a la recientemente concluida en el cubo VII, a la altura de Bispo Odoario

Durante esa visita, Balseiro puso la obra como muestra de la protección "constante y exhaustiva" que ejerce la Xunta en la muralla lucense.

A las obras de restauración se unen los trabajos diarios de mantenimiento y actuaciones como el plan de control de vegetación mediante aceites esenciales, un plan que está en marcha y que se lleva a cabo en puntos de los paramentos exteriores del monumento, ya que en los interiores se mantiene la limpieza manual tradicional.

La obra en el cubo XXXI sucede a la recientemente concluida en el cubo VII, a la altura de Bispo Odoario, donde se invirtieron 273.400 euros

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