Ganarse la vida con la música no está al alcance de todos, así que los devotos a este arte tienen que compaginarla con otras dedicaciones profesionales. Es el caso del grupo lucense La Penúltima, que actúa esta noche, a las 00.30 horas, en la Praza de Santa María. Excepto su vocalista, que se estrenó con esta formación cuando se creó hace nueve años, sus demás integrantes llevan años subiéndose a los escenarios con diferentes bandas. En sus filas hay desde un historiador hasta un expiloto de motociclismo.
Los miembros de La Penúltima tienen ahora también en común que una de sus musas es Joaquín Sabina. El repertorio íntegro en las actuaciones de este grupo es un tributo al cantautor jienense, que no atraviesa por su mejor momento debido a sus achaques de salud.
Cuando nació esta banda lucense, que entonces era un dúo, versionaba música rock de las décadas de los 80 y 90, pero desde principios de este año ha dado un giro y ya solo interpreta temas de Joaquín Sabina, desde los éxitos iniciales hasta los más recientes del autor de "Y nos dieron las diez" o "19 días y 500 noches".
En sus actuaciones no pueden faltar canciones célebres como "Calle melancolía", "Princesa", "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Y sin embargo" o "Pacto entre caballeros".
ACOGIDA. Ese giro, según explicó el vocalista del grupo, Carlos García-Boente, explica «la gran acogida» que está teniendo su espectáculo, como se puso de manifiesto en fiestas de Friol, Portomarín, Viveiro o Xove, en las que han actuado este año. Su tributo a Joaquín Sabina «no tiene fecha de caducidad», añade.
La Penúltima está integrada por Carlos García-Boente (vocalista), Sergio Abuín y Javier Gómez (guitarras), Diego López (bajo), Sara Pérez (coro), Manuel Sánchez (teclado) y José Antonio "Tapi" García (batería).
El concierto de esta noche será el cuarto que ofrece este grupo en las patronales de San Froilán. Hace dos años fueron los teloneros de Loquillo.
Como es habitual en sus actuaciones, lanzarán al público, según cuenta García-Boente, «dos o tres bombines», el inconfundible sombrero que suele lucir Joaquín Sabina.
