"No paramos de llorar desde que ingresó nuestro hijo y solo queremos abrazarlo"

Los padres de Lugo detenidos por maltratar a su bebé defienden su inocencia y harán "todo lo posible" por recuperarlo ►La pareja asegura que no puede residir en su vivienda por "la presión" y "las amenazas de muerte" que reciben a diario
Descansillo del piso de Irmáns Carro en el que vivía la pareja con su bebé. XESÚS PONTE
photo_camera Descansillo del piso de Irmáns Carro en el que vivía la pareja con su bebé. XESÚS PONTE

"No paramos de llorar desde que nuestro hijo ingresó en el Hula y solo queremos abrazarlo. Jamás le hicimos daño y todo esto es durísimo para nosotros". Los padres detenidos por maltratar a su bebé en la capital lucense rompieron este martes su silencio para defender su inocencia y pedir "respeto" a la opinión pública, "al menos hasta que todo se aclare", dicen.

Los progenitores del pequeño –tutelado actualmente por la Xunta– aseguran además que no tienen pensado tirar la toalla y que harán "todo lo posible" para recuperar a su hijo. "Queremos recuperar al niño, trabajar y llevar una vida normal, como la que siempre hemos llevado", dicen.

"La basura se nos fue de las manos por pura dejadez y no tenemos excusa"
Basura acumulada en una de las estancias de la vivienda donde vivía la pareja con su bebé. EPLos padres del bebé tutelado por la Xunta reconocen que vivían en un escenario insaluble y que llevaban "mucho tiempo" en una situación lamentable para la que no tienen explicación.

"Llegamos a eso por pura dejadez y no tenemos excusa. Llegábamos a casa por la noche cansados y no limpiábamos y fuimos acumulando basura durante años, hasta que se nos fue de las manos", explican.

La pareja asegura, sin embargo, que las cosas del bebé estaban "limpias" y guardadas "en bolsas cerradas sobre un armario".


Manuel y Pilar se conocieron en 2017 a través de internet y decidieron iniciar una vida juntos. "Yo soy de Badajoz y trabajaba como mecánico en Barcelona, pero ella me dijo que aquí había trabajo y lo dejé todo para venirme a Lugo. Sin embargo, las cosas no fueron tan fáciles y solo encontré empleos esporádicos, pero iba tirando", explica. Pilar se dedicaba a dar clases particulares. "Tenía bastantes alumnos e impartía sobre todo idiomas, que es lo que mejor se me da". "El verano pasado", cuenta, "me lo pasé dando clases de portugués, italiano y alemán".

"Adoramos a nuestro hijo y no le hicimos daño. Fue un niño deseado y cuidado y esperamos que todo esto se aclare pronto"

Ambos reconocen que no tenían una situación muy boyante, pero aseguran que podían vivir de su trabajo y decidieron ser padres. "Fue un niño muy deseado, aunque al principio del embarazo me diagnosticaron una enfermedad grave y hasta me llegaron a recomendar que no siguiera adelante, pero queríamos tener ese hijo. El embarazo y el parto fueron complicados", explica Pilar, "pero el niño nació y pensamos que todo había salido bien".

La pareja asegura que el bebé estuvo cuidado en todo momento. "De hecho", cuentan, "como no sabíamos ni cambiar un pañal, el primer mes y medio nos fuimos a vivir a casa de una amiga que tiene dos hijos (la persona que se identificó como madrina) y nos fue explicando las cosas. Después nos trasladamos a nuestra casa, porque allí no estábamos de prestado, sino que le pagábamos un alquiler por la habitación, así que, en nuestro piso, el niño solo estuvo diez días".

"Hubo complicaciones en el embarazo y hasta nos recomendaron no seguir adelante, pero queríamos ser padres"

En todo ese tiempo, los progenitores aseguran que le compraron al bebé todo lo que necesitaba. "Nos inscribimos en un grupo de Facebook de donaciones y nos dieron una bañera, una silla y un aparato para calentar y esterilizar biberones. En el expediente del juzgado dice que estaba lleno de colillas, y es verdad, porque no funcionaba y lo desechamos. Lo que no dice el expediente es que teníamos otro calientabiberones nuevo. Lo compramos con la tarjeta bienvenida de la Xunta, al igual que el carrito, pañales y toallitas. Tenemos los tiques de todas las compras", aclara Manuel.

Los padres del bebé insisten también en que el pequeño acudió en varias ocasiones a la pediatra. "Fuimos varias veces y aparentemente todo estaba bien. Metía un ojo para dentro desde que nació, pero la pediatra nos decía que hasta los seis meses no fijan la vista, así que no le dimos importancia. Seguimos sus indicaciones y hacíamos todo lo que nos decía. Lo bañábamos un día sí y uno no, y le dábamos la cantidad de leche que nos marcaba. El niño estaba limpio y alimentado", sostienen.

"Gente que no nos conoce nos grita por la calle y los conocidos nos tuercen la cara. Es normal si creen que le pegamos"

Según los padres, el día que acudieron a Urgencias notaron que el niño empezó a convulsionar y se asustaron. "Nunca le había pasado, así que salimos de casa corriendo en cuanto lo vimos", dicen. Sin embargo, una vez en el Hula, los médicos comprobaron que el bebé presentaba indicios de malos tratos y decidieron activar el protocolo para esos casos.

Los padres aseguran que en ningún momento golpearon al pequeño, pero tampoco tienen una explicación para justificar las lesiones que presentaba: "Aparentemente no tenía moratones, solo algunos arañazos que se hacía él con las uñas, porque nos daba miedo cortárselas. Solo tenía un golpe en un ojo, pero pensamos que sería de una caída o de darse contra los hierros de la sillita vieja que nos dejaron antes de comprarle la nueva". "A nosotros tampoco nos aclaran qué golpes tenía, solo nos dicen que tiene un problema neurológico que puede deberse a muchas causas", explican.

Los progenitores niegan además que se mostraran fríos y distantes en la comisaría y en el juzgado. "Estábamos en estado de shock. Nos dicen que nuestro hijo está mal y encima nos culpan. Cuando nos detuvieron en el hospital no dábamos crédito. Y seguimos conmocionados", dicen.

Manuel y Pilar afirman que han perdido su trabajo y que incluso se han visto obligados a dejar su casa y trasladarse a la vivienda de unos amigos, donde residen actualmente. "Cuando volvimos al piso recibimos presiones y amenazas de muerte y nos tuvimos que ir. Nos esperaban en la calle con palos y teníamos que llamar todos los días a la Policía. Vamos por la calle tapados y con miedo porque incluso gente que no nos conoce nos grita y nos insulta, y la gente que nos conoce nos tuerce la cara. Pero es normal, nosotros también lo haríamos si escucháramos de otras personas lo que se dice de nosotros", concluyen.