La pandemia como epílogo laboral

El Hula despide este viernes a 172 personas que se jubilaron en 2020, una quinta que se despidió en un año como ningún otro
Agentes aplauden a los sanitarios en el Hula. ELISEO TRIGO
photo_camera Agentes aplauden a los sanitarios en el Hula. ELISEO TRIGO

Esta Muestra del personal del Sergas al que el Hula homenajea este viernes cuenta cómo fue la sanidad lucense, cómo es ahora y cómo le afectó la pandemia.


Purificación Domínguez (Supervisora de Enfermería)

"Micro ha tenido momentos de mucho trabajo. Nada como esto"

Purificación Domínguez. AEPPurificación Domínguez llegó a Lugo desde el hospital madrileño de La Paz. Pasó tres años como enfermera de quirófano, uno en el laboratorio de bioquímica y más de tres décadas en el de Microbiología, el encargado de hacer todas las PCR del área, el tipo de servicio que suele trabajar en la sombra y del que, con la pandemia, se ha mostrado públicamente su importancia clave. Allí ejercía como supervisora de Enfermería y lo ha visto cambiar de forma sustancial, una modificación más palpable desde el traslado al Hula.

"Es el día y la noche. Mejoramos muchísimo pero no solo el laboratorio, sino todo el hospital", admite. De hecho, cita el traslado al Hula como uno de los dos momentos más importantes de su vida laboral, un proceso "muy complejo", que se consiguió hacer de forma "impecable". El segundo fue, evidentemente, la pandemia, que incrementó en el trabajo de su servicio en progresión geométrica. "Micro ha tenido momentos de mucho trabajo; por ejemplo, cuando se daban gastroenteritis por intoxicaciones alimentarias en una boda. Recuerdo la contaminación de la fuente de O Castiñeiro, por ejemplo, pero también es cierto que nada de eso tuvo que ver con esta pandemia", explica. Ella vivió la primera ola, "la más desconcertante", y le parece que el Hula respondió bien entonces y sigue haciéndolo.


Manuel Melero (Geriatra)

"He seguido con orgullo la labor que han hecho mis compañeros"

Manuel Melero. AEPEl doctor Melero se jubiló en marzo de 2020 y, a los dos días exactos, se apuntó como voluntario para volver al servicio que acababa de dejar. Entonces el Sergas hizo un llamamiento buscando entre los jubilados recientes personal para reforzar la asistencia, pero finalmente en su caso no se prolongó, ya que la primera ola en Lugo no tuvo el impacto previsto. Dos días después volvía a estar en casa.

Sigue en activo una mañana a la semana, trabajando en la residencia Albertia y, desde allí, ha seguido el temor de usuarios y trabajadores a que entrara el covid en el centro. También "con orgullo" el trabajo de Geriatría del Hula, sus colegas que acudían a los centros sociosanitarios cuando se medicalizaban tras un brote y que cuentan con presencia y voz en el comité clínico para ayudar a diseñar medidas preventivas.

Entre los momentos clave de su carrera cita la propia creación del servicio de Geriatría a principios de los 90, el primero en un hospital gallego, y que él vivió desde la subdirección médica que ocupaba entonces. "Fue un momento movitador e ilusionante", admite. Otros de los que recuerda fueron los fallecimientos de Fernando Veiga y Roberto Bugidos. "Me marcaron mucho, no solo como amigo, sino a nivel profesional porque eran verdaderos puntales de la especialidad", explica.

Le apena que la pandemia haya robado la posibilidad de despedirse de sus compañeros como se merecen y confía en resarcirse.

Teresa García Abeledo (Cirujana general)

"Me parece que en esta profesión no se puede tener miedo; respeto, sí"

Teresa García Abeledo. AEPLa doctora García Abeledo empezó ejerciendo en Polusa y después se especializó en Cirugía. Entonces solo había dos mujeres cirujanas. "Aquel era un mundo de hombres. Los pacientes me decían de todo, que si era una limpiadora o que a él no lo iba a atender una mocosa. Hay que recordar lo que era Lugo hace 40 años. Hoy en día, la mayoría de las cirujanas del servicio son mujeres, todas preparadísimas, es algo que me hace sentir verdaderamente orgullosa", dice.

La cirugía, por la que dice sentir verdadera pasión, ha cambiado muchísimo a lo largo de su vida laboral. "Antes era todo manual, hoy técnica y aparataje y me parece muy bien", apunta.

Se jubiló en verano y, hasta entonces, vivió desde su servicio cómo la pandemia modificaba la actividad, limitándola inicialmente a las intervenciones urgentes y graves. Pero en quirófano, con el paciente en la mesa, las cosas no cambiaron. "Ya vivimos la irrupción del sida y entonces estábamos mucho menos preparados. No se podía pedir a nadie que se hiciera una prueba de sida antes de operarse y, si el paciente ya estaba diagnosticado nos poníamos doble guante y poco más", dice. No trabajó con miedo, con respeto a la enfermedad sí, pero con miedo no. "En el quirófano tienes que estar a lo que tienes que estar. Me parece que en esta profesión no se puede tener miedo", explica.


Carlos Quintas (Preventivista)

"Esta pandemia en el Xeral-Calde hubiera sido durísima"

Carlos Quintas. AEPEl doctor Quintas, jefe de servicio de Medicina Preventiva del Hula hasta el pasado octubre, alargó su vida laboral unos meses en el año de pandemia, clave para su especialidad.

A lo largo de su carrera ha vivido otras pandemias que le han provocado una inquietud variable. La del VIH, especialmente al principio cuando era una enfermedad desconocida de la que no se sabía cuál era exactamente la vía de transmisión, lo hizo y mucho. "Ahora nos veo con los Epis y recuerdo cómo nos vestíamos para ver a esos pacientes, que solo nos faltaba la escafandra de buzo", dice. En 2003, llegó el hermano mayor del actual coronavirus, el SARS-CoV y, poco después, en 2005, el H5N1, la gripe aviar. "Esta nos preocupó muchísimo", admite. La gripe A y el MERS también lo hicieron pero menos que el ébola. "Hay que tener en cuenta que entonces teníamos un barco que llegaba cada semana de Guinea Conacry a traer bauxita a la planta de Alcoa y que ese era el epicentro de la epidemia. Una gastroenteritis entre un miembro de la tripulación ya nos ponía en alerta", explica.

Finalmente, la actual ha "desbordado" al sistema. Para el doctor Quintas reúne varias pandemias en una: la de la enfermedad, la social a causa de la reducción de interacciones que exigen las medidas preventivas y la económica.

Aunque alaba el sentido de pertenencia y de familia que tenía el personal en el Xeral-Calde, reconoce que en un hospital así hubiera sido "durísima".

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