Óscar Poy: "Mi padre fue concejal en Becerreá con Martínez, pero mi madre era de Don Manuel"

El concejal del PP Óscar Poy Franco posa con los brazos cruzados porque concluye que es la mejor forma de salir como es. Vendedor nato y por oficio, se autodefine como un hombre que hizo deporte arrastrado por sus amigos y que llegó a la política por llevarle la contraria a su padre y a su abuelo, ambos socialistas
Óscar Poy Franco. XESÚS PONTE
photo_camera Óscar Poy Franco. XESÚS PONTE

Es su estreno en entrevistas y le cuesta sentirse tranquilo pero, según transcurre la conversación, parece sentirse cómodo en su nuevo papel de concejal de la oposición por el PP, a lo que contribuye el hecho de ser una persona que habla por los codos. Quizás sea cuestión de oficio, pues Óscar Poy vendió desde enciclopedias hasta neumáticos o reses sacrificadas. 

¿Nacido en Lugo? 
Sí, en García Abad, en la frontera entre A Milagrosa y la parroquia de San Froilán. Soy del centro y de barrio. Del Lugo de toda la vida.

¿Qué hacía antes de ser concejal? 
Trabajaba en el matadero Lugocarne como encargado de compras, de la sala de despiece y de atención al público. Antes estuve en Neumáticos Louzán y, mucho antes, vendiendo enciclopedias, seguros y también trabajé en el sector de la venta telefónica. 

¿Peor vender por teléfono? 
No, es peor en persona porque por teléfono no te dicen a la cara que no quieren. 

¿Cómo se metió en las ventas? 
Porque empecé Derecho y no acabé, así que había que buscar un trabajo y me hice comercial. 

¿Es un vendedor nato? 
Vender, vende cualquiera. No hay dotes. En todo caso, hay capacidad de aguantar, de resistencia a un no. De todas formas, lo normal es que no le vendas siempre lo que quieres a todo el mundo. Pero no fui solo vendedor, también fui portero de discoteca. 

¿Le ayudó el tipo? 
[Risas]. La verdad es que sí. Había otro chico que hacía full-contact pero era más bajo y delgado que yo y no le hacían caso y yo, que nunca hice nada de eso, daba cuatro gritos con mis veinte kilos de más que tenía y el 1,95 de estatura y ya se tranquilizaban. 

¿Cuánto pesa ahora? 
Pues 110 kilos. 

No se le notan... 
No sé, pero lo notan, al final del día, mis rodillas. 

Fue también deportista. 
Sí, jugué al baloncesto y al rugby. Pero practiqué deporte más por el tema social que por otra cosa. Por eso de quedar con los amigos. De ahí que siempre fuesen deportes de equipo. 

¿Ahora ya no es deportista? 
No, paseo el perro y tengo dos niños pequeños. Con eso basta. 

Nací en la frontera entre A Milagrosa y San Froilán. Soy del centro y de barrio. Del Lugo de toda la vida

¿Cómo apareció en la política? 
No aparecí ahora, llevo veinte años afiliado al PP. 

¿Le viene de familia? 
No, ¡qué va! Mi padre, José Poy, fue concejal en Becerreá con Manolo Martínez. O sea, por el PSOE pero como independiente y mi abuelo materno, José Franco Varela, era muy socialista. 

Les salió rana, entonces. 
Bueno, mi madre era de Don Manuel. Así que no tanto. 

Fue por darles en la cabeza... 
Sí, mi hermana les daba con los pitillos y yo, con la política. 

Si llevaba veinte años, ¿le tardaba ya salir concejal? 
Hay gente a la que le gusta salir en las fotos pero sin los militantes de base no hay nada. Ir en la lista fue una sorpresa relativa: había que meter a alguien de A Milagrosa porque se jubilaba Quique Rozas. 

¿Y ser diputado provincial fue sorpresa absoluta? 
Eso sí que no contaba con ello. 

¿Dará abasto a tanto? 
Tengo media dedicación exclusiva. Lo que más me cuesta es el choque cultural y de tiempos que hay entre la empresa privada y lo que es la administración. 

¿Cómo es el día a día de un concejal de la oposición? 
Lo primero que hago es ir por los comercios de A Milagrosa y hablar con la gente. Hago visitas también a las instalaciones deportivas, que es el área que llevo. Luego voy al Concello y atiendo la agenda. Es una labor transversal, una palabra que se dice ahora cuando no sabes qué decir ...