El olvido institucional sumerge en el abandono espacios singulares de Lugo

El anfiteatro del Campus, la fábrica de la luz y Marcos Cela sen algunos de los lugares que presenta un estado lamentable. Los campos de Montirón y la Ronda do Carme están conquistados por la maleza
Plazuela del Carril do Hospital. SEBAS SENANDE
photo_camera Plazuela del Carril do Hospital. SEBAS SENANDE

El deterioro de algunos espacios singulares de la ciudad se hace cada día más evidente ante la falta de proyectos de uso y mantenimiento. Pese a que en su día requirieron inversiones millonarias, hoy no pasan de ruinas que vuelven a necesitar inversión. Varios son los ejemplos de espacios que tuvieron una finalidad específica, de dinamización de la ciudad, que desde hace varios años amenazan con un serio estado de abandono.

La caída en depresión de zonas como el anfiteatro del Campus, un lugar con capacidad para 2.500 asistentes y ubicado en un entorno privilegiado, funciona como ejemplo paradigmático del olvido institucional. Se construyó en la vaguada del campus universitario en el año 2000 y hoy, casi dos décadas después, es un espacio de 800 metros cuadrados conquistado por las ruinas, las malas hierbas y las pintadas. Ni siquiera es ya un lugar de encuentro para botellones o entrenamientos de skate, posiblemente las dos actividades que más se practicaron en un entorno cuya construcción superó el millón de euros.

El segundo de los ejemplos más evidentes es del de la fábrica de la luz, un simbólico edificio que nació en 1894 con el modesto propósito de dotar a la ciudad de luz eléctrica. A pesar de que se trata de uno de los inmuebles más importantes de la historia moderna de Lugo, actualmente su estado es ruinoso.

Tras años esperando por adjudicaciones y posteriores obras, todo se detuvo hace tres años. Desde entonces, lo único que alberga este histórico espacio son telarañas, ruinas, escombros y grafitis, ello a pesar de que se hicieron inversiones y hasta se ideó crear allí un museo de la energía.

El Ayuntamiento planeó relanzar la fábrica en 2007 con unas ambiciosas obras que ampliaron sus dimensiones interiores, pero la intención de musealizarlo acabó en saco roto y con un edificio devorado por la nostalgia y expuesto a un futuro más que incierto tras la problemática adjudicación a una empresa privada para su explotación.

PARQUES Y SENDEROS. El abandono no solo amenaza a edificios y espacios simbólicos de la ciudad, sino que también afecta a parques y senderos utilizados a diario por cientos de vecinos. Es el caso del parque Marcos Cela, cuya escalinata de conexión con Volta da Viña sigue cortada desde 2015 por el peligro que suponía para los usuarios.

La famosa valla que provocó quejas vecinales y algún que otro enfrentamiento político sigue allí, cortando, teóricamente, un paso que es fácilmente franqueable por los vecinos que cruzan la zona a diario. No es el único problema enquistado en este espacio. La dejadez con la vegetación y el nulo cuidado del mobiliario urbano es patente. El vandalismo también ha pasado su factura a ese espacio público que ofrecía un mirador excepcional sobre el río.

La misma problemática existe en los paseos del Rato y del Miño. Sus usuarios denuncian que ambos senderos presentan desperfectos a lo largo de todo el camino, sobre todo relacionados con papeleras destrozadas y accesos descuidados.

La maleza, ese eterno problema de la ciudad y sus alrededores, inunda calles como la Ronda do Carme y la Avenida das Américas. Dos vías, sobre todo la segunda, que funcionan como bienvenida a visitantes que llegan a la ciudad y que ofrecen una imagen de absoluta decadencia. Señales caídas, aceras impracticables devoradas por vegetación y pasarelas derruidas con soluciones improvisadas son los elementos que caracterizan estas dos calzadas.

DEPORTE DE RIESGO. Campos de fútbol y de rugby como los de Montirón o pistas deportivas como las que se ubican en el barrio de Fingoi también vivieron mejores días.

Los campos de Montirón han desaparecido bajo una selva de vegetación descontrolada que hace que cualquier incursión en la zona sea una verdadera experiencia de riesgo.

Las pistas de Fingoi dejaron de ser un lugar de encuentro de grupos de jóvenes amantes del fútbol para pasar a ser un lugar donde el mal ambiente, las pintadas y las malas hierbas son la imágenes habituales.

El mismo camino parece llevar la plazuela del Carril do Hospital, esa zona habilitada en Santo Domingo que se ha convertido en un lienzo para malos artistas en lugar de un espacio para albergar actividades culturales, como se había previsto. Se inauguró en marzo de 2015 después de un proyecto de 300.000 euros a los que hubo que sumar otros 140.000 dedicados a expropiaciones. Un gasto condenado al olvido.

Espacios concebidos para la cultura, el deporte y el ocio, ejes de la dejadez

A las inversiones no les siguió en la mayoría de los casos la promoción del uso ni la organización de actividades
Espacios concebidos para fomentar el ocio, la cultura y el deporte centran son el paradigma de las áreas que han caído en el abandono en Lugo. En muchos casos, a la inversión para crear un equipamiento no le siguieron iniciativas para fomentar su uso. Es el caso, por ejemplo, del anfiteatro del campus, que solo acogió espectáculos en contadas ocasiones.

Aunque la inversión fue menor, una situación similar se dio con los campos de fútbol de Sanfiz, que fueron ignorados desde el principio pese a la demanda de espacios deportivos que hay en la ciudad. Siguen aún en desuso, aunque podrán tener una segunda vida si se desarrolla el acuerdo de cesión al CD Lugo firmado en marzo de 2018 y que supondría que esos terrenos pasaran a ser campos de entrenamiento del club, que se encargaría de hacer unos vestuarios de los que ahora carecen y de acondicionarlos.

En el caso del entorno de la fábrica de la luz, han sido los litigios en torno a la explotación del viejo edificio los que han acabado bloqueando su uso. Más allá del deterioro del propio edificio, hay en esa zona espacios ligados al río que permanecen aislados y sufriendo un deterioro imparable, a pesar de que se trata de una zona muy transitada y que, por tanto, los lucenses podrían disfrutar de no estar cortada.

"No se puede permitir el desastre que es actualmente la fábrica de la luz. Allí hay mesas de piedra, iba la gente en verano, se hacían barbacoas. ¡Ahora es una selva!", dice un lucense indignado.

Otro usuario habitual del paseo del Rato alertó del mal estado del camino y de una finca "asalvajada" situada entre este paseo y el del Miño, frente a la distribuidora Arias Nadela. "Extráñame que aquilo" siga de maneira selvática. Dúas veces crucei por aí e nunha delas ata atopeime con varios xabaríns. É un peligro.

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