El obispo recurre a las reliquias de San Froilán en la deslucida ofrenda al patrón

El brazo de plata que custodia los restos del santo presidió la misa en otro día en el que la apatía mitigó las ganas de fiesta de los lucenses
Un momento de la ofrenda a San Froilán. XESÚS PONTE
photo_camera Un momento de la ofrenda a San Froilán. XESÚS PONTE

Como en un remedo de la ancestral costumbre católica de procesionar la imaginería en rogativa para reclamar el favor divino en contra de la sequía, las inundaciones, la guerra o la peste, las reliquias de San Froilán cobraron este lunes un especial protagonismo en la misa de la ofrenda al patrón de Lugo, deslucida por el efecto de la pandemia. El brazo de plata que supuestamente guarda los restos de San Froilán abandonó su habitualmente más discreto lugar en el fondo del altar para presidir la ceremonia desde primera línea y ser alzado después por el obispo, Alfonso Carrasco, en un deseo de que su bendición protegiera a los fieles contra el Covid.

Falta hace cualquier ayuda, porque la mayor parte del centenar de personas que acudieron a la catedral eran grupo de riesgo. Hasta los concelebrantes habían integrado las mascarillas en sus hábitos y ni siquiera los miembros del coro que participó en la solemne eucaristía cantada se permitieron prescindir de ellas, lo que no les impidió llevarse el aplauso generalizado de todos los asistentes al final, tras su interpretación del Himno a San Froilán.

Tampoco la representación institucional en el coro de la catedral tenía el despliegue habitual de autoridades militares y civiles. Solo una delegación del Concello encabezada por la alcaldesa, Lara Méndez, y completada por algunos de los concejales socialistas, del PP y de Ciudadanos, que habían formado la comitiva que poco antes de las 12.00 habían cruzado la Praza Maior en dirección al templo. Fue la alcaldesa la encargada de realizar la ofrenda al patrón de Lugo, una cesta con productos de la tierra y otra con flores que portaban una niña y un niño de la parroquia de San Xoán do Campo.

Las circunstancias de la pandemia lo condicionaron todo, incluido el sermón del obispo, que animó a no perder la memoria de la entrega de al Dios y a los demás de San Froilán, a quien situó como "uno más de nuestras familias". Del mismo modo, dijo Alfonso Carrasco, los fieles deben estar dispuestos dar y atender a los demás en estos tiempos de Covid.

Ajenos a la celebración religiosa, los ritmos de un grupo de batukada que en esos momentos hacía sonar su percusión al fondo de la Praza Maior recibieron la salida de la catedral de la comitiva oficial. Era casi el único indicio de que la ciudad está de patronales. El ambiente a la hora del vermú en las calles del centro no distaba gran cosa del de un festivo cualquiera desde que se inició el desconfinamiento.

Los conciertos desperdigados por los diferentes barrios , desde O Castiñeiro hasta Augas Férreas o A Milagrosa, algo ayudaron a crear ambiente y hasta se vieron grupos en busca de mesa en alguno de los muchos locales que este año ofrecen pulpo, pero Lugo parece definitivamente resignado a un San Froilán gris, a tono con el tiempo y con los tiempos. El patrón deberá arrimar algo más que un brazo para levantar el ánimo.

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