Las agresivas campañas comerciales que usan algunas compañías multinacionales o entidades bancarias para promocionar sus tarjetas de crédito como instrumento para financiar compras parecen tener vetado a un colectivo: los políticos.
El concejal lucense de Ciudadanos Jesús Expósito vivió en carne propia una situación que incluso le ha llevado a preguntarse si merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo a trabajar como representante político, teniendo en cuenta el desprestigio que sufren quienes ocupan un cargo público. Expósito, que es funcionario del Concello, pidió la excedencia en este puesto tras resultar elegido concejal en las elecciones de 2015 y, desde entonces, al igual que otros 14 compañeros de corporación, cobra un sueldo por su dedicación al grupo municipal.
Hace unos días, el edil de Cs acudió a comprar un aspirador autónomo a una tienda de electrodomésticos -conocida por publicitarse con un eslogan en el que asegura que sus clientes no son tontos- y a la hora de ir a pagar le propusieron hacerse una tarjeta de crédito de la propia marca. El concejal accedió y, como suele ser habitual en estas operaciones, le pidieron que entregase una copia de la nómina.
Su sorpresa llegó al día siguiente, cuando se dirigió de nuevo a la tienda para recoger la tarjeta y fue informado de que su solicitud había sido rechazada «por ser político». Tras preguntar si esa denegación tenía algo que ver con las siglas de su partido, le respondieron que la negativa había llegado desde el banco con la que trabajan, una entidad barcelonesa que cambió su sede social a Valencia a raíz de la polémica independentista en Cataluña.
El concejal, que incluso baraja la posibilidad de presentar una queja formal por este rechazo, entiende que el cálculo del riesgo es la base del mundo de la banca, aunque considera exagerado que un político a sueldo de una administración no sea de fiar ni siquiera para obtener una sencilla tarjeta de crédito.
