"Necesitamos más rastreadores y personal para penalizar al que incumpla las normas"

El epidemiólogo vilalbés Alberto García Basteiro tiene claro que hay que fortalecer las medidas de prevención para evitar rebrotes y, a largo plazo, dotar de músculo al sistema sanitario
Alberto García Basteiro, en su consulta de Barcelona. EP
photo_camera Alberto García Basteiro, en su consulta de Barcelona. EP

ESPAÑA ATRAVIESA la nueva Normalidad mientras de reojo mira hacia lo lugares donde se luchan contra nuevos brotes de coronavirus. El epidemiólogo vilalbés Alberto García Basteiro analiza el momento al mismo tiempo que mira al futuro.

¿Se puede hablar de una segunda ola de Covid-19 en España?

La verdad es que no está muy clara la definición de lo que se considera como segunda oleada. Está claro que cuando aumenta el número de casos en todas las comunidades autónomas la preocupación crece. Es cierto que la velocidad del aumento parece más lenta, que la tasa de detección parece que es mayor que la que teníamos hace cuatro meses, pero tal vez no sea descabellado considerarlo una segunda oleada en lugar de seguir con el concepto de rebrotes puntuales y localizados.

¿Es para preocuparse?

De momento la situación no es igual en todos los territorios aunque estén aumentando los casos. Hay sitios donde el aumento es más pronunciado y al ocurrir en zonas que están densamente pobladas, como puede ser la ciudad de Barcelona, es mucho más preocupante. Es decir, que haya brotes localizados que se vayan autoconteniendo en otras comunidades, como puede ser Galicia, por ejemplo, no debería ser tan preocupante como lo que está pasando en Cataluña, pero esto no quiere decir que tengamos que relajarnos. Debemos seguir fortaleciendo los sistemas de salud y los equipos de vigilancia epidemiológica.

¿Esta situación por la que pasamos era inevitable?

Se sabía que iba a haber rebrotes, no era ningún secreto ni ninguna predicción atrevida. Los estábamos viendo en otros países cuando nosotros aún estábamos intentando contener la primera ola, especialmente en el sudeste asiático, donde ya tenían la epidemia controlada y seguían teniendo brotes. En Alemania, Francia e Italia también los están teniendo ahora. Es una situación relativamente normal. Lo que tenemos que evitar son situaciones como la de Israel, donde hay una segunda ola brutal por una relajación espectacular de las medidas, que incluso es mayor que la primera. Tenemos que evitar que nos ocurra eso. Yo creo que las medidas están siendo bastante acertadas, pero son incompletas en algunos aspectos.

¿Cuáles?

Hay margen para actuar y decidir en las situaciones en las que sigue habiendo transmisión, que son las fiestas, los bares o incluso las terrazas, donde estamos muy cerca unos de otros. También se puede actuar en la limitación del ocio nocturno, donde se suman otros factores, como el alcohol, que pueden hacernos olvidar las medidas preventivas. Aún hay margen para mejorar las recomendaciones y también para mejorar el sistema de salud. Creo que ahí se ha demostrado que el margen es amplio. Los rastreadores son insuficientes. Los sanitarios, que han estado súper tensionados, están intentando pillar vacaciones y en muchas unidades asistenciales se les ha dicho que las cojan en julio o agosto porque, después, en septiembre, con una potencial segunda ola, no se podrían ir. Estamos viendo que ahora mismo, posiblemente los equipos sean insuficientes para hacer frente a toda la tarea de búsqueda de contactos, aislamientos, cuarentenas. Por lo tanto creo que ahí también existe un margen importante.

"Las nuevas tecnologías nos podrían ayudar mucho a facilitar la vigilancia que necesitamos a tiempo real"

¿Cree que se le ha perdido un poco de respeto al Covid-19, que la gente tiene la sensación de que el virus se ha debilitado?

Esto ha pasado históricamente siempre cuando unas medidas de salud tienen su efecto; somos víctimas del propio éxito de ciertas medidas. Sabemos que el confinamiento fue muy útil y luego lo que pasa es que nos relajamos. Eso funciona y lo tenemos ahí como última medida... Pues no, está claro que hay que mantener la alerta. El Gobierno y las autoridades sanitarias no deben rebajar las medidas, tiene que seguir haciendo campañas para el uso de mascarillas, tienen que seguir penalizando al personal. Eso se ha mostrado en nuestra sociedad bastante útil y me remito a las multas de tráfico, que muchas veces es como aprendemos. Tenemos que aprovechar todas las estrategias que hay para que la gente siga las recomendaciones, pero tampoco podemos volcar toda la responsabilidad en la gente. Estamos apelando siempre al comportamiento de la población, y hay una mayoría de ella que sí está cumpliendo con lo que se le dice, pero también hay una responsabilidad en los que toman las decisiones de intentar fortalecer y tener los recursos humanos y tecnológicos para poder hacer las tareas que les corresponden. Si estamos diciendo que hay que sancionar a aquellos que no cumplan con las recomendaciones, pues habrá que fortalecer también los equipos que vigilan que la gente cumpla las medidas. Los gobiernos tienen una responsabilidad elevada en todo esto.

Estamos viendo muchos rebrotes con los jóvenes como protagonistas. Se contagian y la enfermedad les afecta levemente. ¿Cómo se les podría convencer de que el problema es muy serio?

No es fácil esto que me preguntas porque todos sabemos de esa cierta rebeldía y sensación de omnipotencia, de que ellos están por encima de cualquier medida. No es fácil atacar ese grupo de edad, de por sí complicado para cualquier medida de salud pública. Yo creo que la sanción es importante, la prohibición de los botellones, la regulación del ocio nocturno. Es cierto que tenemos que seguir insistiendo en mensajes constructivos y educacionales para este grupo de edad. Tenemos que ser empáticos, es un grupo de edad que tiene esa necesidad de salir de fiesta, de juntarse. Tiene un impulso un poco más latente y debemos ser más empáticos en los mensajes, en la forma en que nos comunicamos con ellos, para eso debemos ser inteligentes.

La Xunta anunció el pasado jueves que hará un registro de los visitantes que lleguen de zonas donde se haya registrado un rebrote. Y en la calle se respira un poco de miedo al veraneante... ¿cree que es fundado ese temor?

Sin caer digamos en discriminaciones o estigmas, creo que cualquier medida que mejore o facilite la vigilancia epidemiológica bienvenida sea. Si simplemente es tener que dar tus datos cuando vienes en un avión o en bus de una zona donde haya muchos casos me parece muy bien, para facilitar después que todos los ocupantes de ese medio de transporte tengan que hacerse una prueba o estar en cuarentena. No nos cuesta nada facilitar esa información si después existe la capacidad logística para obtenerla y para utilizarla en beneficio de la salud pública. Lo ideal en todas estas cosas, desde mi opinión, es que exploráramos el uso de las tecnologías. Hay muchas barreras a vencer con el tema de la privacidad de los casos. Utilizamos las nuevas tecnologías para un montón de actividades, cedemos nuestros datos para cosas mucho más mundanas, pero para cosas que repercuten en nuestra salud nos ponemos mucho más restrictivos. Las nuevas tecnologías nos podrían ayudar muchísimo a facilitar la vigilancia a tiempo real que necesitamos.

"No digo que sea sencillo, pero necesitamos un plan para abordar la vuelta al colegio"

Más allá del verano, una de las cosas que más preocupa es la vuelta al colegio, ¿existe una fórmula para hacerlo de la mejor manera posible?

Ha habido como dos fenómenos. Al principio se decía cuidado con los niños, que son muy difíciles de controlar, son potenciales focos de rebrotes y luego se pasó al los niños contagian menos, se ponen menos enfermos y yo creo que la realidad posiblemente esté en un término medio. Hemos visto que los niños también se infectan y también pueden contagiar. Los brotes también se dan en las escuelas. Deberíamos pensarlo muy estratégicamente. Es cierto que cuando los niños son pequeños son más difíciles de controlar, pero yo creo que debemos ser creativos y ver qué posibilidades tenemos para guardar las distancias, algo que los de secundaria es algo que pueden entender perfectamente; crear más turnos para que haya menos niños por clase, estudiar muy bien la política a seguir en los recreos, que la gente lleve mascarilla a partir de los seis años, que se usen en las clases. Necesitamos un plan para la vuelta a las aulas. No digo que sea fácil, pero hay que minimizar el impacto que pueda tener la apertura de las escuelas.

"No tenemos uno de los mejores sistemas de salud"

¿Hay algún espejo en el que mirarse, algún país al que copiar?

Yo creo que Corea del Sur es un buen ejemplo. Es cierto que tienen capacidades del sistema de salud diferentes a las que tenemos nosotros, otra cultura a la hora de obedecer recomendaciones, de usar la mascarilla, e incluso en el uso de la tecnología, los PCR antes de viajar... son cosas que aquí suenan complicadas, pero que en otros países funcionan. Hace unos días Corea tenía 40 o 50 casos diarios, cuando tienen una población ligeramente superior a la de España, donde estamos a casi 1.000 casos diarios. A nosotros se nos llena la boca diciendo que tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo y no es así, los hay mejores en muchas de las características relevantes que harían que la epidemia fuera mucho más contenida. Tenemos que intentar ser más humildes y ver las medidas que funcionan en otros países, y esto requiere cambios en el corto plazo y también en el largo, en referencia a nuestro sistema de salud, en los sistemas de vigilancia, de las capacidades, de la resiliencia de los sistemas de salud para hacer frente a la tensión que genera una pandemia. Estos cambios conllevan inevitablemente una inversión y una financiación muy superior a la que se ha venido realizando en los últimos años, cuando se han desmantelado prácticamente servicios de instituciones de salud pública. Eso pasa por darnos cuenta de que hay muchas cosas que no funcionan, de que no tenemos el mejor sistema de salud del mundo, pero que lo podemos mejorar si hay voluntad desde la clase política.

Y debemos mejorarlo porque cabe la posibilidad de que dentro de unos años nos encontremos en una situación similar, ¿no?

Totalmente, lo que no sabemos es cuándo. Ha habido muchas pandemias en la historia y se han superado, y no sabemos cuándo será la próxima; puede ser dentro de cinco años o dentro de 30, como esta no habíamos vivido ninguna desde hace cien. Lo que hay que hacer es estar preparados y eso significa seguir invirtiendo y ser muy conscientes de que las enfermedades infecciosas son las que pueden paralizar la economía mundial en cuestión de días.

"Cada equipo quiere que su vacuna sea la que funcione"

Todos los días leemos noticias sobre la vacuna, unas invitan al optimismo, otras no tanto. ¿Cómo cree que está ese tema realmente?

Tampoco lo conozco a fondo, pero yo creo que nunca tantos recursos se han destinado a una carrera para lograr una vacuna. Eso me hace ser optimista porque creo que tenemos científicos en España y a nivel mundial que son capaces de generar herramientas en la lucha contra las enfermedades. El hecho de que haya tantos candidatos vacunales en fase de experimentación me hace ser optimista. Tal vez la primera no sea la más eficaz, pero llegará en un tiempo récord, y tras ella vendrán otras generaciones de vacunas que serán eficaces contra el coronavirus, porque hay muchísimos candidatos con diferentes estrategias y enfoques, y alguno dará con una que tenga una efectividad aceptable.

¿Hay colaboración entre los laboratorios para lograr la vacuno o cada uno participa por su cuenta en este carrera?

Más bien lo segundo. Suelen ser equipos que generan el constructo biológico, la vacuna, y cada uno de ellos quiere que el suyo sea el que tenga éxito. Una de las cuestiones importantes que hay que comentar es que no solo hay que diseñar una vacuna eficaz, sino que hay que hacerla llegar a todas las personas.

¿Cómo?

Aquí tenemos que pensar a nivel mundial. El proceso de llevar la vacuna a un país con un sistema de salud muy frágil puede llevar tiempo, pero tenemos que tener claro que tiene que llegar a los países más pobres. Si algo nos ha enseñado esta pandemia es que para estar seguros en cualquier país tenemos que combatirla en cualquier parte del mundo. No estaremos seguros hasta que todas las poblaciones del planeta estén seguras. No valdrá con que vacunemos solo a ciertos países, el virus circulará por otros y existirá la posibilidad de que reingrese a través de viajes, emigraciones etcétera. ¿Hasta 2021 no podemos contar con ella? Hasta 2021 seguro, y ya veremos cuándo. Lo importante es generar un prototipo, ver que puede ser eficaz, intentar otros enfoques y mantener viva la llama de la investigación para crear soluciones mucho más rápido.

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