Alume ofrece un programa de 'muletas' para retomar la vida

La asociación inicia un proyecto de atención a primeros brotes psicóticos que intenta evitar recaídas específicamente en jóvenes
Presentación de la mesa informativa de Alume en la Praza Maior. EP
photo_camera Presentación de la mesa informativa de Alume en la Praza Maior. EP

"La recuperación es más difícil tras cada recaída en un brote psicótico. Si se tiene el primero siendo joven y se van encadenando es cada vez más complicado", explica Manuel Fernández, presidente de Alume, asociación que acaba de poner en marcha un programa de atención a esos primeros brotes que tiene como principal objetivo prevenir recaídas.

Funciona, según la definición de la psicóloga de Alume, Ana Regueira, como unas muletas para recuperar la vida. Explica que un brote psicótico "te aparta" de ella, produciendo un daño orgánico pero también un daño personal y social, desviando a quien lo sufre de su itinerario vital. Implica una disrupción que aleja al paciente de lo que era su vida hasta ese momento: de sus estudios, de su trabajo, de sus amigos... Desde Alume se les acompaña para retormarla.

El programa se hace en colaboración con el hospital de día infanto-juvenil del Hula. Allí se selecciona a los pacientes que se pueden beneficiar de ese servicio de Alume y, en coordinación, se inicia una intervención que pretende conseguir que los pacientes cumplan con el tratamiento, recuperen habilidades sociales, se reintegren en el ámbito académico o laboral y que mejoren la autoestima. El objetivo último es la autonomía.

Regueira explica que se considerará que un usuario ha acabado el programa cuando tome el control de su vida. No se pretende que deje de sufrir por completo ansiedad ante, por ejemplo, un compromiso social o que se maneje solo en toda circunstancia, sino precisamente lo contrario, que sepa identificar cuando necesita ayuda y pedirla a la asociación.

EN LA CALLE. El grueso del programa se desarrolla fuera de las instalaciones de Alume, en cualquier escenario habitual de la vida de los jóvenes pacientes. Se les acompaña a clase, a un concierto de San Froilán, a la biblioteca. Se informa a sus profesores, a sus amigos, a su familia "para que aprendan a distinguir lo puramente educativo de lo patológico, para que conozcan la enfermedad y qué hacer". Tanto los usuarios como las familias cuentan con un teléfono móvil al que pueden recurrir cuando lo precisen.

De esta manera, con este acompañamiento, los pacientes se van soltando poco a poco, volviendo a retomar parcelas de su vida que la enfermedad parecía haberles vedado. Se fomenta que interactúen en su contexto y que el personal de Alume ofrezca el grado de apoyo que vayan necesitando hasta que su presencia no sea necesaria.

Regueira apuntó que, en estos momentos, a uno de los jóvenes en el programa le está resultando tan eficaz que va a retomar los estudios de Secundaria que abandonó años atrás. "Es realmente muy satisfactorio ayudar a alguien a recuperar su vida", admite la psicóloga de la asociación.

El programa -uno de los que este lunes, Día de la Salud Mental, Alume dio a conocer en la mesa informativa que instaló en la Praza Maior- se centra en el aspecto social, comunitario del paciente. Manuel Fernández recordó  que esa clase de intervenciones son necesarias. El esfuerzo por mejorar la salud mental de los jóvenes no pasa solo por contar con más psiquiátricas y psicólogos, sino también por ofrecer apoyo social, una tarea colectiva.

Apuntó también que situaciones como el consumo de estupefacientes, el acoso escolar, la adicción a la tecnología o la soledad no deseada, fenómenos que afecan a muchos jóvenes, pueden actuar como detonantes de ansiedad, depresión o brotes psicóticos.

La psicóloga añadió que, tras dos años de pandemia, muchos jóvenes presentan problemas de salud mental. No cree que esta los haya provocado sino más bien que ha actuado como disparador, mostrando problemas que estaban larvados y que hasta entonces no se habían manifestado o no de forma clara.

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