La mugre que Lugo no logra sacudirse

Aceras cubiertas de láminas de suciedad, residuos de todo tipo abandonados por las calles, heces caninas, vertederos incontrolados o electrodomésticos dejados al pie del Camino lastran la imagen de una ciudad que fue Escoba de Oro

Vertederos incontrolados, láminas de suciedad en aceras y residuos arrojados a las calles. VICTORIA RODRÍGUEZ E AIDA SOENGAS
photo_camera Vertederos incontrolados, láminas de suciedad en aceras y residuos arrojados a las calles. VICTORIA RODRÍGUEZ E AIDA SOENGAS

LUGO. Lugo se gasta más de siete millones al año en limpieza. Es mucho dinero, pero la inversión no llega para acabar con la mugre que cubre buena parte de la ciudad, donde las quejas por la suciedad y por problemas como la presencia de ratas son recurrentes. Los roedores campan a sus anchas no ya solo en el entorno de solares abandonados o vertederos incontrolados, sino incluso en zonas supuestamente privilegiadas, como el parque Rosalía de Castro.

El plan de limpieza que se sigue en Lugo contempla medidas como el baldeo de calles y planes intensivos de limpieza que se programan de forma regular. A pesar de ello, una capa de suciedad se incrusta en las aceras en cuanto la lluvia desaparece unas semanas.

«Lugo está sucio», decían este verano lucenses que volvían a la ciudad durante las vacaciones. Avalaban así una queja recurrente de muchos vecinos, que protestan por cuestiones como el estado de las calles o el hedor que suelen expeler los contenedores de una ciudad que hace solo dos años recibió la Escoba de Oro, un galardón otorgado en reconocimiento al buen aseo urbano, aunque muchos lucenses recibieron el premio con notable escepticismo.

La mugre, es cierto, tampoco es atribuible, al menos en todos los casos, al funcionamiento del servicio de limpieza. Los problemas de civismo se hacen notar por toda la ciudad, con basura tirada por el suelo o vertederos incontrolados que reaparecen una y otra vez porque hay vecinos arrojan residuos en cualquier sitio sin el menor pudor.

Un recorrido por la ciudad permite seguir el rastro de pintadas, para las que el Concello tiene un plan específico de limpieza, de heces caninas en aceras y zonas verdes, de colillas y todo tipo de envases arrojados al suelo sin contemplaciones.

Las quejas por la suciedad y la presencia de ratas son cada vez más recurrentes y se extienden por toda la ciudad

Son restos que lastran la imagen de la ciudad, que se deteriora definitivamente ante la estampa de los vertederos incontrolados que una y otra vez aparecen en distintas zonas del municipio. Una de esas estampas de la vergüenza se puede ver estos días en Mazoi. Allí se ha generado un vertedero de esos que han venido a denominarse basuraleza, ya que se ha creado un depósito con todo tipo de residuos en un espacio natural.

No hace falta ni salir de la ciudad para toparse con estampas provocadas por los que se desentienden en mayúsculas del aseo urbano. En plena Calzada Romana, lugar que recorren cada vez más peregrinos, se podía encontrar ayer por la mañana una lavadora abandona junto a un contenedor.

Mientras unos ignoran que hay residuos que es obligatorio llevar al punto limpio y otros dejan residuos al pie de los contenedores, o dentro de estos a deshoras, lo que impide que se puedan limpiar, muchos lucenses reclaman control y mejoras en el servicio para lograr que Lugo supere la imagen de descuido.

En medio está la situación del propio servicio de limpieza, en manos de una empresa concesionaria cuyo contrato concluyó el año pasado sin que se hayan dado pasos para un nuevo modelo de gestión. Sobre la mesas estuvo la municipalización del servicio, que el gobierno local descartó tiempo atrás porque exigiría incorporar a unos 130 trabajadores.

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