Rosa María de los Reyes: "Hay niños expulsados de sus familias por creer que son brujos"

Lleva veinticuatro años de misionera en la República Democrática del Congo y siempre vio que el país fue a peor. Aun así, Rosa María de los Reyes entrega su vida a los niños de la calle refugiados en un centro. Allí tienen lo que más necesitan: el afecto que nunca conocieron
La misionera Rosa María de los Reyes, Rosina. en Lugo. SEBAS SENANDE
photo_camera La misionera Rosa María de los Reyes, Rosina. en Lugo. SEBAS SENANDE

Los congoleños no la llaman Rosa María, ni Rosina (como lo hacen su familia y amigos). Le llaman Muswibwe, que en chiluba —una de las 300 lenguas que se hablan en la República Democrática del Congo— significa "la bien amada". Rosa María de los Reyes Rasero —mercedaria misionera de Bérriz— estuvo este lunes en Lugo, invitada por Manos Unidas, para hablar del trabajo de esta ONG en la República Democrática del Congo, donde esta organización costeó la puesta en marcha de un consultorio de salud integrado en el mismo centro salesiano que acoge a niños de la calle en la ciudad de Mbuji-Mayi, en Kasai.

¿Siempre estuvo destinada en la República Democrática del Congo como misionera?

Sí, llegué allí en 1989 y hasta hoy. Bueno, tuve un paréntesis desde 2003 a 2010, en la que estudié Biblia en la universidad de Comillas. Pero esta es mi misión.

¿Cuál es su papel en ese país?

Doy clases de Historia, Filosofía, Arte y Religión en Secundaria y también formé a maestros de Religión allí y a profesores de Biblia. Pero mi tarea principal es en un centro de acogida de niños de la calle, puesto en marcha por los salesianos. Son niños que huyeron de sus casas, los echaron o, incluso, pasaron por la cárcel y no tienen a dónde ir. Nuestro objetivo es que crezcan en un ambiente de cariño y que retornen a sus familias de origen. Son niños muy necesitados de afecto, algunos fueron maltratados y llevan mucha violencia dentro. Hay niños que fueron acusados por sus propias familias de ser brujos y ser culpables de sus desgracias y acabaron expulsándolos. También hay muchos niños explotados laboralmente en la extracción de distintos minerales como el coltán, el cobalto o los diamantes.

¿Cómo es su día a día en este centro de acogida?

Mi función y la de otras mujeres que estamos allí —monjas y no monjas— es ser las madres que estos chicos no tienen. Les damos cariño y los lavamos y vestimos para que vayan al colegio, entre otras cosas. El título de más honor en África es el de mamá. Aquí hay doñas. Allí son mamás.

¿Están en el centro hasta que se convierten en adultos?

Intentamos reintegrarlos en sus familias siempre que sea posible porque muchos fueron maltratados por sus madrastras. Las madrastras son terribles porque el hijo de otra mujer supone una carga para la familia en una situación extrema de pobreza. Lo peor son los bebés que fueron abandonados en una cuneta. No sabes cuál es su familia y están solos en el mundo. También hay alumnos que se escapan del centro porque estudiar les resulta duro y antes estaban robando y disponían de más dinero.

¿Alguno es adoptado?

Es dificilísima la adopción. En África, con los problemas que hubo de tráfico de niños, prácticamente no hay adopciones.

¿Qué futuro les espera a los chicos ya como adultos?

Casi ninguno, nada más que sobrevivir con trabajos manuales... Aprenden algo de mecánica y se hacen conductores de mototaxis o hacen carpintería... Siempre con sueldos miserables.

¿Y a las chicas?

El futuro de las chicas es casarse.

¿Qué vínculo tiene usted con Manos Unidas?

Manos Unidas puso en marcha un centro de salud en ese centro salesiano a donde va ahora toda la gente del barrio. Es una ONG que tiene siempre su mano tendida a los proyectos de los misioneros en países en Rosa María de los Reyes, Rosina, ayer en Lugo. vías de desarrollo.

Inauguración del nuevo local de Manos Unidas. SEBAS SENANDE

Nuevo local de Manos Unidas en la calle Ánxel López Pérez
Manos Unidas inauguró este lunes su nuevo local social, en el número 10-12 de la calle Ánxel López Pérez. Por otra parte, el próximo viernes, a las cinco, la ONG presentará la nueva campaña contra el hambre con una ponencia sobre conciencia ambiental a cargo de Miguel Leiva, profesor del Seminario. Seguidamente, a las seis, habrá una misa, y una hora después, tendrá lugar el ayuno voluntario. sebas senande