Un mirador privilegiado sobre el Miño

Al otro lado del río, en dirección sur, se pueden apreciar las mejores vistas de la capital lucense en medio de un frondoso paisaje lleno de carballeiras y soutos, donde la naturaleza todavía se impone a la actividad urbana

Molino ubicado en A Ribeira. EP
photo_camera Molino ubicado en A Ribeira. EP

LA OTRA ORILLA del Miño, a su paso por Lugo, goza en Santa Eulalia de Cuíña de varios miradores privilegiados desde los que se ve el perfil de la capital lucense, desde la Ronda do Carme hasta Conturiz, con los caneiros y meandros del río a sus pies. Estos miradores se encuentran todo a lo largo de la ruta que va de Lugo hasta Cuíña, en medio de fragas, soutos y carballeiras donde, incluso, circular en coche semeja adentrarse en unos bosques alejados de la civilización.

A Cuíña se llega después de varias curvas pero la distancia, desde la carretera que va de Lugo a Portomarín, es corta: tan solo 3 kilómetros. Poco antes de que el indicador anuncie la llegada a la parroquia, se puede ver la antigua escuela unitaria, una de las pocas —si no es la única— que todavía tiene su aspecto original y que, por lo tanto, no fue restaurada.

Tras pasar el indicador, pronto se atisba, a la izquierda, un negocio de hostelería al que muchos lucenses van a comer las especialidades de la casa: los callos, las truchas, las anguilas y también los cocidos con materia prima de los cerdos que crían. Se trata del Mesón de Julio, un restaurante que lleva ya más de tres décadas funcionando y al frente del cual está el tercero de los Julios de la familia, Julio Rodríguez García, ya padre del cuarto.

Los caneiros de O Vilar y de Mingán, que comparten con Conturiz y A Tolda, se dedicaban a la pesca de anguilas

"Este negocio montárono meu pai e meu avó. En principio, iba ser unha vivenda pero, naquel tempo, veu Novafrigsa para Lamablanca, en Coeses, probamos a montar un restaurante e fómolo levando xunto coas granxas de gando, que aproveitabamos para a carne e que deixamos hai dez anos", cuenta.

Julio Rodríguez lleva desde los 14 años detrás de la barra del mesón. Hace tres que se hizo cargo del negocio, siguiendo la tradición familiar.

"Cuíña non ten moito que ver pero si é unha zona onde hai unhas vistas moi bonitas do río cara a Lugo e onde chegou a haber ata cinco muíños, no barrio da Ribeira, aos que se chega hoxe só en todoterreno e que levan 40 anos abandonados", afirma el hostelero.

Aunque se trata de una parroquia humilde, Cuíña goza del encanto de las aguas del Miño, las carballeiras que la rodean y la piedra pizarra —combinada con piedras graníticas en las puertas y ventanas para dar más prestancia—siempre presentes en las casas de los núcleos poblacionales como los de Cuíña —origen del nombre de la parroquia— y Cabo de Vila. A estas dos aldeas se suman también Cumbraos, Ribeira, Santalla, Vilamiñao y Vilar.

Los núcleos de Cuíña y Cabo de Vila disponen de casas de piedra pizarra combinada con granito

Los caneiros del Miño —hace años dedicados a la pesca de anguilas— son otros de los grandes atractivos paisajísticos de Cuíña, destacando especialmente los que comparte con A Tolda y con el área recreativa de Conturiz.

"Hai o caneiro do Vilar, que ten un muíño e que se pode ver desde a área recreativa que hai en Conturiz, e tamén hai o que lle chamamos caneiro da M, porque ten a forma da letra e que, en realidade, é o caneiro de Mingán. Este restaurouse cando se fixo o Paseo do Miño e está debaixo do antigo hotel Miño, a actual sede da Uned", cuenta Julio.

Cuíña sigue siendo un lugar muy visitado por los pescadores, pese a que los accesos al río son mejorables. Julio Rodríguez encuentra una explicación a la afluencia de pescadores en la zona: "Hai moita pesca libre, non está acoutada", explica. Solo falta que se dote a Cuíña de miradores o paseos a orillas del río, que permitan disfrutar de la belleza paisajística del entorno.

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