Nuevos Hipertensos

En Lugo hay ya unos 39.000 hipertensos

A finales del año pasado los enfermos de esta patología en Estados Unidos aumentaron en 30 millones en cuestión de un día. La nueva definición a partir de 130/80 podría aplicarse este año a España

Una usuaria tomándose la presión arterial en una farmacia. SEBAS SENANDE
photo_camera Una usuaria tomándose la presión arterial en una farmacia. SEBAS SENANDE

El colesterol, con los lípidos, con la glucosa y también con la hipertensión en diabéticos. Cuando la definición de qué es una enfermedad se modifica, población antes considerada sana se convierte automáticamente en enferma y en objeto de nuevos tratamientos farmacológicos o de intervenciones sanitarias. Ahora le toca el turno a una enfermedad que ya es muy prevalente y que lo va a ser todavía más: la hipertensión.

"Se calcula que entre el 30 y el 45% de la población adulta española es hipertensa, con lo que en la provincia de Lugo habría unos 39.000. De esos un tercio tiene la enfermedad sin diagnosticar y, de los que la tienen diagnosticada y están a tratamiento un tercio de ellos no tienen la enfermedad controlada", explica la cardióloga del Hula Eva Pereira.

Esta especialista recuerda que los médicos españoles se rigen por las guías europeas y que estas consideran hipertensa a la persona que, sin otras patologías asociadas, presentan 140 de presión sistólica (la llamada alta, cuando el corazón se contrae) y 90 de diastólica (la llamada baja, cuando el corazón está entre latidos). Sin embargo, recuerda que este año las sociedades europeas de la especialidad tienen previsto revisar sus guías y no descarta que se asuman los límites de 130/80 ya establecidos en Estados Unidos.

Eva Pereira: "En Lugo hay unos 39.000 hipertensos, de los que un tercio no tiene diagnosticada la enfermedad"

Los americanos, en realidad, consideran ahora que con la presión sistólica por encima de 120 se tiene la tensión arterial elevada, sería el nuevo estadío de prehipertensión, como se dio en llamar en España. A partir de 130-80, sería ya hipertensión de estadío 1 y de 140-90, de estadío 2.

La definición de hipertensión se había establecido en 2003 en 140-90 y no se movió desde entonces. ¿Qué ha cambiado ahora? La revisión de más de 900 estudios diferentes han llevado a esta nueva recomendación, incluido uno llamado Sprinter en el que participaron casi 10.000 pacientes no diabéticos, con la presión arterial de más de 130 y con alto riesgo cardiovascular. A la mitad de ellos se les prescribió un tratamiento intensivo que mantuvo su tensión a 120, al resto otro más conservador para que su tensión no superara los 140. El estudio se suspendió antes de tiempo por razones éticas, ya que se entendía que se ponía en riesgo al segundo grupo. El primero, el que había mantenido de media su tensión en 121 mmHG (milímetros de mercurio) registró un 26% menos de muertes y un 38% menos de accidente cardiovascular.

Al mismo tiempo, ese grupo sufrió más casos de síncopes, casos de hipotensión o de fallo renal agudo.

ESTILO DE VIDA. La doctora Pereira cree que si bien en España se pueden aplicar los límites que ya usan los americanos se hará con matices. "Es probable que las nuevas guías europeas incorporen esos límites, pero esto no quiere decir que a un paciente con esa tensión se le empiecen a prescribir fármacos para la tensión, sino más bien que será cuando se le recomienden cambios en su estilo de vida", dice. Pocas personas ignoran qué significa eso: dieta baja en sal, ejercicio físico regular, de al menos media hora diaria, control del peso para no superar un índice de masa corporal de 25, abandonar el tabaco y reducir el consumo de alcohol. Cumplirlo, sin embargo, es más complicado.

La primera intervención sanitaria ante la hipertensión en un paciente que no ha sufrido un infarto y no tiene otros factores de riesgo es esa, aunque resulta difícil que, en esos casos precisamente, sea exitosa. Es una enfermedad silente, de la que tardan en verse las consecuencias, lo que moviliza poco a cambiar. Si no se ven sus efectos no se ve tampoco lo que se está contribuyendo a prevenir.

"É dificilísimo que os pacientes acepten eses cambios e moitos din enseguida que prefiren tomar unha pastilla", explica el médico de Familia Bernardino Pardo, que señala que los pacientes obvian, en esos casos, los efectos secundarios de los medicamentos.

Bernardino Pardo: "É dificilísimo que os pacientes acepten cambiar os hábitos. Moitos din que prefiren tomar unha pastilla"

También los especialistas encuentran esta misma dificultad, aunque los pacientes que la doctora Pereira ve en el Hula son pacientes que ya han sufrido un infarto y por tanto sus límites de hipertensión no son nada laxos. Explica que la concienciación del cumplimiento de la dieta, del abandono del tabaco o del ejercicio regular es alta justo tras el accidente cardiovascular y va reduciéndose con el tiempo. Los pacientes, si se encuentran bien, tienden en muchos casos a relajarse.

"A veces te comentan que han comido un cocido, por ejemplo. Les dices que no les conviene y responden que el tocino de casa no hace daño", reconoce.

El doctor Pardo considera que reducir los límites de la tensión en pacientes sanos puede llegar a ser un error como lo fue en su momento "cos diabéticos, cando se estableceu que non debían pasar de 120-80 e co tempo observouse que aumentaban os infartos", dice. También considera que recurrir a la medicación a partir de una tensión sistólica de 130 es "moi excesivo" y recuerda que, en el caso de los pacientes ancianos, la tensión puede estar alejada de los límites y sin embargo ser correcta. "Sábese que teñen a tensión alta máis alta e a baixa máis baixa. É unha cuestión puramente de hidráulica", asegura.

MEDICIÓN. Con independencia de los límites, saber con certeza que un paciente tiene hipertensión no es sencillo. No basta con una sola medición, los valores tienen que repetirse en el tiempo y se dan fenómenos como el de la llamada hipertensión de bata blanca (la tensión alta que solo se registra cuando se mide en el hospital o centro de salud, ante el personal sanitario, propiciada por los nervios del paciente) que tiene también su contrario, menos frecuente, el de la tensión que no se detecta en un entorno sanitario.

En muchas ocasiones se propone que los pacientes se midan en casa la tensión o acudan a la farmacia varios días a la misma hora a hacerlo. "La mayoría de los que vienen a tomarse la tensión tienen más de 70 años. Muchos vienen todas las semanas y también los hay que se compran el tensiómetro y se la miden varias veces al día. Aunque la tengan bien, les gusta comprobar que todo sigue igual", explica una farmacéutica.

Esa pasión "medidora" se extiende a otras cuestiones, como el colesterol. Aunque es una medición que no se puede hacer en todas las farmacias, las que sí ofrecen esa posibilidad distinguen fundamentalmente dos tipos de clientes: personas que lo tienen bien pero, otra vez, les tranquiliza comprobar que siguen igual y acuden con mucha frecuencia y personas de mediana edad que se hacen la prueba por primera vez y comprueban con sorpresa que lo tienen alto.

De cualquier forma, los aparatos que sirven para medir distintos indicadores en casa son cada vez más frecuentes en los domicilios, tal y como reconoce el presidente del Colegio, Alejandro Pérez Mel. En Navidad y por cumpleaños son un regalo habitual de hijos preocupados a padres y abuelos.

Comentarios