Mentes pequeñas, problemas grandes

Tienen tan solo entre 9 y 16 años, pero la magnitud de sus dilemas impresiona. Son menores con trastornos alimentarios, alcohólicos o con depresiones por hechos traumáticos, entre otras patologías, y sus familiares se sienten "desamparados". Piden más atención y más medios para atajar una lacra que aumenta a pasos agigantados
Los especialistas señalan que el de salud mental es uno de los servicios con más lista de espera. AEP
photo_camera Un menor acude a consulta con un adulto. AEP

La mente juega en muchas ocasiones malas pasadas y nadie se libra de sus vaivenes, ni tan siquiera los más pequeños. Los trastornos mentales en niños y adolescentes van en aumento -sobre todo a raíz de la pandemia- y las familias que lidian con este tipo de problemas viven sumidos en una preocupación extrema.

Iustración. PRETTY SLEPPY ART

Tras escuchar sus demandas, la Consellería de Sanidade puso en marcha este año el hospital de día de salud mental infanto-juvenil del área sanitaria de Lugo, A Mariña y Monforte de Lemos, un avance importante que las familias de los usuarios consideran positivo, pero insuficiente.

Los usuarios explican que los menores que llegan a este servicio sufren problemas mentales graves y requieren más atención de la que reciben. "Cuando tienes un hijo con un problema de salud mental cuesta mucho asumirlo y saber qué hacer. Primero vas al pediatra, después esperas meses para llegar al servicio de psiquiatría y, con suerte, consigues asistencia en el centro de día del Hula. Esperar un año en una situación tan complicada es muy duro y los padres nos sentimos desamparados", señala una madre.

Los progenitores explican que convivir con niños y jóvenes en esta situación supera sus capacidades y requiere apoyo profesional urgente. "Gestionar un problema de salud mental es difícil para cualquier adulto, así que es fácil imaginar lo que supone para un niño. Se encierran en sí mismos, no quieren hablar con nadie ni salir de casa, a veces se ponen violentos y se enfadan con todas las personas que tienen a su alrededor. Se comportan así porque realmente no son ellos y tendrían que recibir atención urgente. Nadie que no lo haya vivido sabe lo que es pasar un día tras otro en esta situación y que no te ayuden; que te digan que tienes que seguir esperando", cuentan.

SUICIDIOS. Los padres viven además con el miedo en el cuerpo de forma permanente, ya que muchos de estos menores se autolesionan e incluso intentan acabar con su vida. De hecho, cuando se puso en marcha el hospital de día, la psicóloga y la psiquiatra de la unidad reconocieron que en el último año se habían incrementado sobre un 60% los intentos autolíticos en niños y adolescentes lucenses.

Además, señalaron que cada vez son más precoces, con casos de niños incluso de 10 años. "Acabar en el hospital porque tu hijo se ha intentado suicidar es terrible. A veces no quieren contar lo que les pasa y otras veces te dicen simplemente que no son felices. Y, dependiendo de la patología que presenten, tienen comportamientos que nos dejan a los padres sin herramientas. Cuando son trastornos de la alimentación pueden comer una manzana en todo el día, así mes tras mes, hasta quedarse en los huesos. A veces también tienen manías que no llegamos a comprender, como querer ponerse todos los días la misma ropa. Ves que no están bien y temes que algún día acaben con su vida". Los padres comentan que ya no saben qué hacer: "Guardamos bajo llave los medicamentos, escondemos los objetos cortantes y procuramos no perderlos de vista, pero así no se puede vivir".

"El centro de día de salud mental infanto-juvenil del Hula no cubre la demanda. Hay lista de espera y solo van una hora a la semana"

Cuando corre la lista de espera y logran recibir asistencia en la unidad de salud mental infanto-juvenil, los menores y sus familias empiezan a ver la luz al final del túnel. Sin embargo, el servicio se queda escaso para afrontar esta problemática. "El equipo de profesionales está compuesto por una psiquiatra, una asistenta social, una psicóloga y una terapeuta a la que se le termina el contrato en noviembre de este año. Ellas hacen todo lo que pueden, pero son muy pocos medios para atender la demanda, ya que hay niños de toda la provincia. Atienden a los menores una hora a la semana y eso no es suficiente. Además, solamente tienen una sala pequeña en la que tampoco pueden crea el ambiente idóneo", lamentan.

MEJORÍA. Los progenitores afirman que notan como sus hijos mejoran cuando inician las sesiones en el hospital de día. "Al principio es difícil porque a veces cuesta acertar con la medicación adecuada, pero poco a poco van mejorando. Hay niños que vivían encerrados en casa y empiezan a querer salir a la calle y a relacionarse un poco. Para los padres, eso es un mundo. Y ver como les mejora el carácter y te dan un abrazo es un triunfo increíble. Por eso es una lástima que no haya más medios para atender a estos niños. Además", apuntan, "ellos mismos lo dicen. Van al centro en grupos de cinco y se sienten bien. Les gusta ir porque se sienten escuchados y comprendidos, pero una hora a la semana es muy escaso. Si tuvieran más asistencia podrían avanzar más rápido y recuperar su vida".

"Es duro ver que tu hijo se autolesiona y no quiere vivir. Llegas a esconder medicamentos y todos los objetos cortantes. Es angustioso vivir así"

Los trastornos de salud mental que sufren estos menores hacen que en ocasiones no puedan continuar con sus estudios, lo que supone un problema añadido. "Pasar por una situación así les paraliza la vida en un momento en el que tendrían que estar disfrutándola. Se le solicitó a Consellería de Educación un profesor para que pudiera dar clases en el hospital a estos menores durante su tratamiento, pero no se recibió ningún tipo de contestación. Es una pena que los dejen a su suerte", aseguran.

Alivio. Acceder a este servicio y ver como sus hijos progresan también supone cierto alivio para los padres de los usuarios, ya que muchos de ellos necesitan ayuda psicológica e incluso psiquiátrica para afrontar el problema de sus hijos. "Es una situación que te consume y te sientes totalmente impotente porque no sabes qué hacer. Cuando llegas a la unidad del Hula y ves la cantidad de menores que hay con patologías mentales te sorprende. Son muchos niños con todo tipo de problemas, desde trastornos alimentarios y alcoholismo hasta depresiones graves por hechos traumáticos. Para nosotros, ver como alguien escucha e intenta ayudar a nuestros hijos es una gran satisfacción".

"Por lo general, los padres también necesitamos ayuda psicológica para afrontar el problema, ya que nos sentimos desbordados e impotentes"

Los padres aseguran que las listas de espera y la escasez de medios en la sanidad pública llevan a muchos afectados a recurrir a los profesionales privados. "Los trastornos mentales aumentaron tanto que incluso tienes que esperar en la sanidad privada y además no todo el mundo se lo puede permitir. Y esto es algo que le puede pasar a cualquiera. Nadie está libre de sufrir un trastorno de salud mental y creemos que actualmente no se le está dando la importancia que tiene. Los problemas mentales en menores tendrían que ser una prioridad y se necesitan más medios para afrontarlos de forma urgente", concluyen.

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