Medio siglo contra el sentido del reloj

La Ronda se convirtió en unidireccional hace 50 años con el objetivo de ordenar un tráfico creciente. Proyectos como ese y como las peatonalizaciones, que cumplen 20 años, o la apertura de Fontiñas, con 44, cambiaron la ciudad

Foto de archivo de la Ronda en doble sentido.AEP
photo_camera Foto de archivo de la Ronda en doble sentido.AEP

Rúa San Marcos antes de la peatonalización. EPNi en la portada del periódico, ni en la segunda página, donde habitualmente se concentraba la información local en un recuadro. El bando que fijó la conversión de la Ronda en unidireccional apareció exactamente hace 50 años en la tercera página de este diario, prueba de que la decisión era lo suficientemente importante como para que debiera ser tomada, pero no tanto como para quitarle protagonismo a la actualidad internacional. Cómo saber que esa medida cambiaría la fisionomía de la ciudad para siempre.

La Ronda era entonces, como ahora, un arteria fundamental de Lugo. La ciudad tenía poco tráfico, pero creciente y el alcalde, Fernando Pedrosa Roldán, decidió proceder a su ordenamiento estableciendo un sentido único para la vía "en dirección Madrid-La Coruña"; es decir, el contrario a las agujas del reloj. Se prohibía aparcar junto al bordillo izquierdo, el más próximo a la muralla, y también junto al derecho en los tramos entre Recatelo y Vilalba y el Jardín de La Mosquera y Montero Ríos. Además se establecía que Obispo Aguirre seguía admitiendo tráfico en los dos sentidos pero ninguna clase de aparcamiento.

El alcalde pide en el bando la máxima colaboración de los conductores y de los agentes de la autoridad, pero a estos también les reclama que, además de orientar, a los usuarios, también "denuncien cuantas infracciones se cometan al respecto". Dos días después, la comisión de gobierno aprueba la compra de cien señales con sus respectivos postes para indicar a cuanto conductor despistado fuera preciso de cuál era el sentido del tráfico. De nuevo, esa noticia tampoco saltó a la portada.

Inauguración de la avenida de Carrero Blanco. EPParece mentira que una decisión que modeló a la ciudad no lo hiciera, igual que lo sigue pareciendo que cambios sustanciales como las peatonalizaciones emprendidas por Joaquín García Diez recibiera tantas críticas mientras duraron las obras. La eliminación del tráfico en cualquier ciudad nunca está exenta de problemas, que tienden a esfumarse casi enseguida. El entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, inauguró las peatonalizaciones en abril de 1999, alabándolas.

El entorno de la catedral, de Campo Castelo, de la Praza Maior, Raiña y El Progreso se convirtieron en zonas por las que pasear tranquilos, las terrazas se desparramaron y el mobiliario urbano se fue centrando. San Marcos fue otro de los escenarios de cambio que parecía imposible que se hicieran realidad: cómo no iban a circular los coches por esa vía. Como siempre se vio que era posible y hasta deseable.

En esta avalancha de efemérides, fechas clave que fueron cambiando, calle a calle, la ciudad, se incluye también la apertura de Fontiñas, que cumplirá el año que viene 45 años, inicialmente llamándose Carrero Blanco. Costó 20 millones de pesetas y habilitó una nueva zona de crecimiento de la ciudad, concentrando a partir de entonces muchísima obra nueva para albergar lucenses en un municipio cuyo padrón crecía.

Hoy, las peatonalizaciones se extienden a otros barrios fuera del centro, como el de A Milagrosa y Lugo se pregunta qué gobierno local será el que se atreva a hacer el cambio que le queda a la Ronda: la peatonalización completa.

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