Más de 50 familias lucenses denunciaron la desaparición de algún pariente el pasado año

El 99% fueron localizados, la mayoría con vida. Menores que querían evitar broncas y ancianos desorientados encabezan la lista
Operativo de búsqueda de un desaparecido
photo_camera Operativo de búsqueda de un desaparecido

Más e medio centenar de familias lucenses experimentaron el pasado año la misma sensación de angusia que atraviesan actualmente los allegados de Diana Quer, la joven desaprecida el pasado 22 de agosto en la localidad  coruñesa de A Pobra do Caramiñal. Y es que solo en la Policía Nacional de Lugo se registró a lo largo de 2015 un total de 46 denuncias por desapariciones, a las que habría que sumar las que llegaron a la Benemérita. Esta cifra se desconoce, ya que a esar de la relevancia socil de esta problemática la Guardia Civil se niega a facilitar datos.

Sea cual sea el número exacto, lo cierto es que más de 50 personas en paradero desconocido no se pueden considerar un asunto baladí. Además, las cifras se mantienen prácticamente estables año tras año y en el primer semestre de 2016 se tramitaron en la comisaría lucense 22 denuncias. 

La Policía Nacional explica que resolvió todos y cada uno de los casos que llegaron a sus manos el pasado año —con diversos desenlaces— y según los datos que manejan varias asociaciones de familias afectadas, actualmente en la provincia de Lugo solo consta un anciano desaparecido.

La cifra de denuncias por desaparición se mantiene estable. En el primer semestre se registraron 22 en la comisaría lucense

Estos datos ponen de manifiesto que el 99% de los desaparecidos fueron localizados en un corto periodo de tiempo y la mayoría se encontraban con vida. La pregunta entonces es: ¿Qué llevó a estas personas a desaparecer sin avisar a sus familiares?

Desde la comisaría de la capital afirman que más de la mitad de las denuncias corresponden a menores de edad, adolescentes que salen un día de su domicilio y no regresan a la hora estipulada por sus progenitores. "Lo más habitual es que los chicos no vuelvan a casa para evitar algún tipo de reprimenda. A veces llegan tarde y no quieren enfrentarse a sus padres, y otras veces sacan malas notas y no quieren enseñarlas en casa. Piensan que si pasan un par de días, su familia se alegrará por encontrarlos y la bronca será más leve. De hecho", comentan, "las desapariciones de menores experimentan un pequeño repunte en junio, justo cuando se entregan las calificaciones".

Y junto a los adolescentes, los ancianos son el grupo de edad en el que se contabilizan más desaparecidos. En estos casos, es la salud la que les juega una mala pasada, ya que a menudo se desorientan y no son capaces de regresar a su domicilio. "Cuando los ausentes son menores o gente de avanzada edad, la investigación se intensifica siempre, con independencia de las circunstancias en las que se haya producido la desaparición", apuntan.

FUGAS. Desde la Policía Nacional aseguran que detrás de cada fuga hay un problema, de la índole que sea, y que los casos de personas que buscan desaparecer de forma voluntaria son "excepcionales". Aun así, se detectan algunos.

Desde la Policía Nacional aseguran que detrás de cada fuga hay un problema, de la índole que sea, y que los casos de personas que buscan desaparecer de forma voluntaria son "excepcionales"

"El año pasado", cuentan, "los familiares de un hombre denunciaron su desaparición y comenzamos a investigar el caso, que nos trajo de cabeza. Se había ido sin comentarle nada a nadie y no se llevó dinero. Pasaban los días y no se detectaban movimientos bancarios, no respondía al teléfono ni aparecía en los registros de ningún hotel. Cuando ya nos temíamos lo peor, el hombre apareció y dijo que se había ido de viaje a Cuba".

Otro caso curioso se registró en noviembre, cuando la Guardia Civil localizó en Málaga a un vecino de Burela al que sus familiares buscaban desde 2009. Los allegados de esta persona —un empresario de unos cincuenta años— temían que le empresario hubiera sido víctima de un crimen en Rabat y llegaron a solicitar ayuda de la embajada de España en Marruecos para corroborar sus sospechas.

Sin embargo, siete años después de su desaparición, las fuerzas de seguridad lo localizaron en Málaga porque renovó su DNI y solicitó su inscripción en el padrón municipal. El mariñano había rehecho su vida en la ciudad andaluza y no tenía ninguna intención de regresar a Burela.

En estos casos, los familiares tienen sentimientos enfrentados, ya que a la alegría de encontrar con vida a su ser querido se suma la decepción de saber que su fuga fue voluntaria. "Cuando localizamos a una persona mayor de edad y en su sano juicio que nos dice que no quiere ser encontrada, la borramos de la base de datos y damos por cerrada la investigación. Luego le decimos a la familia que está bien pero que no quiere dar a conocer su paradero. A veces lo entienden y otras veces no, pero la Policía no puede hacer nada si el desaparecido es mayor de edad y no hay un informe psiquiátrico que demuestre que padece algún trastorno".

Sean cuales sean los motivos, y sea cual sea el desenlace, la desaparición de una persona siempre es un drama para la familia, ya que cada minuto de incertidumbre los sume en una angustia que no es comparable a nada. Juan Carlos Ramos, de la asociación Sosdesaparecidos, asegura que es "lo peor" a lo que se puede enfrentar una persona. "Psicológicamente, nadie está preparado para una cosa así", concluye.

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